Casi todas sus conversaciones con los clientes empiezan de la misma manera: «¿Eres capaz de…?». Lo que sigue puede ser cualquier cosa: crear un río en un desierto, montar una piscina frente a un edificio de Vía Layetana, convertir una cancha de baloncesto en pista ... de tenis, hacer que se caigan ordenadamente las estanterías de una enorme biblioteca… Y, aunque a veces parezca imposible, sí, Nacho Guerrero (Málaga, 1972) es capaz. Como diseñador de producción con años de experiencia en el sector, el malagueño es uno de los responsables de lograr la magia de la publicidad para grandes marcas internacionales, desde Coca-Cola a Seat, pasando por Gillette, BMW o Puma.
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Su trabajo consiste en conseguir el decorado que cada rodaje necesita, con los efectos especiales que requiera, y hacerlo con el menor coste posible, utilizando los recursos de forma eficiente. «No solo haces el diseño, sino que piensas como productor para que salga lo más económico posible. Y que sea factible», explica Nacho Guerrero. Coordina un equipo en el que, además del director de arte, hay carpinteros, herreros, pintores y buscadores de atrezzo, entre otros profesionales.
Juntos hacen ilusionismo audiovisual. «Porque en nuestro trabajo todo tiene truco», admite entre risas. Si no, ¿de qué forma podría un equipo de natación sincronizada nadar en pleno centro de Barcelona para mostrar las posibilidades de la empresa energética E.ON? En ese caso, construyeron una réplica de una fachada de Vía Layetana de 35 metros de largo por seis de alto frente a una piscina de Montjuic calentada a 28-29 grados en pleno invierno. El spot se rodó en dos días, su equipo estuvo trabajando 30 días antes sin parar. «Todo exprés. ¡Es de locos lo que hacemos!», exclama con cierto orgullo.
Porque hay que ser, al menos, atrevido para aceptar el encargo que llegaba de Puma: querían una enorme biblioteca en la que las estanterías fueran cayendo como piezas de dominó mientras por el centro corre con el balón el futbolista Marco Verratti. En ese caso, trabajó para el diseñador de producción Sam Tidman y el director Scott Lyon. Montaron trece estanterías de tres metros y medio de altura dentro de un castillo de Madrid con un sistema que hacía que se desplomaran sin que se dañaran. Había 500 metros lineales de libros para colocar en ellas. «Entre una veintena de personas, reseteábamos en una hora y 20 minutos y se volvía a rodar». Hasta cuatro veces lo llegaron a hacer en un día. «Nos lo pasamos muy bien, fue muy divertido», recuerda.
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En una ocasión transformó la cancha del Joventut Badalona en una pista de tenis para que jugara Federer en un spot de Nike. Más de una vez ha abierto un río en medio del desierto de Almería para que vadee por él un coche del que se quiere mostrar toda su potencia. «Y no es tanta historia. Una pala excavadora, un plástico y cubas de agua», relata. Poco antes del verano volvió al desierto de Tabernas para un anuncio de Remia con el actor Jeffrey Dean Morgan, y hace solo unas semanas creaba un «pasillo infinito» para Pantene.
Durante años, la mayoría del trabajo para las empresas de 'service' de publicidad –las que facilitan todo lo necesario para el rodaje– se concentraba en Madrid y Barcelona, donde Nacho Guerrero ha desarrollado gran parte de su carrera. Casi siempre en anuncios para el mercado británico y americano, y para Francia y Holanda en algunos casos. Pero la tendencia ha cambiado y Andalucía gana fuerza como plató. De hecho, hace un año Nacho Guerrero decidió instalar en Málaga su propia empresa de decorados y efectos especiales en un taller de San José del Viso. Se llama Hot Set, la expresión que se utiliza en el cine para indicar que el lugar está ya listo para el rodaje y nadie, absolutamente nadie, puede mover ni un bolígrafo de su sitio.
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Y eso que el mundo audiovisual nunca entró en sus planes. Nacho Guerrero, que creció en Pedregalejo, se formó como ceramista y tenía un taller desde el que surtía de teteras a muchas de las teterías que se pusieron de moda en Málaga hace 30 años. Hasta que un amigo le propuso que le echara una mano en la grabación de un videoclip en Almería. «En tres días te ganabas lo que en un mes en el taller». Pero, más allá del dinero, confiesa que a esto le engancharon los retos. Daba igual las horas que necesitara para hacerlo, si alguien le preguntaba «¿eres capaz?», su respuesta tenía que ser sí.
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