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Robe llama desde un número oculto. Como tantas otras cosas de su vida, ese detalle forma parte de su privacidad. También de su leyenda de roquero enigmático e indómito. Aunque él tiene otra teoría: «Vivimos en un tiempo de mucho cotilleo, por eso parece algo ... raro. Pero lo raro es querer conocer tantas cosas íntimas de los demás». Y no le falta razón. Robe Iniesta vuelve a Málaga con nuevo disco, 'Se nos lleva el aire', el cuarto ya sin Extremoduro. Una colección de letras con un poso de filosofía e instrumentales del mejor rock. Lo piensa la crítica y lo corrobora él mismo. «Estoy en mi mejor momento», afirma a sus 62 años. Este sábado las presentará con su banda en el auditorio municipal de Cortijo de Torres. Está todo vendido.
–Vuelve de gira a Málaga con 'Ni santos ni inocentes'. Imagino que se refiere a usted.
–(Ríe) Sí, bueno, va por la foto que nos hicimos de la gira. Al final me voy dando cuenta de que hay mucha gente joven que no conoce la foto ni la película, ni mucho menos el libro. Y veo que tampoco les parece tan extraño como para preguntar por qué vamos vestidos así. Pensarán que estamos locos.
–Y no será lo único en lo que nota la brecha generacional. A sus conciertos va mucha gente joven, pero hay diferencias insalvables...
–Pues sí. La verdad es que va gente muy muy joven y a mí me alegra mucho. Fue por esto por lo que hace ya años empezamos a dividir la zona más próxima al escenario entre la zona tranquila y la zona marchosa. Antes, tú ibas a la parte de delante a la batalla, a empujar, ser empujado, a mojarte y a lo que sea. Pero empezaron a venir chavalitos muy jóvenes que tienen otra manera de ver los conciertos, que les gusta estar delante pero más estáticos, atendiendo más y viviéndolo de otra manera. Vimos que había poco entendimiento y por eso hay una parte para moverse más y la otra para estar un poquito más tranquilos.
–Es curioso que cuanto más mayores, más marchosos. Quizás a los jóvenes les falte cultura rock.
–Claro, como ahora en los conciertos solo hay gente bailando o alguien cantando sin músicos ni nada... quizás es que les parezca que hay muchas cosas en las que fijarse, mucha gente haciendo cosas en el escenario.
–Pero más allá del guiño que hace a 'Los santos inocentes', lo cierto es que usted no es ni una cosa ni la otra, ¿no?
–No, no lo soy.
–¿De qué es culpable?
–De muchas cosas, pero no me voy a poner aquí a confesarme (ríe).
–Rara vez un disco de rock lidera las listas de ventas, sin embargo 'Se nos lleva el aire' lo hizo en Navidad. ¿Le sorprendió?
–Claro, un poco te sorprende. Sobre todo estar ahí en listas con gente que arrastra a mucha peña. Hay canciones que en una semana acumulan más escuchas de las que yo tendré en toda mi vida. Pero no es solo una canción, a los dos días hay otra, a la semana siguiente otra. Yo me pregunto cómo hace todo el mundo para oír la misma música al mismo tiempo, supongo que tiene mucha culpa el algoritmo. Me parece algo extraño. Entonces en estos tiempos en los que la música se oye así tan de golpe, te sorprende estar ahí en las listas. Que por otra parte es algo que tampoco me preocupa.
–¿Nunca le preocupó?
–Hombre, te preocupa que vaya gente a los conciertos y poder llevar un buen equipo, y eso se consigue con dinero. Pero lo de los grandes números me preocupan hasta el punto de que pueda vivir de esto y poder hacer conciertos que tengan un nivel. Lo de vender más discos o tener más escuchas, eso ya me da igual.
–En 'El hombre pájaro' dice eso de 'Se me lleva el aire'. Y habla de volatilidad y de disiparse. ¿Le pesa el paso del tiempo?
–No es que me pese, pero hay que ser consciente para vivir el presente. A veces parece que todo es pasado o todo es futuro, pero no es verdad. Lo cierto es que todo es presente. Pero muchas veces estamos como en otro sitio. Entonces, no es que me preocupe pero no está mal nunca recordarlo, hay que saber disfrutar de las cosas del momento.
–¿Le teme a la vejez?
–Cada día te sale un achaque, es una putada. Pero bueno, es mejor que los achaques vayan llegando solos y no adelantarlos. De momento, estoy bien, estamos haciendo una gira potente y me estoy sintiendo estupendamente.
–¿Piensa que estamos ante el mejor Robe?
–Yo creo que sí. Hace ya unos años que voy componiendo cosas que me gustan mucho, mucho, mucho. Esperemos que siga la racha. Pero yo creo que estoy en mi mejor momento musical, haciendo canciones y muy contento con la banda. Tenemos muy buen rollo juntos.
–Usted podría vivir de las rentas perfectamente, pero ni quiere ni puede. Sigue componiendo.
–¿Te refieres a las canciones antiguas? Yo no puedo hacer eso. Para mí, una gira tiene que tener canciones nuevas, es lo que lo mueve todo. Las canciones son como los chicles, ¿sabes?, cuando los mascas mucho ya pierden el sabor. Por nosotros tocaríamos el disco nuevo, 'Mayéutica' y alguna más, pero no puede ser.
–No le dejan.
–No, la gente no. Las canciones antiguas a mí me saben a menos, lo que pasa es que en directo cobran otro sentido viendo lo que esas canciones son para la gente. Ahí es cuando ves que merece la pena hacerlas.
–En 'Viajando por el interior' dices eso de «juré, no perder nunca la cabeza. No lo he cumplido, ten la certeza». ¿Se arrepiente de alguna ida de olla?
–Es que esto de arrepentirse es muy fácil y muy gratuito, no vale de nada. Al final somos la suma de nuestros aciertos y de nuestros errores. Si no hubiera cometido un error pequeño, a lo mejor hubiera cometido otro más grande. Todo te vale para aprender.
–¿Y sigue habiendo demasiada droga hasta para usted, como canta en 'El poder del arte'?
–No, ya cada vez menos (ríe). No hay que tomarse las cosas al pie de la letra. Ya lo digo en una canción, hay metáforas más reales que las personas que pasan por la calle.
–En 'El poder del arte' también dice que el arte salva de una «vida inerte, de una vida triste, de una mala muerte». ¿Puede?
–Sí lo hace. Es algo necesario. Leí hace poco que la poesía nos da una información que hay gente que muere infeliz por no tenerla ni sentir esas cosas.
–¿A usted le ha salvado de algo?
–Claro que sí, de muchas cosas. Y me ha permitido vivir una vida realizada, con la satisfacción de crear.
–Usted ha vivido varias vidas. ¿No se anima a escribir su autobiografía? Seguro que se lo han ofrecido mil veces.
–No es algo que me interese en absoluto. Si escribiera algo, haría una novela, como ya hice. No me parece una cosa interesante escribir mi vida, entre otras cosas porque me la sé. Yo ofrezco al público mi obra. Mi vida personal se queda para mi familia y mis amigos.
–Ese hermetismo también forma parte de su leyenda...
–Bueno, es que yo creo que la gente es demasiado cotilla. Vivimos en un tiempo de mucho cotilleo, por eso parece algo raro. Pero lo raro es querer conocer tantas cosas íntimas de los demás.
–En este disco reincide en canciones de 10 minutos que sabe que no van a poner en la radio...
–Pero aunque duraran tres no la iba a poner tampoco en la radio, porque si ya empiezas diciendo «demasiada droga» olvídate, ni aunque dure minuto y media. El rock en España nunca ha sido una música de mayoría, siempre ha habido que ir a buscarlo, siempre ha habido otras músicas, el pop, la música disco y ahora la música urbana que tiene a más gente. El rock siempre ha estado en otro lado, un poco underground.
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