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josé maría martín
Estepona
Martes, 3 de agosto 2021, 00:30
A Rocío Bazán (Estepona, 1977), el cante y el flamenco le viene de familia. Una saga que se remonta hasta su bisabuelo, José Fernández, 'El Intrépido', que da nombre a su último espectáculo. Se ha subido a las tablas de escenarios de medio mundo y, ... desde hace 25 años, es la intérprete de 'El amor brujo', de Manuel de Falla.
-¿Cómo le va el verano?
-Muy bien. He compatibilizado mis clases como profesora del conservatorio de música de Jerez de la Frontera con todas las cosas que han ido viniendo. El 8 de junio fue mi vuelta a las tablas, en unas jornadas flamencas en Valladolid. Disfruté muchísimo y recuperé esa sensación de estar ahí arriba y volver a mirar al público, es muy diferente a estar ensayando. A partir de ahí fui a actuar a Polonia, finalicé el curso en el conservatorio y también tuve dos fechas muy importantes, el 26 de junio en La Térmica de Málaga y luego el 27 en la Plaza de Toros de Estepona, ambas con la Orquesta Filarmónica malagueña, interpretando 'El Amor Brujo' de Falla, del que este año se cumplen 25 años desde que lo interpreté por primera vez. Otra de las citas importantes ha sido el estreno de mi espectáculo, Intrépida.
-Háblenos de este último espectáculo. ¿Es el más personal de los que ha hecho?
-Intrépida surge de mi familia. Un día me llega la historia de un barco de cabotaje esteponero de cuya tripulación formaba parte mi bisabuelo, José Fernández Cintrano. Ese barco se llamaba «El Intrépido», que partía de la lonja pesquera de Estepona hasta Triana, por el Guadalquivir. Él se daba una vuelta por las corralas trianeras donde aprendió esa saeta sevillana por seguiriya y el resto de cantes que se hacían allí. Luego las cantaba a su vuelta y las transmitía a su gente. A partir de ahí empieza la dinastía Intrépida, con su hija Manuela, mi abuela, luego mi madre, mis tías y después yo. Muchas de las canciones que he compuesto para el espectáculo se basan en las historias de estos familiares, que no he vivido pero es como si lo hubiera hecho.
-Su música la ha llevado a interpretar en escenarios de todo el mundo. ¿Ha podido notar ese respeto y cariño que se le tiene al flamenco y la cultura andaluza fuera de España?
-Sí, totalmente. Te puedo decir que el flamenco es universal. Nace en Andalucía pero es que después se ha esparcido por el mundo más que el Covid, positivamente hablando. El flamenco es terapia, la gente sale emocionada de los teatros. En el extranjero se valora mucho, traspasa fronteras y toca a las personas, creo que porque se hace desde la parte cercana al corazón, donde nacen las emociones.
-Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Grecia, Israel y hasta en países asiáticos se la ha podido ver actuar. ¿Es cierto lo que dicen de que como en casa, en ningún sitio?
-Te diría que no, fíjate. Es verdad que, si tienes un público que te conoce y te quiere, como me ocurre en Estepona, es maravilloso, sentir ese calor cercano. Pero no te puedo decir que me sienta menos querida con un público extranjero. Las últimas actuaciones antes de la pandemia fueron en Miami y Orlando y parecía que estaba en una peña flamenca en ambas. En Argentina o Uruguay lo mismo. El flamenco tiene el poder de llegar a mucha gente.
-¿Cómo es cantar con una orquesta filarmónica detrás?
-Otra dimensión. Es como si llevaras una manada de elefantes empujándote. Sientes toda esa vibración de energía y es como si te llevaran en brazos cantando. Es una cosa brutal.
-Los críticos dicen que se le da igual de bien cantar, bailar, recitar o interpretar. ¿Con qué disciplina se queda?
-Prefiero el cante porque es que me nace del interior. Tengo unos versos escritos, que están en una plaza a la que le pusieron mi nombre, aquí en Estepona, que dicen «desde al alma hasta la boca es como yo concibo el cante. No solo sale de mi garganta, nace en las bambalinas de mi cuerpo como si una obra de teatro se tratara». Me siento cantaora, desde que me parió mi madre, aunque tengo que decir que el baile siempre me ha podido. Yo no concibo el arte sin movimiento. Aunque esté sentada en una silla, muevo todo el tronco, no puedo quedarme estática. Por eso digo que sale desde las bambalinas de mi cuerpo.
-Hablemos de verano. ¿Es más de gazpacho o salmorejo?
-Uff, ¡me encantan los dos! Ahora eso sí, el día que como salmorejo tengo que echarme una siesta, parece que me da una pájara. Me encanta con su huevo picado y además, me gusta más comerlo con atún en vez de con jamón.
-Siendo esteponera y estando en verano, supongo que no le hará ascos a un volaor con una cerveza fresca...
-Pues mira, el volaor te lo compro pero me gusta más el tinto de verano que la cerveza. Me lo tomo con casera y una rodaja de limón para acompañar a un volaor que es una maravilla y que es muy nuestro, además de estar rico.
-¿Un plan y un lugar perfecto para disfrutar en esta época?
-Me tira mucho el campo, la naturaleza. Si no quiero irme lejos subiría a nuestra Sierra Bermeja, me sentaría a la sombra de los pinos y respiraría el aire de la montaña. Si me preguntaras otro sitio, elegiría la parte norte de España, Asturias o Cantabria, por ejemplo. Me metería en los bosques. Me gusta la frescura que aportan los árboles por allí arriba. Una maravilla.
-Es muy amante de los animales, sobre todo de los perros.
-Sí, tengo seis. Cinco podencos y una galga. Tengo el corazón partido, porque me dan esa alegría de vivir y me separo de ellos cuando me subo al escenario, pero sé que me están esperando en casa.
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