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Marina G. Pedraza
Sábado, 6 de julio 2019, 00:42
Un auditorio con las luces preparadas. Un palco listo para llenarse. Cerca de treinta jóvenes de la Joven Orquesta Palestina (Orquesta Filasteen Young Musicians, FYMO) están listos para la actuación. Tienen el tiempo justo para realizar el ensayo y los nervios están a flor de piel. Sin embargo, hay sonrisas entre los músicos y cejas fruncidas, fruto de la concentración. Un chico con rizos alocados, a su lado, un hombre con la cabeza brillante de ideas. Una chica con un hiyab y camisa de lunares. Trenzas, pelo corto, largo rubios y morenos. A todos les unen las horas de ensayo dedicadas y una pasión común: la música.
Lo demuestran bajo este ensemble orquestal integrado por el alumnado de la Fundación Barenboim-Said en Ramala (Palestina), así como por músicos de la Orquesta West-Eastern Divan. Por primera vez viajaban a España para ofrecer un concierto en el Auditorio Edgar Neville de la Diputación de Málaga. Lo hacían ayer, dentro de las celebraciones del XV aniversario de la Fundación. Ha sido todo un reto de organización. Para salir de Tel Aviv, Israel, tuvieron que pedir un permiso especial, pero fue denegado. A partir de ahí realizaron un complejo viaje, cruzando el río Jordán hasta llegar a Jordania y después a Andalucía. «Viajar con instrumentos es complicado, muchas veces no consigues el permiso de la aerolínea para llevar un chelo», cuenta Muriel Páez, directora gerente de la Fundación Barenboim-Said. «Pero lo importante es que llegaron todos bien el 1 de julio», añade. Desde entonces no han parado de trabajar mañana, día «y casi noche». «Aunque muchos de ellos sean jóvenes están trabajando no sólo como adultos sino como profesionales de primera línea», explica la directora de la Fundación.
Ayoub Rahab tiene 17 años. Se levanta temprano por la mañana, va al colegio, llega a casa, almuerza y practica casi cuatro horas diarias el violín. «Bueno, depende del día», confiesa con una sonrisa. Hace un cálculo rápido y dice: «Llevo en la Fundación ocho años». «Esto significa mucho para mí, no conozco otro sitio para aprender música mejor», agrega. Ayoub sabe que es una gran oportunidad viajar a Viena y Málaga para «poder tocar con grandes músicos».
Katia viene de Viena. Serry ha viajado desde Alemania para el concierto. Ambos nacieron en Palestina y llevan tocando en la FYMO (Orquesta Filasteen Young Musicians) desde el principio. «Es nuestro segundo gran proyecto con la orquesta», relata Serry. «La primera vez tocamos en Turquía en primavera y aquí estamos con algunos profesionales de la Orquesta West-Eastern Divan, vigilado muy de cerca por el maestro Barenboim, así que es un gran proyecto para nosotros», continúa.
Un chico alto, pelo rubio y aparentemente calmado recorre la sala. «¡Más fuerte!», les dice a los chicos en el ensayo. No se le escapa un detalle. Es el director de la orquesta, Thomas Guggeis, director asistente de Daniel Barenboim, quien le ha propuesto, a pesar de su juventud, dirigir esta joven orquesta. Aun acostumbrado a trabajar con orquestas profesionales no olvida lo que se siente estar en el otro lado. «Canté como tenor en un coro de Alemania, donde tenías la combinación de jóvenes llenos de energía y la gran ambición de querer alcanzar lo mejor en la música. Estoy muy feliz de ver esto ahora desde el otro lado», explica Thomas Guggeis. Pese a todo, exige a estos jóvenes músicos todo y más, «como si fueran totalmente profesionales», detalla Páez. «Los está llevando hasta el límite. Para llegar a la excelencia uno tiene que dar todo de sí y un poquito más», revela.
Para este único concierto en España, el maestro Daniel Barenboim estuvo entre el público de manera exclusiva, según confirmaron desde la Fundación. «Ha estado muy involucrado en la elección del repertorio, presta mucha atención al proyecto y le es muy importante», puntualiza Muriel Páez. Todavía queda camino por recorrer. Pero sea como fuere, la música siempre unirá a aquellos que estén listos para oírla.
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