Navieros en la orilla
Viernes, 19 de abril 2019, 17:48
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Los armadores marroquíes empiezan su trabajo donde el oleaje termina. La construcción de pateras no es sólo un gran negocio, sino un negocio único. Siempre hay gente que lleva años ahorrando para pagarse la travesía y llegar a España, aunque la embarcación no tenga patente ... de corso, a ver si encuentra un trabajo que no deseen desempeñar los indígenas. Para sospechar ciertas decadencias, incluidas las no occidentales, no hace falta leer a Oswald Spengler, del mismo modo que no es necesario estudiar botánica para comprobar que las rosas se marchitan. El rey Almotámid tenía los ojos claros y la mejor biblioteca de su tiempo. Quiero decir que los árabes, que le enseñaron al agua a divagar entre los mirtos, al mismo tiempo que inventaban el álgebra, tenían poco que ver con los que actualmente llamamos moros. Los hay en mi costa, vendiendo linternas y alfombras. Y más que van a venir, casi todos en pateras. Las pateras son la sexta flota de la miseria. La afluencia de marroquíes está garantizada desde el momento en que la mitad de ellos vive con menos de 250 pesetas al día. Son los privilegiados. Unos tres millones y pico tienen que conformarse con once dirhams diarios, que vienen a ser 160 pesetas. Los navieros que construyen pateras al borde de la playa tienen asegurado su negocio. Cada día les hace falta más madera. Los que no se ahogan se sienten en la gloria. No saben que pisan un país con una inflación sólo del 2,5 por ciento y un crecimiento del PIB cercano al 3, pero saben que en el suyo estaban pisoteados. España es su paraíso encontrado y por eso se arriesgaron a pasar la mar. ¿Será verdad que para que nosotros vivamos en un mundo mejor tiene que haber otros mundos sumidos en la miseria? Sólo nos libramos unos cuantos: los nacidos en lo que Haro Tecglen llama «tierras de la aspirina y la hostia», o sea del confort y los auxilios espirituales. Los vecinos, a los barcos. Más madera. Es el hambre.
(Artículo de Manuel Alcántara publicado en Diario SUR el 6 de mayo de 1997)
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