Hace no muchos años estaba sentado en un aula como cualquier joven de 17 años. Tenía claro que su especialidad iba a ser aquella que ... le permitiera hacer volar su imaginación sin límites y por eso decidió estudiar Bachillerato de Artes, en el que encontró una forma de hacer que las horas más aburridas de la jornada lectiva pasaran más rápido. Libreta y bolígrafo en mano, Nico Herrera pasaba las horas dibujando bocetos en un ápice de desconexión que ha acabado por convertirse en su propia profesión. «Era 2016, no era mal alumno pero había algunas asignaturas que no me terminaban de convencer y empecé a dibujar con la idea de hacerme tatuador, me alié con un amigo y nos compramos una máquina para empezar a tatuar», cuenta el joven que, a pesar de haber nacido en Argentina, lleva toda su vida en tierras malagueñas y se siente marbellí de adopción. A sus 25 años, tiene su propia marca Blackburial, conocida no solo por tener un nombre llamativo, sino por vestir a artistas del nivel de Quevedo, Duki o Saiko, entre muchos otros.
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Envuelto en horas haciendo grafitis y su plan de ser tatuador, la moda urbana llegó casi por intuición a su vida. Quién se lo iba a decir. «La máquina de tatuajes sigue en la caja, cuando empecé a hacer diseños para tatuajes y a subirlos a redes sociales, sin ser conocido ni nada, un amigo me sugirió que podría hacer camisetas con esos diseños. Mi madre me aconsejó que probara con los tatuajes y con las camisetas para ver qué me gustaba más, así que me puse manos a la obra con la con la ropa porque necesito centrarme en una cosa concreta para que salga bien cuando quiero hacer algo. Encargué diez camisetas y las vendí a amigos en el instituto y hasta día de hoy», recuerda Herrera, quien hace ocho años le pidió prestado a su hermano 60 euro que tenía ahorrados para elaborar esas primeras prendas, dinero que le devolvió con la venta de las mismas y con el poco beneficio, se lanzó a hacer más camisetas, con cero beneficios.
«Ahí sólo tenía 300 seguidores y poco a poco empecé a enviar camisetas a páginas de memes e influencers hasta que ya he llegado a un momento en el que los propios estilistas de los artistas me piden directamente la ropa», cuenta recordando aquellos inicios en los que dibujaba sus propios diseños con una tableta gráfica mirando a la pantalla del ordenador, sin saber si serían para tatuajes o ropa. Desde el principio, la marca de moda urbana ya se llamó Blackburial, y empezó con un amigo de la forma más «random» posible, como el propio creador explica: «Pensamos en que queríamos una palabra en inglés, ese era el principal requisito y así decidimos empezar con 'black' y añadirle luego otra palabra, en este caso salió 'burial' que significa entierro y yo quería darle un toque de mundo oscuro y del tatuaje.
A día de hoy, más de 90.000 personas siguen a Nico en Instagram, la red social que se ha convertido en su mayor portal de publicidad, donde publica fotografías con personajes famosos, tanto influencers como cantantes del momento que no dudan en compartir sus diseños, virales ya en la moda urbana.
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La ropa de Blakckburial–que ya no son sólo camisetas, sino pantalones, 'hoodies' y sudaderas–se han hecho un hueco en los armarios de artistas como Quevedo, Saiko, Natos y Waor o Duki, entre otros muchos. «Cuando empecé a trabajar con influencers, fui consciente de que la producción tenía que ser más grande y además de encargarlas a una imprenta, decidí comprarme mi propio pulpo de serigrafía, por lo que empecé a hacer camisetas de forma autodidacta en una cocina de la parte de abajo de mi casa que estaba inutilizada», recuerda.
Ser consciente de que se ha convertido en una marca de referencia a nivel nacional, traspasando en ocasiones hasta fronteras internacionales, no es fácil. Para Nico parece que fue ayer cuando empezó a llenar furgonetas de pedidos y trabajaba desde casa, sin embargo, a día de hoy ya tiene su propia oficina en Estepona, donde trabaja a diario para gestionar las ventas, el encargo de pedidos y el diseño de su propia web. «Nunca se me ha dado bien delegar, pero ya sí tengo diseñadores con los que trabajo y fotógrafos incluso de otras ciudades como Madrid y Barcelona, aunque de momento no tengo tienda física, pero sí me gustaría abrir una en Madrid», adelanta.
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El estilo de la ropa de Blackburial comenzó siendo del «mundo del tattoo», como él mismo lo define. Un estilo que acabó siendo más gótico y que ahora se rige porque él mismo fluye con las tendencias del momento. «Antes hacía lo que me gustaba ahora me centro más en lo que a la gente le mola porque esto es un negocio, digamos que me voy influenciando por las nuevas modas», sostiene Nico, que empezó con este proyecto sin imaginarse llegar a donde ya ha llegado, con la única ilusión de ver sus dibujos sobre una camiseta y que, desde hace ocho años ha invertido todos sus esfuerzos en seguir impulsando Blackburial.
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