Cuenta su hijo que Carlos Alba era «extremadamente malagueño». Cantaba a El Perchel y contaba chistes de Fuente de Piedra aunque estuviera en Castilla La ... Mancha. Hacía unas alegrías de Cádiz con una letrilla de Málaga y popularizó expresiones de la calle como «muerde qué rollo», que después recogería el mítico Rockberto. Siempre entre el flamenco y el humor, entre un cante y un chiste. Un cantaor que se ganó los elogios de Antonio Mairena y un humorista que tuvo el respeto de la profesión. Y, pese a todo, un desconocido para muchos. Veinte años después de su muerte, la voz de Carlos Alba vuelve a sonar en 'Antología', un vinilo que rescata grabaciones suyas de los años 80 en un acto de justicia con la memoria de la ciudad. Un proyecto de Alix Records y Moments Festival, impulsado por José Manuel Rojas y Juan José Moya, que sale adelante gracias a las ayudas a la producción artística del Ayuntamiento de Málaga.
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Carlos Alba (1941-2002) era «todo un personaje» de la Málaga de su tiempo, un hombre que actuaba en la peña del barrio o en la feria del pueblo después de pasar la semana trabajando como visitador médico. «Un valiente», le reconoce José Manuel Rojas, por compaginar como podía su faceta artística con cualquier otra profesión. «Podía haber vivido del cante, pero hubiera pasado muchas fatigas», añade el flamencólogo Ramón Soler. Sus cinco hijos le exigían una estabilidad que el arte jondo no le podía dar.
Por eso, y por su profundo arraigo a la tierra, no ambicionó una mayor proyección que le obligara a pasar temporadas fuera de casa. Actuó en Marruecos e incluso en las universidades francesas de París, Aviñón, Aix, Montpellier, Niza, Burdeos y Marsella cuando el flamenco aún no era habitual en los espacios académicos, pero enseguida volvía a El Perchel, de donde nunca salió. De hecho, nació en la calle Cuarteles y cuentan que desde que empezó a andar se acercaba a las vías del tren a cantar a los ferroviarios para sacar alguna propinilla.
Trabajó en la recepción de la Renault de la Carretera de Cádiz, daba clases de guitarra y echaba una mano en el local de la familia de su mujer, el Bar Colón. Allí iba su amigo Gregorio, Chiquito de la Calzada para todos, a visitar a la familia tras su muerte. «Decía que era uno de los humoristas más grandes que ha dado Málaga, se tenían mucho afecto», recuerda su hijo Miguel Alba. No en vano ambos compartían esa doble vida entre lo jondo y la risa.
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En calidad de cómico, usaba el seudónimo de Mauricio, un tipo que se escondía tras unas gafas de sol y peluca negra. Con ese nombre lanzó cinco cassettes con títulos como 'Muerde qué rollo' (1985), 'Vaya tela' (1986) y 'Pollo a lo socialista' (1995). «Hoy son imposibles de conseguir, no tenemos ni en casa. Todo lo que sacaba se vendía». En ellos está ese lenguaje propio de las calles malagueñas que él traducía al humor, con historias por las que desfilaban el 'carababuchas' o el 'carajaula' y expresiones como «¡boom! otra bomba», «cogerse un cebo», «mira, qué perita» o «muerde qué rollo». Rockberto, líder de Tabletom, hizo de esta última su grito y siempre decía que la escuchó por primera vez de Carlos Alba.
Como flamenco era «un buen cantaor que hacía gala de su malagueñismo», apunta Soler. Dominaba los cantes de Málaga, la malagueña y los cantes del Piyayo y Juan Breva; pero también se arrancaba con una soleá o un fandango con letras propias alusivas a la tierra. Dice el flamencólogo que no era un cantaor sistemático, sino «más de inspiración». Había que esperarle, pero cuando llegaba su momento, se salía. Con su gracia y su arte natural conquistó al mismísimo Antonio Mairena, que le definió como «gran artista del cante malagueño» en el texto que le escribió en el disco 'Málaga me vio nacer' (Polifonía. 1981).
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Ese LP se reproduce en su totalidad junto con otros dos cantes en el vinilo 'Antología' que acaba de ver la luz, con el piano de Paco Rodríguez y las guitarras de El Chino, Enrique Campos y Pedro Escalona. Se ha extraído del volumen dedicado a Carlos Alba en la colección 'Antología de cantaores malagueños', editado hace años por Antequera Records en formato CD para la Diputación de Málaga. Remasterizado en 2021 por Antonio Navarro de Cambayá Estudio y con diseño de Álvaro Fernández (Unbuentipo), la obra está a la venta en tiendas especializadas y en la web de Staf Magazine. «Teníamos mucha pena de que no se acordaran de papá, de su carrera, del personaje que ha sido en Málaga. Esto ha sido una alegría, una ilusión», reconoce Miguel Alba. Una oportunidad de cambiar lo que él mismo cantaba en un fandango que hoy suena premonitorio: «Con lo que yo a ti te quiero y qué mal pago me das, Málaga de mar y sierra, siempre te llevo en mi mente. ¡Nadie es profeta en su tierra!».
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