José Villalobos, en los Baños del Carmen. Isidro González
La Granizada

José Villalobos: «Echo en falta el mar; un verano lejos de la playa es como una Navidad sin frío»

Compositor y productor musical que vive a caballo entre Madrid y Los Ángeles, destaca los cambios que ha experimentado Málaga: «Está cada vez más increíble»

Isabel Méndez

Málaga

Martes, 20 de agosto 2024, 00:09

Vive a caballo entre Madrid y Los Ángeles, aunque cuando el trabajo le deja aprovecha para darse una escapada a su Málaga natal, y se asombra con los cambios que ha experimentado la ciudad en los últimos años. A punto de cumplirse un año de ... hacer historia al ser el primer español en recibir el galardón a la mejor banda sonora de la Academia del Cine de Argentina, José Villalobos es responsable de la música de casi 50 producciones para España, Argentina y Estados Unidos y tras un breve paréntesis por vacaciones vuelve a la carga con nuevos proyectos. Uno de ellos se estrenará en el Festival de San Sebastián, ya que ha compuesto la música de 'El hombre que amaba los platos voladores', la última película del director argentino Diego Lerman y que competirá en la sección oficial de este veterano certamen de cine.

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– El verano suele ser sinónimo de vacaciones, aunque en algunos trabajos como el suyo nunca se sabe, ¿no?

– Sí, es verdad. Aunque siempre intento descansar algo, antes o después, porque hace falta. Este año me he tomado dos semanas en agosto. En julio terminé el rodaje de la nueva película de Diego Lerman para Netflix, con Leonardo Sbaraglia como protagonista y después he podido desconectar un poco.

– Reside entre Madrid y Los Ángeles, ¿cómo se viven los veranos lejos de la playa?

– Mal, así que siempre intento estar cerca del agua, porque un verano sin mar es como una Navidad sin frío, y más cuando has nacido y te has criado en el Mediterráneo. Intento recordar algún verano en el que no haya estado en zona de playa, y creo que no puedo. Siempre que me es posible voy a Málaga, a ver a la familia y a los amigos. Este año he estado como una semana aquí y después he ido a Menorca. La verdad es que Málaga está cada vez más increíble, no para de cambiar, tanto que no sé si explotará (risas).

– ¿Dónde nota más los cambios de la ciudad?

– Abrir tus puertas al exterior tiene sus cosas buenas y otras que no lo son tanto. Viene gente con mucho talento que se mezcla e interactúa con los malagueños y así se enriquecen mutuamente. La calidad de vida en nuestra ciudad siempre ha sido muy buena, y creo que ahora está igual o mejor. Respecto a la faceta cultural, que es en lo que yo más me fijo por deformación profesional, la calidad ha mejorado mucho también, aunque considero que Málaga siempre ha mantenido un buen nivel. También es cierto que cuando una ciudad crece, o se pone de moda, como le ha pasado a la nuestra, los precios crecen. El desafío, el 'challenge' que tiene Málaga, en mi opinión, es encontrar un balance entre todo lo nuevo, todos los que llegan, y los malagueños de siempre, los que son de aquí y siguen aquí.

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– Nació y pasó su juventud en Málaga, pero ya hace mucho que la dejó por trabajo…

– Sí, vivo entre España y Estados Unidos y cada vez más también un poco donde quiera. Porque por suerte la verdad es que tengo el privilegio de poder vivir prácticamente donde me apetezca si el trabajo me lo permite, gracias a que todo está cada vez más globalizado. Pero la verdad es que me cuesta mucho estar en una ciudad sin mar, de hecho los 14 años que pasé viviendo solo en Los Ángeles se me hicieron muy duros. Adoro Madrid, pero echo en falta el agua y la sal. De momento sigo lejos, pero no sé dónde acabaré (risas).

– Los camperos han llegado a Madrid, no sé si ha tenido ocasión de probarlos…

– ¡Sí! En la zona de Chueca. He estado allí y he hablado con los responsables, y son de Málaga también, en concreto de Torre de Benagalbón, si no recuerdo mal. Su local se llama 'Granjero busca campero'. El pan que tienen lo traen de Antequera ¡los camperos están buenísimos! Son camperos malagueños, pero en Madrid. Vaya, que sustituyen la playita por la Puerta del Sol (risas).

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«Me gusta entrar en septiembre con los deberes hechos, en agosto hago un reseteo y reflexiono»

– ¿Cómo es su verano ideal?

– Para mí el verano ideal es estar cerca del agua, porque un verano lejos de la playa no es verano, y que me perdonen los que no lo tienen. El verano es también viajar, que me gusta mucho, conocer gente, que siempre aporta experiencias, y también pasar calor, por supuesto… Me encanta bajar a la playa a las ocho de la tarde, aunque algunas veces también hay que ir a una hora más normal para ponerse algo moreno (risas). Y aparte de eso tomar muchos helados, horchatas y leche merengada, aunque eso es mejor hacerlo todo el año. Y para ser ideal del todo, no puede faltar el cine de verano: recuerdo cuando los que montaban cuando era pequeño, con las pesadas sillas inolvidables de metal azul.

– Algún verano que le haya marcado especialmente, por el motivo que sea...

– El de 2008, cuando viajé a Bali. Fue después de un año muy duro en Los Ángeles que no me salió como yo hubiera querido, y me fui 36 días solo a aquel país. Allí pensé mucho en lo que tenía que hacer para ser distinto y destacar, y se me ocurrió un experimento musical que al final me llevó a hacer un proyecto para la NBC. Ese verano me marcó mucho por este motivo, además de las mil aventuras que te pueden pasar viajando solo.

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– Septiembre suele ser sinónimo de resetear tras el descanso y hacer nuevos proyectos: ¿es su caso, o depende del año?

– Para mí septiembre es un mes especial, me gusta mucho. Aún hace calor y es verano, aunque no todos lo vean así. Para mí el reseteo lo hago en agosto, que es cuando estoy de vacaciones y pienso en cómo puedo hacer mi trabajo mejor y evolucionar, me tomo un tiempo de reflexión. Es como los buenos propósitos que se hacen cuando va a empezar un año nuevo, sólo que yo los planteo en agosto. Me gusta entrar en septiembre con los deberes hechos.

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