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claudia san martín
Miércoles, 22 de julio 2020, 00:06
La poesía y la música casan, ¡digo que si casan! Forman una buena jarana que nos transporta a sitios, cada cual que elija el suyo. Éste es el cometido del ciclo 'Música y Museos', conocido como MUMU, que nos ha regalado una sorpresa veraniega: conciertos al aire libre en el patio del Museo de Málaga, en el Palacio de la Aduana.
Es un plan de obligada asistencia o, al menos, debería serlo. Aunque se desconozca al grupo que debuta en el corazón de esta pinacoteca, como le ocurrió a Antonio Lara, que acudía para toparse con algún nuevo descubrimiento. Y en esta noche de martes bajo un cielo rojizo encapotado, ¿quién lo desencapotará? Fue el grupo granadino Lagartija Nick los que inundaron de música los cuerpos de un auditorio (con entradas agotadas) algo inquieto, sentado, enmascarillado y muy prudente.
Por primera vez acudían Federico Orellana y Noelia Carrera y les asombraba la organización del espacio: «Tienen esto muy bien montado. Da mucha seguridad», comentó Carrera, añadiendo que era su primer plan «más social» desde que terminó el confinamiento. Un estreno muy bien escogido, sin duda.
La banda de indie rock salió a escena tras los versos del periodista Pablo Bujalance dedicados «a la memoria de Jesús Arias», con el fin de mezclar música y poesía en una misma noche y un mismo espacio. Sonaba una melodía tenebrosa, casi eclesiástica, intrigante, misteriosa que precedió a los sonoros aplausos de un público expectante. Los cinco en escena llegaron a Málaga para hacer rock con sus guitarras, bajo, batería, teclados, sintetizadores... Un despliegue de medios importante para hacer temblar las obras en de la primera planta del museo.
Bajo las mascarillas, los labios moviéndose siguiendo la letra y los pies al ritmo de la canción. ¡Qué difícil es estar quieto en la silla en un concierto de estas características! Aunque Federico Orellana, que rondaba los treinta y pocos, discrepaba de esta afirmación: «Yo ya estoy mayor y prefiero un concierto sentado», comentó entre risas mientras miraba a su mujer. Lo cierto es que el grupo, que surgió en 1991 en Granada y que alcanzó el reconocimiento tras la grabación en 1996 del disco 'Omega' con Enrique Morente, son un claro ejemplo de puro rock, inyectándolo en vena desde los primeros acordes. «Por fin sirve la palabra inefable, una experiencia que no se puede expresar», comentó el vocalista, Antonio Arias, algo extrañado por ver al público con la cara medio cubierta y agradeciendo, además, los versos de Bujalance a su hermano Jesús.
Brazos en alto, palmas, pies inquietos fue la respuesta respetuosa y contenida del público para poder seguir disfrutando de noches de música en directo como ésta.
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