Secciones
Servicios
Destacamos
Cristina Pinto
Viernes, 13 de octubre 2023, 00:11
Al final de la gira del año pasado, Manolo García sufrió una miocarditis aguda, enfermedad del corazón que le obligó a parar los conciertos. Pero los médicos le dijeron que volvería a la carretera. Y ha vuelto. Desde septiembre, el artista está de nuevo sobre ... los escenarios y este sábado le toca el Auditorio Municipal Príncipe de Asturias de Torremolinos. Este año también está de celebración con la vuelta de El Último de la Fila y la grabación de 24 de las míticas canciones con Quimi Portet para rememorar aquellos buenos años. Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor y Manolo García en esta entrevista lo confirma nada más descolgar el teléfono.
–¿Cómo va su día?
–Bien, bien. Pero si lloviera, estaría mejor.
–Demasiado calor aún.
–Esto es un poco preocupante.
–Consecuencias de las acciones del ser humano.
–Ya... Antes las horas de sol se metían en la casa y bebían en el botijo, que estaba fresquito. Ahora sólo queremos aire acondicionado, viajar al Caribe y hacernos una foto en Londres por 80 euros como 'low cost'. Vamos a pagar un precio por eso y va a ser muy caro.
–¿Es lo que estamos creando?
–Nuestra economía y sociedad están basadas en el consumo y en el gasto; hemos dejado atrás las únicas necesidades importantes que son el cobijo y la comida. Ahora la humanidad está dedicada a fabricar tonterías que no necesitamos y ese consumo desaforado nos lleva a un desgaste del planeta. Tendríamos que haber tenido un cuidado exquisito desde hace años con cada kilómetro asfaltado, cada bosque talado, con nuestro comportamiento y manera de vivir... Pero somos una manada animal lanzada a toda velocidad y dirigida por unos personajes que creen que cuando lleguemos al abismo ellos se apartarán para salvarse y nosotros caeremos. Pero me temo que no están en lo cierto.
–Esa es la guerra que existe con el mundo... ¿Y la que hay entre personas?
–El ser humano es un mono loco y desatado. A lo largo de la historia han existido guerras y los ejércitos pero, bueno, creo que después de tantos siglos de civilización deberíamos haber aprendido la lección. Aunque eso es difícil porque la esencia humana está basada en el egoísmo y las masas obedecen al dictado de la violencia. Y claro que hay personas buenas y que se libran de esto, pero estamos instalados en un modelo social y capitalista que nos quiere convencer de que esta es la mejor manera de vivir.
–¿Se siente un bicho raro entre la gente?
–No me siento un bicho raro pero reniego de nuestra forma de vivir. Pienso que con mucho menos podríamos y llevaríamos unas vidas más austeras. Yo crecí con mis abuelos en el pueblo y vi cómo ellos eran autosuficientes y no estaban dependientes de todas las chorradas con las que ahora pretendemos pasar la vida. Reniego de esta forma social de vivir porque echo de menos una vida más tranquila, pequeña y con menos viajes.
–¿Cómo establece usted ese punto medio? Es casi imposible no salirse de esa filosofía.
–Bueno, yo he sido de los homínidos de este planeta que más ha tardado en tener un móvil. El primero que tuve era de esos de 39 euros de abuelo cebolleta y ahora tengo uno más actual por temas de trabajo. Pero intento no llevarlo encima y algunos días dejarlo en un cajón guardado. Tengo la suerte de no necesitarlo siempre para poder trabajar. Si por mí fuera, aboliría este nuevo modelo de vida. Muchos días me niego a seguir el ritmo, me pongo lento... Aunque tengo otros de mucha intensidad como cuando hay una gira o un disco, pero en cuanto acaba esa racha, paro.
–Me asombra escuchar eso de una persona que es uno de los grandes nombres de la música y ha ganado tanto dinero... Ha podido tener una vida tan basada en lo superficial.
–Las cosas no son siempre como parecen. No todo se basa en la idea de que los músicos se forran y todos viven una vida de rockeros estúpidos haciendo el gilipollas por ahí. Cada uno es diferente y yo siempre he intentado no salirme de mi sistema que es no aceptar patronazgo ni publicidad. He tenido la posibilidad de salir en campañas de televisión y me he negado porque esa es una de mis condiciones sagradas. Yo sólo compongo canciones y hago discos, lo demás no me interesa.
–¿Sigue componiendo?
–Cuando me apetece, cuando tengo el duende. Eso de que las musas te encuentren trabajando no me lo creo ni lo comparto; las musas vendrán cuando les dé la gana. Yo no estoy cinco días esperando a que llegue la emoción.
–La pintura tampoco la deja.
–Siempre he estado muy dedicado a ella y sigo porque son ratos donde calmo la adrenalina de los escenarios. Ahí me abstraigo en mi mundo de ficción donde creo mis pequeñas formas. Al final suelo hacer una o dos exposiciones al año.
–¿Qué es lo que más le gusta de su vida?
–El tiempo. En el que no estoy estresado ni nervioso, en el que no hay prisas. De eso me he dado cuenta con los años en los que no te vuelves más fuerte, te vuelves más frágil porque te das cuenta de muchas cosas que duelen.
–El año pasado con la miocarditis aguda tuvo una pausa que le obligó a no tener prisa.
–Un golpe de salud te hace reflexionar mucho. Fueron unos meses de mucha lectura, pintura y películas. Los médicos me dijeron que pronto volvería a la carretera y eso se ha cumplido.
–¿Le asusta la enfermedad?
–¿A quién no? Pero yo no vivo pensando cada mañana en eso, no vivo asustado. Mi interés en la vida es vivir el día a día con el mínimo estrés y enfados posibles. La enfermedad va a venir pero, mientras tanto, aquí quiero estar tranquilo.
–Ahora ha vuelto a los escenarios y, este sábado, a Málaga.
–Sí... Cada noche la gente sale muy contenta y nosotros también. Yo tengo el mismo entusiasmo de siempre porque la gente canta, baila, flipa y se sumerge en un mar de sonoridades, de emociones... Incluso olfatea porque este año estoy poniendo varitas con olores. Son cosas que yo veía cuando iba con 16 años a conciertos hippies... Yo tengo corazón de hippy.
–¿Se considera un romántico?
–Soy un tonto romántico, eso se nace y se es toda la vida (risas). Pero pobres de nosotros, somos los últimos románticos porque la inteligencia artificial y los robots no lo son.
–¿Qué le parecen esas tecnologías?
–A día de hoy no me han demostrado ni convencido de que la inteligencia artificial, los móviles y la tecnología sean estupendos. Ojalá triunfen, por supuesto, pero a mí no me va a convencer nadie de que tienen más cosas positivas que negativas.
–Antes de despedirnos tengo que decirle que le envidio por que pueda pasar días con el móvil en el cajón.
–Es un abuso porque ahora lo piden para el banco, para todo. Tendríamos que sentarnos en una mesa con gente experta y ver cómo lo hacen para manipularnos. A mí me pasa que me tiro un día con el móvil y me salen granos. El alma acaba mejor el día con lo natural que con lo artificial. Antes no existían ni relojes ni calendarios y con 15 horas de trabajo conseguían lo suficiente; ahora, sin embargo, trabajando 50 horas a la semana vamos de puto culo y la gente, encima, no llega a fin de mes.
–Esto nos da para otra conversación de cincuenta minutos.
–Así podríamos estar todo el día... Quien lea esta entrevista pensará que estoy loco, ¡pero me da igual! Soy sincero contigo y te contesto todo lo que me preguntes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.