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Encarni Hinojosa
Los invisibles de la música en directo

Los invisibles de la música en directo

Están en todos los conciertos pero el foco jamás les apunta. Un amplio y desconocido equipo humano hace posible que el artista se suba al escenario

Domingo, 16 de mayo 2021, 00:43

Están en todos los conciertos pero el foco nunca les apunta. Su objetivo es pasar inadvertidos para el público, señal de que todo ha salido bien. Son los invisibles de la música, pero ellos hacen posible el concierto. Solo en una actuación de Vanesa Martín pueden trabajar alrededor de 130 personas, entre la producción local y el equipo del artista. Lo llaman la 'crew', el 'staff', la familia, la tribu. Y, sin embargo, son los grandes olvidados de esta crisis, «jornaleros del rock and roll» que en muchos casos no han podido acceder a ninguna ayuda. Algunos se han reciclado, otros resisten con la esperanza de recuperar pronto el ritmo y los hay que ya han vuelto a la carretera. Entre el artista y el escenario hay más de una veintena de oficios diferentes. Esta es la historia de siete de ellos.

  1. Silvia Flores. Productora

    «El reto es no improvisar, pero estar preparado para hacerlo»

Silvia Flores habla desde su oficina como comercial de una empresa de mudanzas. «Voy a tu casa, te preparo un presupuesto y lo coordino todo», cuenta. La pandemia le ha obligado a reciclarse, a dejar la adrenalina de ese mundo que rodea al escenario, pero en el fondo Silvia sigue haciendo lo que mejor se le da: coordinar. Durante años ha sido productora de eventos, conciertos y festivales por toda la provincia, y espera volver algún día, aunque sea de forma esporádica para quitarse «el mono». Como productora, su misión es hacer «que todo funcione», organizar y planificar los trabajos de las diferentes áreas en coordinación con sus responsables. «El reto es no tener que improvisar, pero sí hay que estar preparado para la improvisación», apunta.

Su trabajo empieza muchos días antes del concierto, cuando recibe el 'rider' técnico con las necesidades de la banda a nivel de escenario, iluminación y sonido, y el 'rider' de cortesía con sus peticiones para camerino. El día señalado su jornada arranca casi de madrugada a las puertas del recinto para recibir al personal de carga y descarga, continúa durante la prueba de sonido, en el concierto... y finaliza cuando el último técnico termina. «Yo he cerrado La Malagueta, literalmente», ríe. Tiene que estar allí para atenderles y para garantizar que está todo lo acordado por contrato, que nada falta ni falla. No sabe si volverá a eso en exclusiva, el mazazo de la pandemia ha sido grande, pero lo echa de menos. «El otro día vi un escenario en la Constitución, y me vine arriba», confiesa entre risas.

  1. Carlos Nievas. Stage manager

    «Los horarios se tienen que cumplir a rajatabla»

«Te lo juegas todo a una carta». En media hora, hay que sacar del escenario el equipo de la banda que acaba de tocar y colocar en su sitio los instrumentos y el material del grupo que empieza. Alrededor de 20 personas pueden estar en ese momento sobre la tarima haciendo el cambio mientras el público del festival va a por otra cerveza. Quien coordina todo para que haya un orden dentro del caos es el stage manager. Siempre con la mirada en el reloj. «Los horarios se tienen que cumplir a rajatabla». Si un cambio se pasa de tiempo o un artista «se viene arriba» y no se despide cuando le corresponde, el retraso afecta al desarrollo de todo el evento. «Y cuando tu escenario acaba a la hora, no ha pasado nada y todo ha salido bien… es la mayor satisfacción que se puede tener», reconoce Carlos Nievas.

Él es stage manager en Dreambeach Villaricos, y director técnico en Weekend Beach y Cabo de Plata. Como stage manager, su misión es asegurarse de que las necesidades del escenario están cubiertas y hacer las labores de regiduría durante el desarrollo de los conciertos. Comprueba que todo está dispuesto tal y como ha solicitado la banda y revisa por última vez el lugar para garantizar que es un espacio seguro. Es el cargo intermedio entre el jefe de los técnicos y los propios técnicos. En un festival con tres escenarios, habrá uno por cada tarima.

Confía en que este verano se recupere el ritmo de los directos. «Si no habrá que buscar otro trabajo». A él, como a muchos compañeros, la pandemia le pilló de baja en autónomos al ser invierno, lo que le dejó al margen de cualquier ayuda. «Nos hemos comido todos los ahorros y no sabemos qué hacer», puntualiza. Teme que además cuando se vuelva al trabajo las condiciones ya no sean las de antes. «Por eso, aunque por necesidad cojas lo que sea, tenemos que poner una línea roja por la que no podemos pasar», advierte.

  1. Alejandra Paura. Tour manager

    «Amo la carretera y tener esta familia de la música»

«No me imaginé que me iba a emocionar tanto, con el primer tema rompí a llorar», reconoce Alejandra Paura. Tres días antes de esta charla, Vanesa Martín arrancaba en Madrid la gira de la que ella es tour manager. El virus les pilló de vuelta de Miami y con varias actuaciones aún pendientes. «Esos quince meses nos robaron nuestra despedida, nuestros últimos conciertos, y de repente nos encontramos otra vez con todo tal y como lo habíamos dejado. Fue muy impactante». Como tour manager, Alejandra Paura se encarga de toda la producción previa al evento. «Soy una coordinadora. Recolecto la información y la transmito a la gente que tiene puestos de trabajo más específicos«.Es «el enlace entre el artista y el equipo local», quien le hace llegar al promotor o productor el 'rider' técnico con las necesidades generales de la banda y lo adapta a las condiciones de cada recinto. «Superviso el montaje de principio a fin desde que se vende y, en algunos casos, hasta la liquidación final de los conciertos», detalla Paura, también jefa de producción y tour manager de India Martínez.

Es una forma de vida. «Me quedé embarazada de gira y parí en gira». Estaba en un tour de Sabina por México, con su pareja también en el equipo. Iba a todas partes con la bolsita del bebé y buscaba en cada parada el hospital más cercano. «Paré de trabajar un domingo y di a luz un jueves», cuenta. Veinte años después de aquello, sigue 'on the road'. «Se sacrifica mucho de la familia pero cuando amas lo que haces, encuentras el equilibrio. Yo tuve que trabajarlo, tuve que buscarlo porque sabía que si me quedaba en casa no iba a ser feliz. Amo la carretera y tener esta familia de la música».

  1. Pepe González. Jefe de técnicos

    «Somos jornaleros del rock, cobramos por bolo ejecutado»

Es responsable en última instancia de que todo esté dispuesto correctamente para que el sonido no se acople y que los focos iluminen correctamente al 'frontman' de la banda. Técnico de iluminación y copropietario de la empresa Sonocon durante 25 años, Pepe González asumió hace dos el cargo de jefe de técnicos del festival Marenostrum Fuengirola. «Yo recibo toda la documentación que llega de las bandas y lo adapto al recinto». Coordina con los jefes de cada departamento a medio centenar de personas entre equipos de sonido, de iluminación, montaje de escenario, backliners, técnicos de monitores, microfonistas... Controla la entrada del personal técnico, los horarios de las pruebas de sonido, el material que llega al escenario y que los camerinos tengan la dotación técnica necesaria, entre otras tareas.

Reconoce que con la pandemia vivió momentos de «agobio» al ver que todo su trabajo se venía abajo, pero se agarró al salvavidas del Marenostrum Edición Limitada del verano pasado. Consciente de la situación, él y otros muchos se ajustaron el cinturón «a cinturita de muñeca», un recorte que deja en una situación complicada a un sector que vive muy al día. «Los técnicos freelance somos jornaleros del rock and roll, cobramos por bolo ejecutado», detalla.

Para este trabajo se exige una alta cualificación técnica y están sometidos a mucho estrés (la hora de inicio es inamovible), pero Pepe González lamenta que eso no se traduzca en una «estabilidad económica». Ni siquiera en un reconocimiento: están adscritos al gremio del metal y no al de la cultura. Pero también esto es cuestión de vocación, de una forma de vida vinculada al espectáculo, al aquí y ahora, que engancha.

  1. Paco Vilchez. Road manager

    «Soy como el papi de la banda y, a veces, el aguafiestas»

Va siempre con una mochila a lo 'Sport-Billy' donde lo mismo hay un abrelatas que una pastilla para el dolor de cabeza. Por si acaso. «Este trabajo consiste en cuidar a los que van contigo, que a nadie le falta nada». Paco Vilchez es road manager, «como el papi de la banda y, a veces, el aguafiestas». Su misión es ocuparse de los músicos y artistas desde antes de subirse a la furgoneta, mandando a cada miembro una hoja de ruta con información detallada: datos del viaje (cada uno sale de un lugar diferente), punto de encuentro, ubicación del hotel, hora de la prueba de sonido… Y se encarga de que vaya todo en hora «y no se desmadre nada». Él mismo lleva el volante, salvo en giras grandes donde delega en el runner.

Si la banda es una familia, él representa la autoridad. «A veces te tienes que imponer con un poco de psicología e intentando saber cómo es cada músico». En más de una ocasión le ha tocado decir eso de «ya es hora de acostarnos». En cualquier caso, asegura que hay mucha leyenda de fiestas en la música que no es real. «El artista es muy consciente de dónde está y de lo que tiene que hacer», asegura el road manager de Chambao desde hace doce años, ahora con Lamari, y también técnico y batería de Javier Ojeda. Hasta que ellos vuelvan a la carretera, él sortea la pandemia en una profesión radicalmente distinta a la suya, en la sala de despiece de una empresa cárnica. Pero tiene muy claro que lo suyo es estar con la banda. «Me encanta este trabajo, me gusta hacer que la gente esté a gusto».

  1. Fernando López. Técnico de iluminación

    «Cuando trabajo estoy pintando un cuadro con luz»

Fernando habla mientras prepara las maletas. Viaja a Dubai, donde esporádicamente en esta pandemia ha iluminado una cena con show, su tabla de salvación. Cuando vuelva le esperan unos 30 conciertos hasta septiembre con El Barrio, Lori Meyers y Niños Mutantes. Tras «cero bolos» durante meses, el verano se presenta « ilusionante». Fernando López es diseñador y técnico de iluminación para bandas y artistas, un «nómada de fin de semana» con base en Málaga donde vive con sus dos hijos. «La gente se piensa que va muy automatizado, que las luces son un programa autónomo al ritmo de la música. No saben que hay una persona detrás que dice qué focos se encienden, hacia dónde y de qué colores. Todo tiene un significado». Como diseñador, su trabajo empieza meses antes de las giras para plasmar visualmente las sensaciones que le transmite cada canción, mano a mano con el artista. «Estoy pintando un cuadro con luz». Por eso es tan importante el humo: «Si no, no se ven los haces de luz y parecerían lucecitas de Navidad».

Cuando él llega al recinto de conciertos, el equipo local ha preparado todo tal y como ha indicado el tour manager a producción. En las grandes giras, él incorpora extras, como montaje de suelo y algo de escenografía. «Verifico que esté bien, lo ejecuto todo y arrancamos el show». El apoyo visual es vital para la experiencia: «Si el espectáculo es malo, una buena iluminación lo sube. Pero una mala iluminación puede arruinar un buen espectáculo».

  1. Juan Manuel Amador. Backliner

    «Un festival es como una acampada en el escenario»

Está siempre en el escenario, pero apenas se le ve. Espera en los laterales, vigilante, en un estado de alarma constante. Presta atención a cada mueca de los músicos, a cada gesto. Y pasa a la acción cuanto toca un cambio de guitarra, se cae un plato de la batería, se rompe una cuerda del bajo, se avería una caja, suena un chasquido en el amplificador, entra un taburete o sale un atril... «En infinidad de casos». Como backliner, el papel de Juan Manuel Amador es atender a los instrumentos, que estén en su lugar cuando la banda sube a escena y en buenas condiciones. Desde que irrumpió el coronavirus, solo ha vuelto al escenario en una ocasión. «Ahora sobrevivo dando clases de batería», cuenta. Lleva años vinculado a la música en proyectos propios y bandas de versiones, y de ahí saltó al staff técnico de los conciertos. «Pero ahora no hay trabajo ni de una cosa ni de otra».

Ha sido backliner en el Weekend Beach, en el Rock'in Race Jamboree, en el Terral del Peñón del Cuervo, el Portón del Jazz, el 101 Sun Festival, Cabo de Plata… Tiene que estar en las pruebas de sonido y durante los conciertos, que en muchos casos se prolongan hasta bien entrada la madrugada. «Te haces a la idea y ya está. Es como una acampada en el escenario. Tres días o cuatro casi viviendo allí. Me llevo mi calentador de agua para el té, y para adelante«. En condiciones normales, ya estaría arrancando su temporada alta de trabajo. »Nuestro verano empieza en mayo hasta octubre«. Es una profesión abonada a la inestabilidad, pero también »se pasa muy bien«. Desde su puesto tienen una vista única de la banda, con todo »más crudo, menos procesado«.

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