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Recibe con camisa rosa, sombra de ojos lila y una hebilla en el pelo de brilli brilli. No son ni las diez de la mañana, ... pero nada de esto resulta forzado en ella. Julia Martín (Málaga, 1987) es así. Como su casa, con un baño rosa de azulejos diseñados uno a uno por ella –cada uno con su historia– y esa pared del estudio cubierta de arriba abajo de sombreros de todas clases y colores. Y con su música pasa igual: es una mezcla de sonidos, de influencias y de tonalidades que encajan. La cantante, la voz más ecléctica de la escena malagueña, lanza este viernes su segundo disco con un guiño a sus inicios desde el mismo título: 'Yulai Bombay', el 'aka' que le pusieron sus amigas cuando empezó a cantar siendo una adolescente porque les hacía gracia la rima. «Echo de menos mi barrio, las tardes sin prisas, ir a la playa sin mirar el reloj, crear sin presión, cantar y bailar por hacerlo… Echaba de menos a Yulai Bombay y ha vuelto para quedarse», dice.
'Yulai Bombay' es ella, todo su universo, pero con un punto de madurez. En lo musical transita una vez más con naturalidad por el pop electrónico, el neo soul y el hip hop con un toque de jazz. Hay rap, aunque no se considere rapera. Y modula la voz a su antojo como la frontwoman de una banda de soul, aunque tampoco sea eso. El viernes descubrirá su nuevo universo al completo, pero los tres temas que ha lanzado hasta ahora son ya una declaración de intenciones: 'Low', 'Me Kisiste' y 'Lo que no hago jamás' son absolutamente diferentes entre sí, pero todos con su sello.
Son canciones que han nacido en un avión, en un río de Málaga o en un tejado del centro de la ciudad, y todas transmiten 'buenas vibes', como se lee en un rincón de su casa. En su mundo hay fantasía, colores, alegría, positividad, «juego e ilusión», añade. «Soy súper payasa, siempre lo he sido, aunque también tenga una vida adulta responsable. Todo se puede compaginar», asegura con una enorme sonrisa. Pero a veces hay que recordarse a una misma de dónde viene y cómo eran esas ganas de los principios. Por eso ahora recupera su 'aka' Yulai Bombay. «Porque me estaba olvidando de algunas cosas y necesitaba volver a donde empezó todo», explica.
Si echa la vista atrás se ve bailando por Michael Jackson o rompiendo la voz por tangos de La Repompa en su barrio. El arte, de una u otra forma, le viene desde niña: creció rodeada de la creatividad de sus padres, Paco Aguilar y Mariana Martín, artífices del Taller Gravura. Siempre le ha gustado dibujar y hacer manualidades. Cuenta que ahora, de mayor, se ha dado cuenta de que esa rutina de pintar mientras escucha música que adquirió de sus padres –y aún practica–, le da «mucha paz».
Pero lo que le mantiene activa es el arte en vivo. Primero estudió Interpretación Musical en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga; después, su inquietud por vivir y conocer más la llevó una temporada a Londres. De vuelta a casa, en unas vacaciones, se cruzó con Enrique y Andy, Los Negroides, tocando en la calle y se unió a ellos, ganando soltura, espontaneidad y seguridad de terraza en terraza.
Y de la música en la calle saltaría al estudio, con su disco debut 'S.U.P.E.R.R.R.E.A.L' (2019). Pero entonces llegó la pandemia, se frenó la promoción, cerró su local de ensayo… y tocaba remontar. Seis años ha tardado en lanzar 'Yulai Bombay', seis años en los que sin embargo no ha parado de trabajar, de hacer colaboraciones, componer, cantar con banda o sola con sus 'loops', con los que se maneja de forma asombrosa. Hasta participó en el 'talent show' de RTVE 'Cover Night'. Podía haber tenido nuevo disco antes. «Pero cuando llevaba una parte lo borré todo y empecé de nuevo. No estaba pensando en lo que me gustaba a mí».
'Yulai Bombay' sí es lo que ella quiere. Ahora se siente en un buen momento profesional, está feliz y se le nota. Se emociona cuando habla de su sexteto y del equipo que le ha acompañado en este proceso. «Tengo mucha suerte», reconoce.
Dice que las canciones «vienen para ayudar», y así le ha ocurrido con ese canto de liberación que titula 'Lo que no hago jamás', uno de los tres avances del nuevo álbum. En un momento de mucho estrés y trabajo acumulado, se plantó y pensó en todo lo que le gustaría hacer y nunca podía, una colección de deseos con las que ha firmado una de las canciones más motivadoras y divertidas de 'Yulai Bombay'. «No todo puede ser trabajo y ahora lo veo así. He viajado, he pasado más tiempo con mis amigas, he cambiado el chip. Cada vez que la escucho, lo recuerdo», cuenta Julia. En otro tema recupera de una grabación antigua la voz de su abuelo, cantaor flamenco al que no conoció, y consigue cumplir el sueño de cantar junto a él. Y todavía le quedan sorpresas y colaboraciones que desvelar, pero se las reserva para el viernes, para el regreso definitivo de Yulai Bombay (en plataformas y en su web en formato físico con diseño de La Madre de los Beatles).
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