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cristina pinto
Martes, 30 de marzo 2021, 00:36
Cuando Alexis Delgado toca el piano en solitario confiesa que «lo echa de menos». «Mientras yo toco pasan y se escuchan otras cosas por ahí», aclara el músico. Con esas «otras cosas» se refiere a la música que nace de los dedos de Iñaki ... Salvador sobre las teclas del piano. Él le pone un paisaje jazzístico a la música clásica que presenta Alexis pero que tiene su origen en las obras de Johann Sebastian Bach. Haciendo honor al nombre y las melodías de uno de los compositores más reconocidos de todos los tiempos llegaba el diálogo de estos dos artistas en la tarde del Lunes Santo al Teatro Cervantes bajo el título 'Johann Sebastian Jazz'.
Arrancaba así la primera edición del ciclo 'Aeternum. Músicas sacras de mundo', que acoge actuaciones hasta el próximo sábado 3 de abril en el teatro malagueño. Frente a frente, exactamente a unos tres metros, distancia a la que les separaba sus pianos, Alexis Delgado e Iñaki Salvador comenzaron el diálogo común de Bach con el jazz.
Eran las seis de la tarde y, justo delante de ellos, la luz tenue ambientaba el patio de butacas del Cervantes, que recibió durante algo más de una hora a unos cien espectadores que contemplaron la complicidad de estos dos músicos sobre las tablas. «Excepto la primera y la última, el resto son obras de Bach. Pero es que toda la música que él escribió es sagrada, es una inmensa ofrenda, una glorificación a todo», comentaba Alexis Delgado en una de las pausas del concierto.
Sería en San Sebastián cuando esta fusión musical nació: «Todo empezó entre 'Jazzaldía' y 'La Quincena Musical de San Sebastián', cada festival propuso a un pianista y fusionamos la armonía, las melodías, el impulso creativo y la espiritualidad de Bach con el jazz», aclaraba Iñaki Salvador en una de sus intervenciones.
Como decía él mismo, era innegable que los dos disfrutaban y lo pasaban bien en el escenario. Los rizos de Alexis Delgado se movían al tempo de su piano y la sonrisa y mirada de Iñaki Salvador confirmaban la complicidad de ambos, aunque también la de Bach y el jazz, dos mundos inicialmente diferentes, pero que demostraron que pueden unirse sin estridencias.
El escultor vasco Eduardo Chillida, gran admirador de Bach, lo dijo entre líneas y Alexis lo equiparó a lo que ellos hacían sobre el escenario: «Saludo a Bach, moderno como las olas, antiguo como el mar, siempre nunca diferente, pero nunca siempre igual». «Estas palabras definen muy bien lo que estamos ofreciendo», añadía Delgado.
Cuando llegaban los últimos minutos del concierto, el enorme legado de Bach y el toque delicado de jazz hicieron que el patio de butacas, con un largo aplauso, pidiera un tema más en el concierto. Y así fue. Los músicos volvieron al escenario y dieron otra lección más de fusión musical. Alexis Delgado supo definirlo bien: «La música es sacra no solo cuando alude, sino cuando encarna».
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