
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«Un concierto en esta catedral siempre es un pedazo de lujo». Fermín Ladrón de Guevara ha conseguido un asiento junto a su familia frente al coro principal de la Catedral de Málaga. Ha hecho cola (menos que otros años) para conseguir las localidades, una entre las 800 que ofrece la organización. Con el público sentado –tras una ardua labor por parte del personal de protocolo–, empieza la magia: los integrantes de La Joven orquesta barroca de Andalucía ocupan sus localidades mientras tocan las primeras melodías, caminando desde ambos lados del altar, conducidos con tino y maestría por el director Aarón Zapico. Los pilares de la basílica retumban con el sonido del tambor y el vibrar de las cuerdas mientras que en las bancadas el respetable se queda mudo, satisfecho: la espera ha merecido la pena y la Navidad ya suena en la Catedral.
El concierto de Navidad de la basílica mayor de Málaga es una cita tradicional de estas fechas y suele marcar el inicio del núcleo central de las celebraciones, en la víspera de Noche Buena. La expectación genera cada año largas colas en torno al Patio de los Naranjos, una escena que ayer se produjo con menor intensidad, quizá por la antelación de los más ambiciosos y por la rápida gestión de los organizadores.
Al inicio del recital, el director se subió al altar para agradecer su presencia y anunciar a los asistentes algunos pequeños cambios en el orden del programa, ya que el repertorio estaba compuesto de piezas «muy exigentes». «Tenemos que dosificar la concentración, muchas gracias y felices fiestas». El público respondió con la misma confianza empleada por el músico: aplausos de aprobación (¿quién puede poner pegas tras una introducción tan sublime?).
Fermín, en representación del sentir general, admiraba el escenario, un entorno poco habitual para escuchar a una orquesta de este calibre. «Estar aquí es un privilegio», expresa. A pocos bancos de distancia están Fermín y María, un matrimonio que descubrió esta cita hace cuatro años –fecha en la que comenzaron a potenciar este tipo de eventos en la basílica–, y desde entonces «nunca» fallan. «Siempre que viajamos visitamos la catedral de la ciudad que sea, pero estar en la de tu casa escuchando música en directo es una experiencia sin igual», comenta ella. Él asiente: «La magia que ofrece este escenario es muy difícil de conseguir en otro lugar».
El programa fue menos navideño que otros años. En anteriores ediciones se apostó por un repertorio de villancicos clásicos interpretados a coro, pero este 2019, la Joven orquesta barroca de Andalucía se centró en algunos de los hitos del Barroco con Bach a la cabeza. El resultado no dejó indiferente a nadie gracias a la elevadísima complejidad de las piezas, interpretadas con energía y entrega por parte de los músicos.
Entre las butacas también estaba Lucía, de ocho años, con su padre, Fernando. En algunos de los momentos más planos, ella se removía en su asiento y jugueteaba con el folleto del programa, pero bastaba cualquier subida de intensidad para que volviese a dirigir su atención al altar. «Qué bonito suena, papá».
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