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Hasta ahora se han destacado los conjuntos megalíticos en su conjunto y la relación con el sol y espacios como la Peña de los Enamorados, pero nunca se han visto los utensilios que se encontraban dentro ni los relacionados con los primeros pobladores en el ... Torcal de Antequera. Pero para eso se ha creado un museo y ya sí se puede con las primeras cuatro exposiciones que acoge el museo dolménico, inaugurado este miércoles y que estarán disponibles durante un año.
Quienes visiten desde ahora el conjunto arqueológico de los Dólmenes de Antequera, además de contemplar los tres monumentos de Menga, Viera y El Romeral, pueden conocer la proyección del espacio universal y piezas de hace seis milenios como la conocida «Venus del Torcal» y una bellota que se encontraron en la Cueva del Toro del Torcal de Antequera y que forman parte de los primeros pobladores de la zona de Antequera. También están utensilios que se conservan cuando se descubrieron e investigaron los tres túmulos, como son hachas, vasijas y hasta un colgante de conchas que se colocaba a los difuntos.
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Nada más entrar la primera está dedicada a una de las recomendaciones que realizó la Unesco: dar a conocer el valor excepcional universal del Sitio de los Dólmenes de Antequera. Bajo el nombre de 'Cosmovisión' y como homenaje al arqueofísico Michael Hoskin (1930-2021) se muestra cómo Menga se construyó orientada a la Peña de los Enamorados y El Romeral al Torcal de Antequera. Así se explica con fotografías de las salidas del sol en los diferentes equinoccios y solsticios, incluso un montaje en tres cabinas con locuciones en siete idiomas y una línea marcada en el suelo que plasma la importancia de las orientaciones de las construcciones.
Además, cada dolmen tiene un panel con la puesta en valor de cada uno de ellos, desde que se tienen conocimiento de los mismos hasta el 2016, fecha de la declaración de Patrimonio Mundial. Menga arranca con el libro de 1847 de Rafael Mitjana (1869-1921), mientras que Viera y Romeral parten de 1904 tras sus descubrimientos. Entre estos paneles, se pueden apreciar por primera vez en público la «Venus del Torcal», un diminuto ídolo femenino de hace más de 6.000 años o un colgante con una bellota de las encinas del entorno de la Cueva del Toro, de la que se expone además un grabado de Gustavo Doré (1832-1883).
La Sala Gómez Moreno del investigador Manuel Gómez-Moreno (1870-1970), expone su legado y los materiales que se encontraron en los dólmenes tras sus descubrimientos por los Hermanos Viera en 1904. Retratos de la familia y la antigua cámara con placas de fotografía con la que se realizó el reportaje de época en los dólmenes abren la sala. Y el gran tesoro para los antequeranos: los utensilios que se encontraron en los tres monumentos. Lo único que se conserva de Menga, un hacha que el paleontólogo Hugo Obermaier (1877-1946) depositó en el Museo Arqueológico de Madrid. Y todo lo que los hermanos Viera entregaron a Gómez-Moreno donde destacan las conchas que tuvieron que formar parte de collares que colocaban a los difuntos en Viera. Del Romeral destaca una vasija.
La fotografía de Raúl Pérez y Muñoz Rojas
Tras las dos primeras salas, las escaleras bajan para continuar la visita, con vistas cenitales que marcan el camino de la fotografía del artista Raúl Pérez que recoge la relación del paisaje de los constructores de los dólmenes con la de José Antonio Muñoz Rojas con su libro «Las cosas del campo». Cada fotografía recoge citas que relacionan al obra del genio de las letras españolas con su entorno en su casería y la vega antequerana.
Allí se recoge el espacio del creador, con su despacho, formado por una mesa, silla y varios objetos religiosos de su casa. Junto a él, el retrato que le pintó Cristóbal Toral, que asistió a la inauguración, la cabeza que le realizó Jesús Martínez Labrador y varias hachas neolíticas que sus trabajadores encontraban en su labor en el campo. Completa el espacio un vídeo de Ignacio Sánchez Corbacho que capta las cuatro estaciones desde un mismo punto donde el sol, el agua y el paisaje aportan el cambio de la vida durante un año.
Y la cuarta sala junto a la de Muñoz Rojas, dedicada a los hermanos Viera y exhibe las tres cancelas que protegían los tres monumentos. Cada una de ellas con las llaves y de fondo fotografías de la época, así como medallones de Gómez-Moreno junto a Viera, el ministro de la tierra Romero Robledo (1838-1906) en el centro y los Hermanos Viera ante sus apuntes a mano. Se reproduce una crónica de época de 1905 donde Narciso Díaz de Escobar se pregunta si los descubridores habían recibido o no indemnización alguna, algo que se desconoce.
El museo cuenta con una superficie de 4.300 metros cuadrados (3.500 útiles) repartidos en dos niveles. La planta principal, además tiene el Salón de Actos «Manuel de Góngora» y la gran sala para la colección permanente que es lo último que falta para finalizar el museo.
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