Manuel Carrasco sabe cómo ganarse a su público, es un hecho. Desde la primera canción el vínculo y la conexión que se crean entre el artista y el espectador es inquebrantable, y una prueba de ello fue la entrega total de los malagueños el pasado ... sábado en el Estadio de Atletismo Ciudad de Málaga. Alrededor de 27.500 personas se reencontraron con el onubense en el concierto más multitudinario desde hace más de una década, y eso había que celebrarlo.
Publicidad
Para cada concierto y ciudad de España, Carrasco tiene preparada una bulería especial en la que no faltan sus monumentos, platos típicos o personajes históricos, y en este caso Málaga no iba a ser menos. Con algunas variaciones a los años anteriores, en este momento del espectáculo salió en solitario acompañado de su guitarra flamenca, y comienzó mencionando a su «Málaga la bella»: «¡Ay mi Málaga la bella! Vengo como un cenachero pregonando mis letrillas para decirte, vida mía, lo mucho que yo te quiero», iniciaba a compás de 6/8. Después, mencionaba la flor más emblemática de la ciudad: la biznaga y el tallo de nerdo. Tras este comienzo, ya tenía a su público más que ganado y muy pendiente de la siguiente estrofa.
Destacó por su «belleza» el Castillo de Gibalfaro, la Alcazaba, la Alameda, la Trinidad, la Rosaleda y la calle Larios: «En la Plaza de la Constitución, y en la Manquita voy a jurarte todo lo que por ti siento de se amor que fue creciendo allí en los Baños del Carmen. Por estar a tu verita, a mí todo lo demás me sobra, si tú estás yo estoy 'perita'», cantaba con una sonrisa henchida.
Para la sorpresa de los asistentes, quienes aún no habían podido comprobar si el Real Madrid fue ganador de la Champions, Manuel Carrasco hizo 'spoiler' a los futboleros: «No lo puedo reprimir, que el Madrid ganó de nuevo otra vez la Champions League». Después, continuó mencionando a aquellos personajes de Málaga que se han convertido en un símbolo internacional: Antonio Banderas, a quien llamó «andaluz de bandera»; a Chiquito de la Calzada, a quien se refirió como el «más grande»; y «de propina si acaso, que Málaga vio nacer a don Pablo Ruiz Picasso», continuaba por compás de amalgama.
Por supuesto, no faltaron los restaurantes más emblemáticos, el Tintero o El Pimpi, y una mención especial al Cristo de Málaga, el Cautivo: «El lunes de los milagros, la noche de las promesas, que se cumplan de tu brazo, que no se apague esa vela, el Cautivo de blanco que se lleve nuestras penas. Después de esperar tres años, Dios mío, la verle la cara, yo quise desatar sus manos. ¡Cautivo, el Cristo de los Milagros!», estrofa que culminó sintiéndose «un boquerón» más.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.