cristina pinto
Sábado, 17 de julio 2021, 00:42
En la tarde de ayer en el Teatro Cervantes no era suficiente el aire acondicionado. En el patio de butacas y en las plateas había un movimiento constante en común que empezaba a formar parte del decorado: los abanicos. Precisamente no fue uno ... de esos días calurosos a los que Málaga lleva acostumbrando en las últimas semanas, aunque sí que había algo relacionado que estaba presente allí. Era Terral, el festival de verano del Cervantes, que esperaba acalorado la llegada de la voz de la soprano Ainhoa Arteta.
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Se hacía el silencio en la espera ante un escenario vacío que empezaba a llenar la entrada del pianista cubano José Antonio Rivero Rodríguez y, unos segundos después, el sonido de los tacones y el del roce de los abalorios del pantalón marcaban la entrada de Ainhoa Arteta al Cervantes. Su sonrisa no era la única que empezaría a iluminar todo el teatro, sino que el reflejo de los brillos de su traje hicieron de luz a los espectadores, como si de una pequeña bola de discoteca se tratase.
No era un concierto habitual en ella el que se vivió ayer, dejando de lado lo lírico y con micrófono en mano. «Es algo que no tiene nada que ver con mi vida profesional pero sí mucho con la personal. Es una parte de mí que me gusta compartir con el público y conmigo misma», anunciaba la soprano al inicio del concierto. Era el primero de muchos en los que la artista va a comenzar a mostrar esa otra faceta de ella y de su música, esa que tan bien le sienta.
Los primeros temas llevaron ritmo mexicano, no llegando a la ranchera, pero sí con el sello de su música. Su voz comenzaba a acariciar a canciones como 'Historia de un amor' o 'Volver' pero, sin duda, la dulzura elevada a su máximo exponente llegaba con 'Piensa en mí' de Agustín Lara. En ese momento Ainhoa Arteta se posaba al borde del escenario para interpretarlo desgarrándose el alma y la voz, que al igual que cantaba lloraba con cada palabra. Como el título del concierto que estaba ofreciendo en el Cervantes: 'Desde el alma', algo que, como comentaba en una entrevista con este periódico justo un día antes del concierto, «cuando algo lo haces con mucha intensidad sabes que hay algo implicado que tiene mucho más poder que el corazón, que se llama alma».
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En realidad 'Desde el alma' era un paseo por su vida, por sus recuerdos de niña y por el legado de su familia. Esa pequeña Ainhoa Arteta que en las fiestas de Navidad miraba a sus tías y a su madre cantar. «Las miraba con los ojos muy abiertos porque me encantaba, eran la manera que ellas tenían de reivindicarse, con la música», recordaba la soprano. Después de los ritmos mexicanos llegó la segunda parte con las canciones internacionales como con 'Tears in Heaven', 'Fly me to the moon' o las españolas 'Por el bulevar de los sueños rotos' y 'Se dejaba llevar'. Aquí ya los abanicos dejaron de ser los protagonistas del movimiento, en ese momento las palmas del público marcaron el ritmo de las canciones.
Casi alcanzando el final del concierto, Ainhoa Arteta llegaba a la canción que era el «génesis de toda esa historia». «Cantaba mucho esta canción con mi madre y cuando ella falleció me fui con una guitarra a un estudio y la canté», confesaba la soprano. Comenzaban a sonar las primeras notas de 'La vida' de Silvio Rodríguez. «La vida que sale a jugar. La vida consciente que queda. La vida que late en el mar», cantaba su voz.
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Los ritmos cubanos aparecían para cerrar 'Desde el alma' en la última parte de la velada cuando el reloj marcaba casi las diez y media de la noche. Ainhoa Arteta sacaba las maracas y pedía al público que cantasen junto a ella. «Vamos a hacerlo por ese país que vive tiempos tan difíciles. Cuba tiene que ser libre», declaraba la artista. El público respondió y celebró con muchas palmas 'Guantanamera'. Ella acabó quitándose los tacones para bailar al ritmo más cubano. El movimiento ahí era triple: los abanicos, las palmas y las cabezas que bailaban desde sus asientos. Volvía y se sentaba al borde del escenario para cantar 'Alfonsina y el mar', esa canción tan «emblemática desde que era pequeña», confesaba antes de esa penúltima canción de la noche. Cerró con 'Summertime', con el toque más lírico de la noche.
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