La realidad se impone cuando Internet te dice que 'Rayando el sol' ha cumplido los 34 años, que han pasado 27 desde aquella triste historia 'En el muelle de San Blas' y que Fher Olvera va camino de los 65. ¿Cómo? Maná se ha hecho ... mayor y su público, las más de 18.000 personas que anoche estábamos en el Marenostrum Fuengirola, también. Pero durante unas horas parecía que aquí no había pasado nada. Los de Guadalajara sonaron como la máquina engrasada de pop rock latino que son, y los de enfrente corearon cada 'hit' de la banda mexicana como han hecho en los garitos durante tres décadas. Todo bien, que pase el tiempo pero que no se note… demasiado. «Vamos a echar toda la carne al asador», avisaba Olvera, que a mitad del concierto se bebía a la «salud» de todos «güey» un buen trago de tequila «del puro». Y Fuengirola brindó con él.
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Son roqueros de los de antes, de los que aporrean la batería y rasgan las guitarras mientras gritan veinte veces en la misma canción 'amor' –juraría que es el grupo en español que más lo dice–; unos tipos que lo mismo se ponen chulos con ese «Oye mi amor no me digas que no» que se vuelven tiernos como corderitos con el «me estoy ahogando sin tu amor». Sin complejos. Por si no había quedado claro, un pantalla gigante sobre el escenario proyectaba la palabra clave de la noche, amor en mayúsculas, mientras sonaba 'Manda una señal', el tema que abrió la veda por los ritmos tropicales envueltos en pop rock de Fher Olvera y los suyos.
Sobre las tablas, con casi quince minutos de retraso sobre la hora prevista, la alineación oficial: Fher Olvera a la voz y guitarra rítmica (muy a la última, de brilli-brilli en camiseta y sobrecamisa), Juan Calleros al bajo y contrabajo, Álex González a la batería y Sergio Vallín a la guitarra. Hacía casi una década, desde 2015, que no se les veía por Málaga. «Y les extrañábamos». Al otro lado, mucha generación de los 70 y 80 –algunos ya acompañados de sus hijos– en un concierto récord de aforo (solo Manuel Carrasco el año pasado y Estopa en esta edición, lo igualan).
Maná tiró de sus infalibles en un repertorio concebido para no defraudar a todos esos que venían para recordar y revivir las fiestas en las que nunca falta una canción del grupo mexicano. Impresionante la cantidad de móviles en alto con los primeros acordes de 'Corazón espinado', la exitosa alianza con su paisano Santana. Y es que esta era una noche para hacer alarde de orgullo patrio en una gira que han querido titular como la clásica ranchera 'México lindo y querido'. Potente la versión de 'El Rey', con ritmos ska que acabaron en una descarga de rock. Eso sí, aquí, en España está «el mejor público del mundo».
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Todos a una acompañaron a Maná en 'Labios compartidos', la canción que –confesó– compuso a la madre de sus hijos tras una infidelidad de ella; se pusieron románticos con la hermosa 'Vivir sin aire' a la armónica de Fher; y Marenostrum retumbaba con el baile de 'Se me olvidó otra vez' y los coros de 'Oye mi amor'. Pero no todo fue amor, también hicieron política: lanzaron un alegato por la protección del medio ambiente con 'Dónde jugarán los niños' en un país «asediado por el turismo», con una enorme elefante hinchable sobre el escenario, y pidieron más compromiso a los líderes y también a sus votantes.
Para la traca final, más de dos horas después del inicio, Maná reservó los imprescindibles. 'En el muelle de san Blas' regaló un momento de exaltación de la amistad con el público abrazado. Con 'Clavado en un bar', el Marenostrum se venía arriba cantando a voces y a saltos el «estoy ahogado, estoy herido, estoy ahogado en un bar». Incluso le lanzaron un sujetador que Fher recogió con mucha guasa. Con 'Rayando el sol', por aclamación popular, se despidieron de Fuengirola por la puerta grande.
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Fher Olvera hizo constantes referencias a Fuengirola, tuneando las letras y alabando la belleza del castillo, con una luna espectacular de fondo. Se entregó por completo. También su banda. Desde los punteos de Sergio Vallín hasta un Álex González en plena forma que dejó sin palabras al auditorio con un brutal solo de batería. Pasa el tiempo, sí. Pero que pase así da gusto. Dan ganas de un tequila, «mi amor». Sobre todo, después de la subida del Málaga a Segunda que aquí también se celebró.
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