El granadino Pablo Heras-Casado aún no ha cumplido 40 años y ya es uno de los directores de orquesta más solicitados fuera de España, con un repertorio de 500 años de historia de la música.
– El talento no lo puedo juzgar yo. El 99% es trabajo y sigue siendo trabajo. He empezado de cero sin ningún tipo de ayuda ni de tradición. No creo en la suerte. La suerte llega cuando estás alerta, dispuesto y trabajando.
– ¿Alguna vez ha sentido que con tanta dedicación a la música se perdía una juventud normal?
– Nunca. Mi juventud ha sido completamente normal. He sido estudiante de instituto y adolescente en un barrio obrero, he sido cantante de coro que hacía giras con coros de adultos y tenía trato con gente de todas las edades y condiciones, he sido alumno de conservatorio, universitario, viajero mochilero... No he renunciado a nada, al contrario: gracias a la música he podido vivir muchas vidas en una sola.
– Este año cumple 40. ¿Pasará la correspondiente crisis?
– No creo. Todavía hay gente que habla de mí como un ‘joven director’ y me hace mucha gracia porque llevo casi 22 años dirigiendo. Este tipo de vida es el elixir de la eterna juventud: siempre estás expuesto a dudas y a retos, te enfrentas contigo mismo, con el público y con el compositor. Es una vida de emociones y físicamente tienes que estar con todo el brío. Cuando pase los 40 seguirá siendo igual y con más intensidad, porque tendré más experiencia, y cuando llegue a los 50 será otra etapa de juventud.
– Si tuviera que elegir uno de sus conciertos, ¿cuál sería?
– Es imposible responder. Entre los más especiales, los de la Filarmónica de Berlín y la de Viena; algo más recientes, los que he dirigido con la de Filadelfia y la Orquesta Barroca de Friburgo.
– ¿Cómo se ve la música española desde fuera?
– Figuras como Plácido Domingo, Teresa Berganza o Alfredo Kraus han sido lo mejor de la escena mundial del canto, y ahora hay una generación posterior de cantantes, directores de orquesta y músicos de atril en los mejores teatros y orquestas de todo el mundo. España es una potencia musical.
– El Festival Internacional de Música y Danza de Granada ha estado dirigido en los últimos años por gestores. ¿Qué sello quiere imprimirle como músico?
– Quiero que se conozca fuera de nuestras fronteras. Es un festival con un pasado único y quiero darlo a conocer desde su propia historia, ligado a la raíz cultural tan rica que tiene Granada. Como artista quiero que la programación tenga una personalidad única, que no sea igual al de Salzburgo, Lucerna o cualquier otro lugar de mundo.
«‘Despacito’ es horrible»
– Con tantos compromisos en su agenda, ¿no le da la sensación de vivir en un viaje perpetuo?
–Sí. Incluso cuando estoy en casa estoy con la maleta sin deshacer. Pero si estoy un mes o dos en una producción de ópera en un teatro o cuatro o cinco días para un concierto estoy plenamente en esa ciudad y me zambullo en esa realidad; ese es el hogar en el que vivo, aunque siempre tenga un vínculo con la familia y en mente el proyecto de la semana que viene, del mes que viene y del año que viene.
– ¿Qué hace en su tiempo libre?
– Si tengo ocasión, allá donde esté, me gusta salir a dar un trote con las zapatillas, para desconectar. Intento leer y estar en contacto con mi familia todo lo que puedo.
– ¿A veces prefiere el silencio a la música?
– Sí, por supuesto. Puedo pasar cuatro o cinco días sin pensar en música y es algo saludable. El cuerpo y la mente son sabios.
– ¿Ha oído ‘Despacito’?
– Oí la canción entera por primera vez la semana pasada, en una tienda. Me pareció horrible. Hay canciones de Beyoncé o de Adele, de Madonna o de Michael Jackson que son fenómenos globales; ahí hay un trabajo, una calidad vocal, están bien hechas.... ¡¿Pero esto?! Algo tan barato, tan mal hecho y con una letra tan cutre...
– Desde que se hizo pública su relación con Anne Igartiburu ha vivido en el foco de la prensa rosa. ¿Le molesta?
–No. Desde el principio lo vives con naturalidad, estás con una persona y ella tiene un trabajo. Si estoy en un festival dirigiendo o de gira con mi mujer y de repente deciden publicar lo que les apetezca, no están haciendo nada malo; es su trabajo. Vivimos al margen de todo eso. Mientras no nos molesten ni haya nada negativo... Va un poco con la vida que llevamos.
Aquel verano de...: «Fiestas patronales por los pueblos de Granada»
Hijo de un policía y un ama de casa, Pablo Heras-Casado nació en el Zaidín, un barrio popular de la ciudad de la Alhambra. Lleva media vida dirigiendo orquestas por el mundo, pero ejerce de granadino y regresa a su carmen del Albaicín cuando puede. «Recuerdo un verano, muy jovenzuelo, en que no tenía ningún plan pero sí ganas de salir –rememora–. Me gustaba abrir el periódico y ver el programa de las fiestas patronales de los pueblecillos perdidos de la provincia. Aprovechábamos que en tal pueblo había una paella popular, fiesta del vino, carrera de sacos o verbena por la noche... Era muy divertido».
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