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Manuscrito del códice guatemalteco con la versión de 'De Antequera sale el moro'.
El 'moro de Antequera' también hizo las Américas

El 'moro de Antequera' también hizo las Américas

El malagueño Daniel Anarte, director del conjunto Oniria, descubre una versión inédita del romance en un códice guatemalteco del XVI. El disco que lo incluye es finalista en los premios de la música antigua

Lunes, 23 de noviembre 2020, 00:35

Dice el antiguo romance que de Antequera salió el moro hacia la Alhambra para contarle a su rey las penurias que sufría la villa por los ataques del infante Fernando. «De día le dan combate, / de noche hacen la mina/ los moros que estaban dentro / cueros de vaca comían/ Si no socorres, el rey/ tu villa se perdería». Faltaba poco para que la ciudad cayera en manos cristianas, otorgando un gran prestigio al entonces heredero al trono de Aragón. Los versos épicos y fronterizos proliferaban en los años de la Reconquista como crónica de la batalla que libraban moros y cristianos por la Península, gestas que fueron convertidas en música por los grandes vihuelistas del Renacimiento. Así sucedió con el 'Romance del moro de Antequera'. La pieza se le atribuye a Cristóbal de Morales, uno de los más afamados compositores del XVI, según recoge su coetáneo Miguel de Fuenllana en el libro 'Orphénica Lyra'. Se trata de una rareza, porque quien fuera maestro de capilla de la Catedral de Málaga estaba volcado en la música sacra, y solo se conserva una única versión de la obra. Al menos eso se creía.

Al otro lado del mundo, en unos códices del XVI hallados en un lugar remoto de Guatemala en los años 60 había escondido entre cientos de manuscritos otra versión de 'De Antequera sale el moro', como se titula la original.

Lo descubrió el malagueño Daniel Anarte, director musical del conjunto de música histórica Oniria, haciendo las transcripciones de varias piezas de los Códices de Huehuetenango –donde aparecieron– para su próximo disco. «Hay muy pocos libros de música escrita para ministriles», conjuntos de vientos, y eso le daba un valor especial a estos legajos, copiados por manos indígenas durante la época colonial. Son muchas las referencias a las aptitudes musicales que demostraba la población autóctona, primero copiando partituras llegadas de Europa y después creando las suyas propias.

De izquierda a derecha, Ramón Peñaranda, José Antonio Martínez, Carmelo Sosa y Daniel Anarte, director de Oniria. Saray Ramos

Los Códices de Huehuetenango son un ejemplo de la importancia que los dominicos daban a la música en la evangelización de zonas inhóspitas y hostiles de Guatemala en el siglo XVI. Y precisamente fueron dos misioneros de otra orden religiosa quienes reunieron y recopilaron en 1963 estas partituras que hoy custodia la Universidad de Indiana.

Anarte, que se dio cuenta rápidamente del parecido entre ambas composiciones, trasladó su descubrimiento de concordancia a Omar Morales, uno de los mayores expertos en estos fondos musicales, quien le confirmó que nadie había caído hasta entonces en esa coincidencia. A diferencia de la obra atribuida a Morales, aquí no había letra. Solo se leía, a modo de título o identificación, la palabra 'Romance'. Y mientras que la pieza conocida hasta ahora estaba escrita para vihuela, esta es una composición polifónica para cuatro voces (soprano, contralto, tenor y bajo). En ambos, la melodía coincide prácticamente en su totalidad.

Oniria incluye esta versión inédita, junto con otras músicas de los códices guatemaltecos, en su disco 'Huehuetenango: Ministriles from Guatemala'. Un álbum autoproducido, sin ningún potente sello detrás, que ahora compite por ser la mejor grabación discográfica en los Premios GEMA, de la Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua, los únicos galardones de esta especialidad.

Frente a ellos dos «gigantes» de la música antigua: 'El baile perdido' de Raquel Andueza (Anima e Corpo Música) y 'The Melancholic Bach' de Emilio Moreno y Aarón Zapico (Glossa). «Es gente muy potente que vive de esto», apunta Anarte, músico de la Banda Municipal de Málaga. Le acompañan en este proyecto Carmelo Sosa, trombonista de la Banda Municipal de Sevilla; Manuel Quesada, profesor de trombón del Conservatorio de Granada y Eugenio García, percusionista y profesor en el Conservatorio de Sevilla. Ellos son la base de una formación que varía según el repertorio y la que se suman en ocasiones músicos como Ramón Peñaranda y José Antonio Martínez. Siempre con Caroline Astwood, mujer de Anarte, en las funciones de management.

Diez años se cumplen del primer concierto de este conjunto historicista que toca con reproducciones de instrumentos del Renacimiento. El sacabuche de Anarte, por ejemplo, es una copia del primero del que hay constancia, en 1551 en Alemania. Un proyecto sustentado en la pasión por recrear los sonidos de otros tiempos que aspira a hacerse oír con más intensidad en los premios GEMA.

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