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A vista de dron se distinguen tres zonas bien diferenciadas, la del público, la de la organización y la de los trabajadores, es decir, los que se divierten, los que mandan y trabajan para que todo salga bien y aquellos que se afanan para encajarlo todo. En el imenso recinto junto a la playa la única preocupación es disfrutar de la música, tras los escenarios los contenedores están divididos por departamentos en los que la tensión preside cada módulo por la toma constante de decisiones y el lateral acotado impresiona por la flota de tráileres estacionados junto al paseo marítimo de Torre del Mar. Es el Weekend Beach, uno de los mayores macrofestivales que se celebran en Málaga, cuyo funcionamiento, organización y desarrollo es una obra de orfebrería que arroja números de ensueño. A saber: 135.000 asistentes, 40.000 en una sola noche y 8.000 de ellos en la zona de acampada; una inversión de más de tres millones y medio de euros para un impacto económico de más de seis millones; más de mil puestos de trabajos, entre directos e indirectos; 80 bandas o artistas repartidos en cuatro noches y otros tantos escenarios; 120 técnicos de sonido, iluminación, vídeo y realización; 50 líneas (los cables por donde viaje el sonido) por actuación y con media hora para desmontaje y puesta en escena entre grupo y grupo, quince empresas distintas de proveedores de instrumentos...
Hace una noche tórrida, el mar se ha olvidado de sacudir su brisa para refrescar los pensamientos y el corazón late con fuerza por la sucesión de acontecimientos. A José Moreno (nacido en Granada hace 55 años, pero «con casa propia en Torre del Mar» desde hace un cuarto de siglo) el sudor le brota por todos sus poros, pero son como gotas de felicidad, henchido su orgullo de torreño, por el éxito que acompaña a su trabajo y la riqueza que proporciona a su lugar de adopción. El director financiero de la empresa en el grupo Hermanos Toro, organizador del Weekend, desmenuza los detalles de su gestión mientras acompaña con la mirada a la ventanilla donde se tramita la validación de los abonos sin dejar de saludar a vecinos y visitantes, la mayoría habituales de los últimos nueve años en siete ediciones celebradas. «El Weekend es un éxito total -espeta sin dudar-, tanto para el pueblo, porque ha puesto Torre del Mar en el punto de mira mundial al venir hasta aquí artistas de talla internacional», como para la empresa, Grupo Hermanos Toro, con una plantilla de más de cien personas, «que nació en los ochenta de la mano de los hermanos Paco y Manolo Toro; comenzaron con casetas de feria, de alquiler de material para eventos, luego abrieron una discoteca y después explotación de barras hasta que dieron el salto a la organización de eventos convirtiéndose en lo que es hoy una de las mayores promotoras y organizadoras de eventos de España, con más de veinte festivales al año».
El Weekend nació a partir del Dreambeach, «el primer festival que organizó el grupo Hermanos Toro, y enseguida vimos el tirón que tenía Torre del Mar por el entorno, la playa, los servicios, etc. La acogida desde el primer momento fue magnífica, tanto por el pueblo como por la corporación municipal más allá de los colores políticos. El Weekend es mi debilidad, ya que me considero de aquí, por los estilos de música tan diferentes, y porque es un festival muy familiar, con matrimonios que vienen con sus hijos...».
Los asistentes proceden de todas las provincias de España, «como encargado del 'ticketing' puedo asegurar que es literal», asegura Moreno, y una de las señas de identidad del Weekend es la zona de acampada, que en este 2022 ha reunido a 8.000 personas, «aunque se da el caso curioso que cada vez son menos porque prefieren alojarse en hoteles o viviendas en Torre del Mar, así que eso permite crear riqueza en el pueblo y alrededores. Estamos hablando de que el impacto económico en la zona ronda los seis millones de euros: calcula entre 35.000 y 40.000 personas por cuatro noches, más otros dos o tres días que se quedan por la zona, que gastan entre 40 o 50 euros al día, pues ahí están las cifras…»
Y continúa ofreciendo datos interesantes sobre un evento «que dura cuatro días, pero que requiere nueve meses de trabajo. En el Weekend, entre puestos directos e indirectos, trabajan mil personas, es decir creamos mil puestos de trabajo desde que empezamos a preparar el terreno, vallar, montar escenarios, los técnicos de sonido, iluminación, seguridad, transportistas, camareros… La inversión que hace la empresa, sin subvenciones oficiales, es decir el presupuesto del festival, está entre los 3 millones y medio de euros.. es mucho dinero, pero el asistente al Weekend es muy fiel y es el festival donde menos abonos se devolvieron».
El director técnico del Weekend, Carlos Nievas, apenas tiene un respiro para mantener una conversación, con interrupciones constantes por las llamadas, las alertas por el pinganillo y la supervisión milimétrica del 'planing' que ha dibujado en su portátil. Lleva 25 años manejando los hilos de la fantasía festivalera en eventos de gran formato y se le ilumina la cara cuando habla del color del sonido que producen las mesas nuevas de Yamaha o de Djeco, «es distinto de unas marcas a otras». Granadino de 44 años, estudió Ingeniería electrónica, «pero me falta una asignatura para terminar», y su sapiencia radica en la experiencia, «en el ensayo-error de muchos años», con la sólida base «de que era músico, me gustaba la producción, hice cursos de sonido en Estados Unidos y luego me matriculé en la carrera». «Mi función -explica- es coordinar todos los aspectos técnicos del festival, de los 80 grupos participantes, en cuanto al sonido, iluminación, vídeo e instrumentos (que se denomina 'backline'). A partir de noviembre se hace el contrato, luego los artistas mandan sus requerimientos técnicos ('rider' en inglés), y para cada 'rider' confecciono un diseño de iluminación, sonido y vídeo con una base general para todos los grupos«.
Según Nievas, «a nivel técnico cada grupo tiene un estilo, en consonancia con los instrumentos, y sí, piden bastantes instrumentos que no pueden viajar con ellos en avión, y nos pueden pedir teclados específicos como Third World, que tiene dos Grammy, 30 años de carrera y no se conforman con cualquier cosa. Con artistas extranjeros es más complicado, porque piden instrumentos vintage, pero hay empresas que se dedican al alquiler de ese 'backline' más vintage. Coordino todas esas empresas proveedoras y hago un planing de todas las necesidades. En este Weekend trabajamos a nivel técnico con quince empresas distintas, cuatro escenarios, cuatro empresas de sonido distintas, de vídeo, de realización, de 'backline' en cada uno de los escenarios. Hay que coordinar el montaje y recepción del material, pues los grupos nacionales como La Moda o MClan vienen con su logística y esto también tienen sus complicaciones, vienen con un trailer, tenemos que descargarlo, montar, coordinar las actuaciones de ese escenario, encajarlas, desmontar y volver a cargar el trailer. De ahí la infraestructura que tenemos en el festival, con un muelle de carga para los tráileres, ya que algunos traen hasta 100 cajas de material».
Luego está el tema de los horarios de las actuaciones, «y para poder cumplirlos tienes que estar coordinado. Hay que tener en cuenta que los grupos suelen tener una media de unas 50 líneas, las líneas son los cables por donde viaja el sonido de cada instrumento, es decir, 50 micrófonos por grupo, eso se llama 'patch', una especie de panel donde conectamos todos los cables a la mesa de sonido. Es decir, tenemos que tener 50 cables identificados, 50 micrófonos identificados, 50 canales por grupo, por lo que tenemos que hacer un 'planing' de escenario y de cambio de escenario para no liarnos, y cualquier mínimo error se nota porque ese instrumento no sonaría… Para eso hacemos un 'Line check', que es la comprobación de que esas líneas llegan correctamente. Algunos grupos prueban el sonido por la mañana, pero todos es imposible es un festival, con diez grupos por escenario y día, solo prueban los grupos que llevan más volumen de escenografía, de 'backline line', de canales...», enumera, y afirma: «En el departamento técnico somos 120 personas en sonido, iluminación, vídeo, realización y 'backline' más el 'stage manager', una figura muy importante, que es el regidor de escenario, cada uno en uno y coordinados por mí».
«El equipo técnico tiene que estar muy coordinado porque trabajamos con mucha presión los días del festival, con doble turno porque se trabaja desde las nueve de la mañana hasta las seis de la madrugada. El tema eléctrico también es muy importante, pues el consumo eléctrico es bestial», comenta Nievas, y añade: «Elijo los sistemas de sonido de última generación, los que mejor reparten la presión sonora, porque nosotros en espacios grandes hacemos cálculos físicos con unos fundamentos a través de simulaciones de cómo quedará el sonido en función de muchas variables, como la temperatura o el viento; el sonido es una acción de física mecánica, producimos un empuje del medio, digámoslo así, estamos moviendo el aire con una presión sonora, estamos convirtiendo la energía eléctrica en energía mecánica moviendo una serie de altavoces que mueven el aire a una presión que es la que llega al público al oído , y lo que tenemos que conseguir es que esa presión sea la misma al principio que al final del escenario, y estos sistemas de nueva generación están muy conseguidos porque tienen unos rasgos de dispersión que cubren muy bien todo el espacio, y por eso no se mete la música de un escenario a otro, para eso son las predicciones y con ellas jugamos. Todo evoluciona demasiado rápido. Antes todo era analógico y el mundo digital nos ha facilitado mucho nuestro trabajo para operar con esa mesa y con herramientas para tratar el sonido, como son la dinámica, efectos, comprensión, etc, nos da un salto de calidad enorme y nos permite abarcar proyectos más grandes y en menos tiempo. Tenemos media hora de cambio en cada escenario, con 25 personas trabajando sin parar, moviendo cables, microfonía o iluminación».
Y Termina con una reflexión: «Nuestro sector lo ha pasado muy mal durante la pandemia, pues somos temporeros y no hemos recibido ninguna ayuda este tiempo. Nuestro trabajo depende de los eventos que salgan, un técnico puede cobrar entre 250 o 300 euros al día, pero solo en verano hay eventos, y hemos tenido problemas para contratar técnicos porque muchos de ellos han dejado esto en busca de una estabilidad y tenemos una falta de personal tremenda, además de falta de material porque la industria ha caído tras dos años de parón, han quebrado muchas empresas».
El jienense de 51 años Juan Fuentes, Jefe de Producción de Hermanos Toro, lleva media vida en este mundo, que no es otro «que coordinar con el festival todas las necesidades en cuanto a los proveedores, es decir, todo lo que está fuera de los escenarios: mobiliario, camerinos, maquinaria, montaje, etc; y para llevar a cabo todo eso somos 50 personas y trabajamos con 40-50 empresas de media diferentes.
Hay una frase en mi departamento que lo define todo: 'si todo sale bien nadie preguntará por producción, si sale algo mal todos acuden a nosotros».
Fuentes apunta un detalle muy interesante: «Este verano hay muchos eventos y nos estamos encontrando con muchos problemas, por ejemplo, hemos tenido que pedir hierro a Bélgica para montar los escenarios, o equipos a Francia; en este país todas las naves de proveedores están vacías, se nota que llevamos dos años sin festivales y todos los artistas quieren girar, es lógico; por otro lado, hemos captado a muchos turistas que han querido venir a España de vacaciones para asistir a los festivales, eso es muy positivo».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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