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Todos los museos suelen cambiar sus colecciones. Aunque sus grandes piezas permanecen colgadas de forma inmutable. En esto, el Museo Picasso Málaga es un centro expositivo único, porque cada tres años renueva por completo sus fondos. Incluidas sus obras maestras. Así, en lugar de un catálogo cerrado, las salas de la pinacoteca han exhibido en sus 20 años de vida más de 1.500 piezas del malagueño. La última actualización ha llegado esta semana con 'Pablo Picasso: estructuras de la invención', una propuesta comisariada por el norteamericano Michael Fitzgerald sobre la idea de unidad de la obra picassiana en lugar de la habitual clasificación por etapas. Del total de 200 obras de la nueva colección, 150 de ellas cedidas en préstamo por la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso (FABA), seleccionamos las más emblemáticas, entre las que no faltan algunas inéditas en España.
Sala 1
A lo largo de su vida, Picasso construyó una obra plagada de retratos de su familia. Ese particular 'álbum de fotos' comenzó con sus padres y su hermana, de la que la nueva colección exhibe una deliciosa tablilla al óleo, 'Lola con muñeca', en la que la pequeña de los Ruiz Picasso aparece sentada y posando con un gran juguete, como si mirara a cámara. Una obra fechada en torno a 1896 en Barcelona y en la que el adolescente Pablo ya muestra su destreza técnica cuando era todavía un estudiante. Detrás de la escena principal, aparece otra muñeca colgada, con kimono japonés y parasol, que responde a la moda oriental de finales del XIX.
Sala 2
De Lola a Fernande Olivier, la compañera del malagueño a comienzos del siglo XX, con la que pasó una temporada en los Pirineos catalanes. Allí le influyó el arte románico e ibérico que plasmó en esta pieza, una de sus primeras esculturas, en la que el perfil de su pareja es reconocible. Fechada en los mismos meses que la revolucionaria 'Las señoritas de Avignon', Picasso explora aquí los volúmenes combinando las formas definidas del rostro y el pelo con cierta indefinición a la búsqueda de formas artísticas innovadoras, explica el comisario de la colección.
Sala 3
La primera de las piezas inéditas que se exhiben en España y que forma parte de la nueva colección del Museo Picasso es este retrato del hijo primogénito de Pablo Picasso, nacido de su matrimonio con Olga Kokhlova. Estamos ante la obra delicada de un padre y, a la vez, clasicista de un artista que vuelve a la figuración más tradicional. La pieza dialoga con otros óleos emblemáticos del vástago de la familia que se exhibe en esta misma sala 3, 'Paul en un asno', realizada al año siguiente. En ambas, el pequeño aparece con su inseparable gorro.
Sala 3
El clasicismo también está presente en este dibujo de la madre de Paul que se contrapone a otros marcados por el cubismo en esta misma sala 3. Además, da continuidad a la presencia de la primera mujer de Picasso en la colección, cuya obra 'Olga Kokhlova con mantilla' se convirtió en una de los emblemas del MPM en su inauguración hace ahora dos décadas. Este retrato al óleo sobre lienzo, depósito del Ministerio de Cultura en el museo, se exhibe además sobre un cuaderno de dibujo del artista malagueño en el que se muestra la mano de su primera esposa con el anillo de boda en el dedo anular. Crónica de un tiempo feliz.
Sala 4
La sala 4 trata de mostrar una mirada diferente de la mujer en la obra picassiana y, de camino, aportar una visión artística al debate sobre la misoginia del malagueño. La pequeña estancia está presidida por la obra monumental 'Las tres gracias', en la que las protagonistas emergen de un fondo oscuro hacia la luz y están desprovistas de la habitual sexualidad de estos personajes de la mitología griega. Junto a ellas, se exhiben artistas y guerreras pintadas por Picasso, «mujeres muy poderosas», subraya el comisario Michael Fitzgerald, que enfrenta las acusaciones machistas a lo que la propia obra dice del artista.
Sala 5
Otra de las piezas de la nueva colección que se exhiben por primera vez en España es esta escultural figura femenina en la que el yeso se mezcla con materiales, en este caso, el cartón para el tratamiento de las superficies y el acabado de ese vestido a rayas con el que Picasso nos habla de arte y de moda con esos pliegues horizontales que cambian de dirección y pasan a ser verticales para convertirse en una falda. Una pieza muy representativa de la escultura en yeso que se convertiría en parte fundamental de la experimentación picassiana en los años 30.
Sala 6
En la alargada sala 6 es imposible no quitarle el ojo a esta pieza que preside la pared del fondo, en la que Picasso explota la combinación de cubismo, clasicismo y surrealismo para realizar una de sus obras más desafiantes. Tras definir claramente a la mujer y el sillón a rayas, hundió el rostro de la figura en una masa de pigmento ejecutada con rapidez y frenesí. Las partes definidas contrastan con las zonas inacabadas del cuadro, lo que sugiere el conflicto emocional del malagueño. Esa mujer sin rostro la pintó en un momento en el que seguía casado con Olga, pero vivía con la joven Marie-Thérèse Walter. Ese contraste de lo nítido y lo sugerido en obras aparentemente inconclusas lo usaría con reiteración como se puede comprobar en esta estancia del museo.
Sala 7
Curioso recorrido el de esta obra que ha pasado de exhibirse temporalmente en 2023 en la exposición 'Picasso escultor. Materia y cuerpo' durante el 20 aniversario del MPM a formar parte de la colección semipermanente. Pieza pionera en el repertorio escultórico del malagueño, su origen se inspira en la comedia griega 'Lisístrata' con la representación de la figura de un soldado clásico cuya 'armonía' se rompe con una nariz exageradamente deformada y ojos salientes y asimétricos (tomó como base dos pelotas de tenis, cuenta Bernard Picasso). «Mas propio de un payaso que de un guerrero», añade el comisario al desvelar las claves de representativa pieza antibelicista y que está situada en el centro para que el visitante pueda darle la vuelta.
Sala 11
Si el principio era una niña, Lola, el final del recorrido de la nueva exposición semipermanente del Museo Picasso retrata la vuelta a la infancia y la reivindicación de la libertad de imaginación de los más pequeños por parte del viejo Pablo, que rescata aquí su condición meridional y mediterránea de sus primeros años en Málaga. A pesar del título, Picasso juega a la ambigüedad ya que el doble perfil de niño y hombre de la figura encarna el deseo del artista de infundir a su último arte el espíritu de su juventud perdida.
Sala 12
Humor y alegría también se intuye en esta representación taurina que se exhibe en la sala epílogo, la 12, que se encuentra exenta al resto del edificio y que se ha dedicado en exclusiva a la producción cerámica de Picasso para reclamar la relevancia artística de un formato que no siempre goza de la misma consideración que la pintura o la escultura y fue fundamental en la obra del malagueño. Todas las piezas de esta última estancia están dedicadas a otra de las obsesiones del artista, los toros, como esta obra inédita en España que representa un minotauro, mitad hombre, mitad toro, que algunos consideran un autorretrato del propio Picasso por sus similitudes con algunas piezas en la que se pintó a sí mismo. Una pieza tan maestra como poco conocida y que, como el resto, conservó el artista en su colección personal durante toda su vida.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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