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La Noche Flamenca de Santa María arrancaba en la noche del sábado 5 con la voz de Rancapino Chico, pero la estrella estaba por aparecer. ... Fervor entre los aficionados que aplaudían al cantaor que mantenía el nivel del apellido dinástico. Tras su actuación, la ya joven Victoria Amador, la Rubia de Antequera, arrasó en el tablao nada más salir al mismo.
Con 10 años, ya no es la niña que sorprendió en los programas de jóvenes talentos de Canal Sur. Ha crecido entre clase y clase de Ana Pastrana y en todos los viajes por los tablaos más acreditados de España. Tiene en sus pies, el don de llevar a Málaga a tronar en el mundo del flamenco.
Era su segunda Noche Flamenca en Antequera, pero la primera en Santa María. Se estrenó en pandemia con su profesora en el patio del Ayuntamiento. Esta vez se encontró ante un público que se desmelenó escuchando apasionadamente al primero de la noche en actuar, Rancapino Chico al cante con Diego Amaya a la guitarra. Hay artistas a los que con cantar, les sale el arte a raudales y es su caso.
Seguía la noche con la esperada actuación de Victoria Amador, conocida como la Rubia de Antequera. Fue salir y arrancar los aplausos de la abarrotada Plaza de los Escribanos.
Victoria optó por tientos tangos, vestida de flamenca con chaquetilla y falda negra con lunares blancos. Con espacios, muy solemne en su zapateo, mostró dominar los palos del baile. Fue subiendo el tono con los tangos que dejó boquiabiertos al público por su desparpajo.
Dejó tiempo para lucirse solos a David de Ana a la guitarra y Manuel de la Curra y Aarón Molina al cante, con la presencia de última hora de su maestra, la artistaza Ana Pastrana, que les acompañó en el escenario. Dieron tiempo a Victoria para cambiarse, esta vez con un vestido de flamenca con tonos vivos, con rosa, naranja y rojo que reflejaba la explosión de sus alegrías, con aires más festivos. Era su momento, su noche.
Fue cuando iba zapateando de un lado para otro, parando con temple en el centro de la fachada renacentista de Santa María, como si fuera una de sus piedras decorativas, pero de repente volvía a moverse lentamente hasta que rompía la magia del lugar.
Terminaba, pero los aplausos siguieron con más aplausos, pide a sus acompañantes que se pongan de pie y saludan al respetable. Se miran, sienten el calor de los presentes y deciden terminar la fiesta de pie, sin micrófonos, sin guión, como fin de fiesta como agradecimiento.
El resto del cartel
Y tras el jaleo, seguía la noche. Turno para Mari Peña al cante y Antonio Moya a la guitarra. Se fueron apagando los ánimos que empezaron atronadores en un inicio descomunal. Siguió Ezequiel Benítez y la guitarra de Paco León. Y en la eterna noche, Araceli puso con su baile el fin de una gran noche. Aquella que Rancapino puso la voz y Victoria el embrujo de Santa María de Antequera. Un lugar que abrió sus puertas al flamenco el viernes con la actuación de Luis Perdiguero.
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