Los nuevos comienzos de Javier Calleja en Hong Kong

Forma parte del argot urbano español, una imitación o evocación del sonido de los tambores al final de una canción: el «chin» de los platillos y el «pum» de la batería. Una especie de cierre que en palabras puede traducirse con un tajante «se acabó». Sin embargo, en el caso del creador malagueño, ese momento de conclusión revela la oportunidad de «nuevos y mejores comienzo».

Con el trasfondo medioambiental que domina su producción reciente, Calleja presenta a figuras más estilizadas de lo habitual que dejan de ser solo un busto para ganar un contexto y un mundo a su alrededor. «Only you» («Solo tú») se lee en una de las pinturas donde su característico personaje de grandes ojos sostiene una delicada flor en la mano. Esta vez, como rareza, las palabras que tienen un significado unitario se separan en el lienzo. «What do you expect?» («¿Qué esperas?»), le pregunta uno de los 'niños Calleja' a una pequeña hormiga. Con expresivos y redundantes «Hello!» recibe otro de ellos a quienes vienen de otro planeta en un platillo volante. Y un simple y directo «Just me» («Solo yo») acompaña a uno de sus protagonistas transformado en brote verde, símbolo de esperanza. Paso a paso, o gota a gota ('Drop by drop') tal y como aparece en otro de los cuadros de esta exposición.

Como resalta la oficina de Calleja en una nota, 'Chim pum' remite también simbólicamente a la cultura asiática. Se asemeja fonéticamente al cantonés o al mandarín, «convirtiéndose en un puente imaginario entre dos culturas». Y, al mismo tiempo, hace referencia a «una explosión, unos fuegos artificiales o una celebración, por lo que su significado podría traducirse como un guiño a la tradición festiva china». Pero como en Calleja nada es lo que parece, 'Chim pum' podría entenderse como la «irónica banda sonora» de un planeta en caída libre. «Una broma sobre el peligroso mundo en que vivimos», dice el propio Calleja.