Mischa Maisky, durante su actuación en el Echegaray. MIGUE FERNÁNDEZ | VÍDEO: REGINA SOTORRÍO | PEDRO J. QUERO

Mischa Maisky, una leyenda del chelo a pie de calle en Málaga

A sus 73 años es uno de los grandes de la música clásica, alumno de Rostropóvich y colaborador de Bernstein. Y además un maestro humilde y cercano que regaló un sublime concierto en el Echegaray para MalagaCello

Viernes, 21 de mayo 2021, 00:57

Kazue Yamazaki-Kivitie no daba crédito. Miraba varias veces la imagen que había buscado en su móvil y la comparaba con la persona que tenía enfrente. «¿Mischa Maisky en Málaga? No puede ser». En una ocasión quiso ir a su concierto en su Japón natal, ... pero «las entradas se agotaron en cinco minutos». Y ahora ese «artista top», esa «leyenda del chelo», estaba allí delante en la calle Alcazabilla. Mischa Maisky (Riga, 1948), uno de los grandes violonchelistas vivos, ha impartido durante dos días en Málaga una masterclass con las puertas abiertas en la Cofradía de Estudiantes dentro de la programación de MalagaCello. Unas lecciones que finalizaron este jueves con un sublime concierto matutino en el Echegaray. Y Kazue Yamazaki-Kivitie era la primera en la cola de acceso al teatro.

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No era una actuación planificada. «Por eso visto tan informal», dijo señalando sus deportivas y su camiseta. La idea era celebrar un encuentro con los participantes y los oyentes de sus clases para hablar «de Bach o de la vida». Pero a última hora del miércoles el Ayuntamiento cedió para el evento el Echegaray. «Y de repente aquí estoy, en un teatro». Anunció que tocaría para empezar la 'Suite nº1' de Bach, «y ya veremos qué otra cosa les apetece». Un 'ya veremos' que se quedó a muy poco de la integral de Bach.

Mischa Maisky abordó la 1, la 2 y la 4, y dos movimientos de la 3 y la 5 haciendo parecer fácil lo enormemente difícil y complejo, un repertorio decidido al momento solo al alcance de un músico de su nivel y su experiencia. Y es inmensa. Solo él puede decir que ha sido formado por los dos grandes del violonchelo: estudió con Rostropóvich en la antigua URSS y con Gregor Piatigorsky en Estados Unidos. Cada maestro representa una vida de Maisky.

«Mi primera vida en la URSS fue complicada», recordó en el coloquio posterior al concierto. Nació en Riga (Letonia), donde compartió escuela con Mijaíl Barýshnikov, para muchos el mejor bailarín del mundo. Ya en la adolescencia cumplió su «sueño» de recibir clases de Rostropóvich en Moscú, pero cuando le quedaba muy poco para finalizar sus estudios fue condenado a pasar dos años en un campo de trabajo. Su hermana se había exiliado a Israel y temían que él siguiera sus pasos. «Los dos últimos años ni siquiera vi mi chelo y estuve haciendo otras muchas cosas, pero esa es otra historia», dijo sin entrar en más detalles. Según algunas crónicas, un amigo médico le trasladó a un psiquiátrico para escapar del arresto y tras lograr la libertad emigró a Israel y, de ahí, a Bélgica. Y aún así, Mischa Maisky se siente «afortunado» de lo vivido por poder estar cerca de un genio como Rostropóvich.

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El violonchelista, durante la masterclass para MalagaCello en la Cofradía de Estudiantes. Francisco Hinojosa

«Cuando dejé la URSS empecé una nueva vida y de nuevo volví a tener una increíble suerte». Recordó a Piatigorsky y también al chelista catalán Pau Casals. «Toqué para él el 18 de agosto de 1973, exactamente dos meses antes de que falleciera. Él tenía casi 97 años, y obviamente fue una experiencia absolutamente inolvidable que me hizo sentirme afortunado». Casals, afirmó, ha sido siempre una «fuente de inspiración» para él. Después, llegarían sus colaboraciones con directores como Leonard Bernstein, Zubin Mehta, Vladímir Ashkenazi, Daniel Barenboim y Giuseppe Sinopoli, entre otros. Y ha actuado para grandes personalidades, entre ellas la Reina Sofía.

¿Cómo lo hace para mantenerse tantos años en la cúspide de la música clásica? «Lo siento, pero no tengo ninguna receta secreta. Simplemente trato de ser tan sincero y honesto, y compartir lo que amo, lo que sé y lo que entiendo por música con tanta gente como me sea posible. E intento hacerlo con amor, ese es el secreto, eso es lo que marca la diferencia», respondió el músico con naturalidad. Y con sentido del humor: «Porque ya lo dijeron los Beatles hace tiempo, 'All you need is love'», apostilló provocando una risa cómplice en el público.

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Ha pisado infinidad de escenarios del mundo, pero nunca antes de Andalucía. Esta vez lo hizo por la amistad que le une a la chelista malagueña Carmen María Elena González, impulsora de MalagaCello, la primera plataforma que existe en España en torno al instrumento. Estas masterclass, que han contado con el respaldo de la Cofradía de Estudiantes y el Ayuntamiento de Málaga, son solo el principio de un ambicioso proyecto que incluye un festival internacional para este verano. Pronto se anunciará su cartel y sus escenarios, y puede que Mischa Maisky regrese para entonces.

Porque el concierto de ayer fue magistral, de una brillante precisión, delicado en unos momentos y arrollador en otros; pero fue algo casi improvisado, únicamente promocionado por los canales de MalagaCello y con poco aforo. Se llenó solo con los estudiantes y las personas cercanas a la organización. Además, el calor que hacía en la sala, con los focos apuntándole directamente, no facilitaba la interpretación, obligándole a secarse en varias ocasiones el sudor que caía de su frente al instrumento. Pero ni por esas dejó de tocar ni hizo una actuación para cubrir expediente. Ofreció más repertorio del esperado durante casi dos horas de encuentro con el público, al que recibía amablemente después de la actuación. Humilde y cercano. Un grande. «Mientras sienta que puedo seguir tocando con el nivel suficiente y que la gente lo disfruta, yo también lo haré. Y espero que esto sea así durante muchos años más».

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