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CRISTINA PINTO
Lunes, 20 de septiembre 2021, 00:33
Por la tarde María había avisado a su hijo por teléfono: «Que voy a ver a Víctor Manuel, que es de mi época», le dijo. Ella, en la platea 12 del Teatro Cervantes, se lo estaba contando a sus amigas Marily, María y Rafi, cuatro ... fieles del lugar. Podrían ser conocidas perfectamente como 'las chicas VIP del Cervantes', o de cualquier sitio. Se apuntan a todo. «Hay que aprovechar mientras se pueda», comentaban entre ellas. Estas cuatro amigas ya miraban al escenario esperando al motivo de su visita, porque eran las siete de la tarde del sábado en Málaga y se abría el telón para recibir al cantautor asturiano Víctor Manuel.
Siete focos iluminaban a un solo punto del escenario, ese donde el cantante se paró mientras saludaba al público que le daba la bienvenida con un cálido aplauso. Vivir para contar. Contar para vivir. 'Volver para cantarlo' era el nombre del concierto en acústico que ofreció Víctor Manuel en el último domingo del verano. Había que haber vivido, cantado y contado mucho como lo ha hecho el artista asturiano para hacer un acústico como el que hizo. Un paseo por su vida entre canciones y explicaciones que Víctor Manuel fue recitando a lo largo de las dos horas que estuvo en el Cervantes.
Estuvieron su voz, la guitarra tocada por Ovidio López y las manos de David San José por el piano, especial complicidad la que se veía entre él y su padre, Víctor Manuel, que comentaron varias anécdotas entre ellos durante el concierto. 'Mis recuerdos' era el primer tema que el asturiano interpretó y lo hizo sentado a solas con la guitarra, tocada por él.
Recuerdos eran los que llegarían a continuación, cada uno relacionado con la canción que le seguía. Lo de 'Volver para cantarlo' también podría haberse llamado 'Volver para contarlo', porque el cantante no paró de descubrir vivencias que provocaron más de una risa entre el público. También porque Víctor Manuel hablaba en las canciones de una manera desgarrada que le llevaba a mover todo su cuerpo y la cabeza hacia atrás.
Ni micrófono en mano ni pie de micro, el asturiano se paseaba por el escenario del Cervantes con el micrófono diadema que le llegaba directamente a la cara y le daba aún más libertad para interpretar sus canciones. Entre tantos míticos de su carrera, nada más decir: «La Planta 14 en el pozo minero», el patio de butacas rompía con un fuerte aplauso con este tema del cantante y Ana Belén. Hablando de ella llegó lo más romántico: «Ella tenía 20 años cuando la conocí, era guapísima. Me encantaba cómo trabajaba, yo quería ser como ella», recordaba momentos con Ana Belén, su compañera de vida. Con ella llegaron temas como 'Quiero abrazarte tanto' o 'Nada sabe tan dulce como su boca'.
Hubo espacio también para su madre y su abuela 'Mari', por la que compuso 'María coraje', donde cuenta y da detalles de la vida de ella. Ya llegando a los últimos veinte minutos, en una esquina del patio de butacas, dos amigas levantaban los brazos y bailaban con las manos al ritmo de 'Soy un corazón tendido'. Y cuando Víctor Manuel cantó a su Asturias del alma, los flashes en los móviles de los más atrevidos se encendieron para acompañar al cantante.
Se despidió del público pero volvió varias veces. Antes de irse, además de cantar otros cuantos temas, admitía que estaba contento de estar en el Cervantes. «Estoy feliz de ver a Málaga tan llena de cultura por todas las esquinas», confesaba el asturiano. Era el momento de la despedida con 'Para que te quieran y que tú sepas' cuando Víctor Manuel abandonaba el escenario mientras aún sonaban las últimas notas en el piano. Al acabar la música volvió y lanzó besos al público, que le esperaba en pie sin dejar de aplaudir.
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