La Orquesta Filarmónica de Málaga, obligada a cambiar su repertorio por falta de músicos

En la actualidad, la orquesta cuenta con cuatro violas y cuatro violonchelos para un repertorio que exige un mínimo de 10 violas y ocho violonchelos. Hasta ahora, a la espera de la oferta pública de empleo para cubrir las vacantes, los vacíos por jubilaciones y bajas por enfermedad se solventaban con contratos por prestación de servicios, una práctica que la Inspección Provincial de Trabajo y Seguridad Social de Málaga considera irregular y que ha motivado una sanción del órgano supervisor.

Tal y como se hizo público en la última Comisión de Cultura del Ayuntamiento, una inspección realizada en el local de ensayo de la OFM en diciembre de 2023 detectó la prestación laboral de servicios de un total de 50 músicos entre enero de 2021 y enero de 2024, «sin alta en la Seguridad Social por cuenta de la empresa empleadora denunciada», ni en el Régimen General ni en el específico para artistas. Es decir, lo que coloquialmente se conoce como falsos autónomos por ocupar puestos estructurales.

Desde la gerencia del consorcio, participado por el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, justifican que esta es la única fórmula para afrontar las eventualidades habituales de una orquesta y anuncian que recurrirán el acta de infracción. Pero, mientras tanto, la contratación está congelada hasta las audiciones que se celebrarán en junio. En estos momentos, hay quince plazas vacantes de las que ya se han sacado 12 como oferta pública de empleo o por interinidad para ocuparse antes de que termine esta temporada.

Esta situación ha provocado el malestar del comité de empresa, que denuncia una situación «crítica y caótica» sin trompa solista, un contrafagot y casi 30 músicos de cuerda, según sus datos. «La Orquesta Filarmónica de Málaga hace el ridículo ante los maestros invitados internacionales una vez más», lamentan. Desde la gerencia mantienen que se limitan a cumplir las normas y garantizan la normalidad tras las audiciones: «No hay problema, ni hacemos el ridículo. Nos adaptamos a las circunstancias», señala Juan Carlos Ramírez.