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Los músicos callejeros acogen con reticencias la regulación planteada por el Puerto de Málaga. El colectivo hizo patente su malestar en una asamblea informativa convocada el pasado martes por LAFAMA (Federación de Asociaciones de Movimientos Artísticos) para valorar la situación del arte en la calle ... en la ciudad. «El sentir general es que se ponen mil trabas para que al final pueda tocar allí muy poca gente. A muchos no les compensa», expresa Carlos Quintana, portavoz del colectivo.
El plazo para solicitar autorización para actuar en el Palmeral de las Sorpresas está en marcha desde el pasado lunes con unas condiciones que los músicos de la calle creen difíciles de cumplir. Con una actividad de por sí incierta, sin estabilidad ni ingresos constantes, la Autoridad Portuaria exige al músico estar dado de alta en el censo de empresarios, profesionales y retenedores; contar con un seguro de responsabilidad civil, y abonar una fianza o garantía de explotación de 313,23 euros. Además del pago de las tasas por ocupación y actividad, fijadas en 258 euros al año. Todo ello especificando que estas actuaciones no podrán realizarse a cambio de contraprestación económica, sin perjuicio de las cantidades que voluntariamente a modo de donativo puedan aportar los viandantes.
A cambio de esos requisitos, el Puerto ofrece un puesto estable durante todo un año en uno de los lugares con más tránsito de turistas de la ciudad, algo inusual en una ciudad donde de momento la música callejera está prohibida. No obstante, los músicos lamentan que no se hayan puesto en contacto con ellos para ajustar la regulación a la realidad del oficio. «No se ha hablado con nosotros».
Por ejemplo, el Puerto ha establecido dos turnos de seis horas cada uno (de 10.00 a 16.00 horas y de 16.00 a 22.00 horas), un tiempo que consideran excesivo para un solo artista. Con solo cuatro puntos aptos para actividades sonoras (hay otros cuatro para las no sonoras), solo podrían acceder a la autorización ocho artistas. El colectivo cree que podría haberse dividido en varias franjas horarias para así llegar a más músicos. Además, señalan que la potencia máxima de 73 decibelios es insuficiente para cualquier actuación.
Los músicos estudian qué medida adoptar y no descartan convocar una protesta por «las trabas» que, dicen, se pone a su actividad.
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