Foto: Ñito Salas / Vídeo: Pedro J. Quero

Rayden presenta su segunda novela en el Aula de Cultura de SUR

El cantante y escritor presenta su segunda novela, 'Votos en contra', este jueves en el Aula de Cultura de SUR, cuatro meses antes de su adiós a los escenarios

Lunes, 1 de abril 2024

Faltan cuatro meses para la fecha que se marcó como despedida de los escenarios, y no puede evitar sentir «vértigo e incertidumbre» por lo que viene. En ese momento, David Martínez Álvarez empezará a marcar distancias con Rayden y el incipiente escritor de novelas se ... impondrá al cantante de éxito. No quiere volver a separarse de su hijo por la adrenalina de actuar en un festival en la otra punta del país. Pero hace tiempo que el de Alcalá de Henares da pasos en esa dirección. El Rayden autor presenta en Málaga 'Votos en contra' (Suma), su segunda novela, un relato-protesta que retrata la crisis de la vivienda, refleja la fuerza de la lucha colectiva y critica el edadismo. La cita es en el Aula de Cultura de SUR, en la Fábrica de Cervezas Victoria , con el apoyo de Fundación Unicaja y Cervezas Victoria.

Publicidad

–Lo primero, ¿tenemos que dejar de llamarle Rayden?

–No, no. Esa etiqueta no me pica.

–¿Y por qué lo tacha entonces en la cubierta de la novela?

–También lo hacía en los poemarios y en la primera novela. Me parece que es una forma de demostrar otra faceta, otra cosa que hago. Y creo que también es más cercano. Es raro porque no puedo quitar mi voz de mis canciones, pero parece que en cuanto salen al aire libre ya son de todo el mundo menos del artista. Y los libros, aunque no tengan mi voz, son historias donde al final te quieres refugiar pero siempre es, por lo menos es lo que la gente me dice, bajo mi cobijo.

–No consigue abstraerse de la música. De nuevo, cada capítulo comienza con la estrofa de una canción. Incluso le diría que hay párrafos que podrían ser perfectamente una canción de Rayden.

–Sí, la musicalidad, incluso a la hora de tener ritmo en la historia, es algo que he mamado en la música durante mucho tiempo.

–Además, imagino que aunque deje los escenarios, nunca va a dejar la música.

–Aunque quisiera. Yo creo que eso sí que es una pareja que es imposible que se aleje.

–'Votos en contra' es una novela protesta y no sólo en clave política. Cuando escribe, ¿el reto es hacer pensar?

–Escribo desde la insatisfacción de cosas que no me gustan, cosas que están un poquito revueltas y sobre las que me gustaría poner el foco. Sí que es cierto que luego a la hora de plasmarlo siempre me quedan historias hilarantes, historias que a mí me encanta decir que cualquier parecido con la coincidencia es mera realidad. Parece que dices burradas, pero luego miras en el día a día y todo se adecúa a cosas que ocurren en la novela.

Publicidad

«Escribo desde la insatisfacción de cosas que no me gustan sobre las que quiero poner el foco»

–Y pese a la dureza, al final es una historia amable.

–Sí. Así veo yo la vida. Quitando cosas como la muerte, que también se habla de esto, nada es definitivo, todo se puede colocar y reubicar en un lugar más amable.

–¿Qué hay de real en esta historia? ¿Estrella e Inocencio, dos de los protagonistas, existieron?

–No existieron. Está inspirado en un suceso que sí que ocurrió, que fue que el barrio de Cerro Belmonte se independizó de España durante una semana en el año 90, lo que hizo que al alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún, le tocase hincar rodilla y sentarse a renegociar unas condiciones que eran abusivas hasta lograr unas más óptima. Para mí fue como la última gran victoria del pueblo. Estrella e Inocencio son dos corresponsales históricos de aquella época. El cáncer que tiene Inocencio representa la falta de memoria histórica, como algo que se come todo y que borra cualquier resquicio de lo que ocurrió. Y es algo que padece toda la sociedad.

Publicidad

–De hecho, ahora vuelve a estar en entredicho la Ley de Memoria Histórica.

–Sí, con lo fácil que sería abrir, limpiar y suturar y que todos nos sintiésemos ya orgullosos del lugar donde estamos.

–¿Cree que nos hemos aborregado, que hemos perdido esa capacidad de lucha que tenían Estrella e Inocencio?

–Lo que creo es que se ha perdido la imagen de colectivo, cada persona está buscando desde su individualismo el crecimiento personal. Todo el mundo busca sanarse, pero nadie busca restaurarse. En la antigua Grecia, los filósofos consideraban el concepto del anthropos, del otro, y entonces nos referíamos a la persona que teníamos delante teniendo en cuenta su individualidad. Y así nos podíamos colectivizar con él. Ahora no hay el otro. Ahora parece que todo nos lo ha traído el universo porque tenemos que aprender algo, y al final despojamos de la libertad de ser a la otra persona porque parece que está bajo la exigencia de un actor secundario, de un figurante para nuestro propio crecimiento.

Publicidad

–A lo largo de la novela se menciona al rey emérito, a Quevedo (el de Bizarrap), a Pedro Sánchez e incluso a Perro Sánchez. No hay duda de que es una novela de su tiempo.

–Sí, en la anterior novela también lo quería hacer. Me gusta pensar que cuando pasen unos años y la gente recaiga en estas novelas, se acuerde incluso de quién presentaba los informativos, del rey que estaba o de estas elecciones que fueron tan trambólicas. Y también me parecía interesante jugarlo porque era una baza muy bonita para ver la visión un poco loca de Inocencio, para ver cómo todo este quilombo es una jaula de grillos. Basta con que salga alguien que no se sienta partícipe de esto para que te saque los colores.

«No se deberían morir nunca los abuelos, ellos nos enseñan a desarrollar lo que somos»

–La crisis de la vivienda está muy presente en este libro.

–Porque es algo que se ve. Me parece inasumible el precio de los alquileres hoy en día, me parece inasumible la falta de humanidad. Inhumanidad de personas que a lo mejor han tenido que realizar verdaderos esfuerzos por tener una vivienda y ahora se convierten en peores remedios que la enfermedad. Sin contar con los fondos buitre. Es una situación límite para personas con familia y personas vulnerables que tienen que lidiar no solo con su problema.

Publicidad

–También hay una reflexión sobre la edad. Lea, la protagonista, tiene una preocupación constante por hacerse mayor. ¿Es algo que a usted también le preocupa?

–No, a mí ya no me preocupa. Cada vez lo llevo mejor y cada vez encima me veo más guapo, más inteligente y sé dónde están mis heridas. Ya tengo un mapa de cicatrices y eso me gusta. Pero sí que es cierto que es otro de los males de la sociedad, que parece que tenemos miedo a cumplir años o que incluso nos creemos especiales por tener algo que nuestros mayores ya tienen, como es una edad. Creo que en España necesitamos que se muera una generación para ocupar su lugar en la vivienda, en el trabajo, en la sociedad. Pero si tuviésemos relaciones más horizontales con nuestros mayores, aprenderíamos muchísimas cosas.

–En el capítulo de agradecimientos, el más hermoso es el que dedica a sus abuelos: «Si rompo cada techo que me propongo es por llegar a vuestro cielo». ¿Tanto le han marcado?

–Cuanto más crezco, más me doy cuenta que me tengo que permitir ser, que me tengo que consentir. Y me doy cuenta que la primera relación que tuve horizontal fue con mis abuelos. Los abuelos son los primeros que te permiten ser, que te dejan ser en tu existencia, y a eso se le mal llama consentir. Porque si diseccionas la palabra consentir es estar con los sentidos puestos, estar en ti. No se deberían morir nunca los abuelos porque son los que nos enseñan a desarrollar lo que somos.

Noticia Patrocinada

–Según escribe en la novela, hay dos tipos de personas: «Los que inician una conga en una boda y los que no se casan por el estrés de tomar decisiones». ¿De qué tipo es usted?

–Yo soy de los que le han dicho que 'no' a casarse, entonces no sé en qué lugar me quedo. Yo creo que me engancho a cualquier conga (ríe).

–En agosto deja los escenarios. ¿Qué siente cuando queda ya tan poco?

–Pues vértigo e incertidumbre. Estoy dando los pasos para colocar a lo que quiero destinarme a nivel laboral en un futuro, pero sí, con vertiguillo.

Publicidad

–¿No tiene miedo a arrepentirse? Siempre puede volver...

–Si me arrepiento, pues vuelvo y digo me arrepiento, no volverá a ocurrir y ya está (ríe).

–Mira, no será el primero que lo hace y no pasa nada. En este caso, prioriza su familia por encima de todo. ¿Estar con su hijo es lo que más ha pesado en esta decisión?

–Sí, sobre todo ahora, en este lustro que se presenta, en el que mi hijo pasará de los 8 a los 13 años. En esa adolescencia tan temida quiero pasar el mayor tiempo posible con él para poder darle herramientas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad