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Hay algo en su voz aguda y en ese aroma añejo que desprenden sus canciones que lo hacen inconfundible. Al escucharlo se sabe al instante: esto es de Zenet. Un universo sonoro con denominación de origen que poco a poco se expande a un lado ... y al otro del micrófono. Zenet se lleva a su mundo a una interesante mezcla de artistas en su nuevo proyecto. El Kanka, Silvia Pérez Cruz, Vanesa Martín, Coque Malla, Xoel López o Marwan, entre otros, se hacen 'Zenetianos' en el disco de duetos que verá la luz el 28 de mayo. Dos días antes, la tarde del 26, Zenet presenta las imágenes de esas grabaciones en la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo de la mano de la Fnac (invitaciones disponibles con la precompra del álbum en Fnac Málaga). Es el anticipo lo que está por venir en los directos. Tras dos conciertos en formato jazz (18 de junio en el Marenostrum Fuengirola y el 23 de julio en el Portón del Jazz de Alhaurín), el malagueño promete varios de sus duetos en la capital en septiembre.
–¿Qué es ser zenetiano?
–Estar en el planeta sonoro de Zenet. Esa palabra se la escuché a un periodista y le dije 'si me lo permites, me la guardaré en un cajón y algún día la robaré'.
–¿Es un proyecto pandémico o nació antes de todo esto?
–Surgió antes. Hace más de dos años tenía encima de la mesa tres ideas posibles: 'La guapería', este y otro que será el siguiente que haga. Me dijeron: 'Hay que elegir uno de los tres'. Y yo les contesté: 'Elegir el que queráis, voy a hacer los tres'. Me aconsejaron que era un momento bonito para hacer 'La guapería', y así se hizo primero.
–¿Le ha sorprendido descubrir que tenía tantos amigos?
–Sí, porque uno siempre tira de los que conoce y si hay que comprometer a alguien, comprometes primero a tu primo y luego ya veremos. Pero con mi oficina estuvimos barajando varios nombres que me gustaría que estuvieran y con los que no tenía trato personal. Me ayudaron a contactar con ellos y yo, con un poco de vergüenza, muy tímido, les decía 'te importaría', 'me gustaría que estuvieras'… Ha sido maravilloso porque me he dado cuenta de que en cierto modo para muchos artistas el sello de Zenet responde a ciertas cualidades de calidad musical. Me di cuenta con mucha alegría de que soy muy respetado en el mundo de la música. Estoy encantado porque yo no era consciente de esto.
–¿Y eso?
–Bueno, con algunos me había cruzado y me habían dicho algo; pero no así con otros muchos con los que no me había cruzado y que no solo sabían de mi existencia, algo que no me esperaba, sino que además escuchaban mi música. Y aquí me ves cantando con Coque Malla, Depedro, Xoel y con otra gente con la que no hubiera tenido contacto si no hubiera hecho esta especie de salto al vacío.
–Entonces, 'Zenetianos' le ha subido la moral.
–Un poquito sí, la verdad. Al mismo tiempo que me subía la moral me he dado cuenta de lo agotador que es hacer un disco de duetos y he acabado rendido (risas).
–¿Alguien le dijo que no?
–No un 'no' porque no me pega o no es lo mío, pero sí un 'no porque estoy en pleno proceso de creación y me prometí no hacer nada'. Si sucede, conviene. Para la próxima lo hacemos.
–¿Le daba miedo el rechazo?
–Reconozco que sí, absolutamente. Me he acostumbrado a ser una persona muy independiente, sin tener que pedir favores, solo tirando para adelante con el esfuerzo de nuestro equipo. Si me hubieran dicho dos negativas seguidas, me hubiera bajado mucho el ánimo para continuar. Este disco tenía una vocación de ser absolutamente transversal. Lo gracioso de esto es que 'zenetiano' puede ser tanto gente que está arriba del todo como el que está empezando, como Marilia Monzón o Virginia Maestro. Y de izquierda a derecha en el sentido de que están todas las músicas, desde el pop, el rock, pasando por el flamenco y el cantautor urbano. Uno de los que se me ha escapado es El Niño de Elche, pero estoy seguro de que acabaremos colaborando en alguna cosa.
–¿Y esto cómo se lleva al directo?
–El proyecto es tan loco que 'Zenetianos' continúa en directo. Los que no he podido tener conmigo grabando voy a conseguir que estén en directo. Te puedes imaginar la que voy a liar en Málaga.
–En alguna ocasión ha hablado de su 'parroquia' de seguidores. ¿Cuál es el dogma del zenetiano?
–Esto de ser independiente marca mucho cómo es tu público. Cuando estás con una multinacional, la información te viene mascada, tu gira sale por todos los sitios, estás en los autobuses, en las pantallas… en todos lados. En cambio cuando estás con una compañía independiente, eres una especie de tesoro oculto. Solo el que te sigue sabe dónde estás. El dogma es seguirte a donde vayas. Mi público es gente que le gusta la música, que le gusta la cultura, y aprovecha que estás actuando en una ciudad para ir a conocerla.
–¿Cree que todavía no se le conoce lo suficiente?
–No sé si todavía o será así siempre. En las redes sociales percibes que vamos creciendo, pero está claro que hay una cosa que se llama 'mass media' y es un espacio que no puedes ocupar desde la independencia. A no ser que seas ya un fenómeno de masas como El Kanka. Las multinacionales se encargan de que sus artistas estén en los periódicos de mayor tirada, en los 'prime time' de televisión y radio…
–¿Aspira a eso, le gustaría?
–Depende del precio que haya que pagar. Hoy por hoy voy muy tranquilo por la calle. Cuando me veo con Coque Malla comprando el pan, porque somos vecinos del mismo barrio, entiendo que él tiene más problemas que yo porque le conoce más gente y no se puede relajar tanto. Para mí la popularidad cuando ya pasa a la fama es peligrosa. Y la popularidad en mis términos como músico se traduce en personas que van a verte, en público y rentabilidad de taquilla. Esto es una evidencia.
–Entonces, usted es popular, pero no famoso.
–Yo creo que sí. La palabra popular me gusta más.
–Los músicos se volcaron para crear contenidos durante el confinamiento. ¿Cree que la sociedad lo ha agradecido una vez pasado lo más duro?
–No, ni mucho menos, pero vivimos con ello. En este tiempo, nos hemos acercado a nivel interno entre los artistas, nos hemos apoyado mucho, nos hemos dado cuenta de que nos hacía falta sindicarnos y de lo lejos que estamos de algunos países como Francia. Este ministro no ha sabido ayudar o hacer visible lo que nos pasaba. Por otro lado, nuestra obligación filosófica era estar ahí y hacer lo que nosotros sabemos hacer: ayudar a que las personas tengan un momento de evasión.
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