Es puro rock flamenco, pasión efervescente, sensualidad y energía en el formato de nuestra Beyoncé española. Malú es una auténtica todoterreno, y quien lo dude es que no la ha visto en directo. Además, anoche fue su día grande. Volver a los escenarios tras la ... recuperación de un accidente laboral (y de ser madre en plena pandemia) le supo a gloria a la madrileña. Starlite se encontraba de igual forma: con muchas ganas de sentir en la piel el factor poderoso de su voz y su presencia escénica imparable.
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Desde luego, la salida al escenario debía tener la misma energía o, al menos, el mismo halo misterioso que la artista ha ido desperdigando por toda la geografía española con 'Mil batallas', la gira con la que llenó ayer el festival marbellí. Sus músicos sobre la oscuridad del escenario tomaban posiciones de forma dispersa. En la tenebrosidad ya se podía apreciar el amplio elenco que traía: nueve profesionales para que la música sonara óptima, que sonara a Malú. Ella salía en sombra a los pocos segundos desde el centro del escenario, alumbrada tan sólo por un haz de luz blanca a sus espaldas. Los focos descifraron pronto el peculiar look que eligió para comenzar este concierto: una chaqueta de cuero que le cubría sólo la mitad del cuerpo y una especie de body enterizo con destellos negros y dorados.
Los gritos de furor se escuchaban en las primeras filas con mucha fuerza, impacientes, expectantes, levantándose de las sillas para acoger a su artista favorita que bailaba al ritmo de los ventiladores que tenía enfrente mientras su largo cabello danzaba con vida propia. «No sabéis las ganas que tenía de volver a veros, de volver a Marbella y a Starlite, a este lugar que tantas noches mágicas me ha regalado, donde siempre puedo contar con mi familia, mi gente, porque estoy en mi casa», confesaba impresionada, con una sonrisa amplia y sin pestañear. Interrumpía su discurso para otear entre el público a una «mini Malú», una pequeña que llevaba un vestuario similar al suyo.
Antes ya había caldeado el ambiente de la cantera de Nagüeles con algunos temas conocidos: 'Ingobernable' mostraba el poderío con el que aterrizaba en Marbella sin escatimar en detalles ni instrumentos. A sus espaldas, dos guitarra eléctricas, piano, guitarra acústica, percusión, bajo, batería, coros y en algunos temas saxofón o flauta travesera. «Este show es mi burbuja, quiero que entréis y os olvidéis de todo lo que pasa fuera, venimos de unos años difíciles, duros y raros, y el objetivo de este espectáculo es que se olvide todo. Que salgamos con el alma más contenta y de todo corazón espero conseguirlo», comentó sin timidez.
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Antes de salir del escenario para cambiar su vestuario un momento acústico mientras ella se sentaba más cerca del público hizo que la conexión fuese en aumento. 'Deshielo', un tema de su último disco, 'Mil batallas', versaba con mucho sentimiento un mensaje para adelantar sus intenciones. «Voy a salir corriendo, se nos acaba el tiempo antes de volver a ahogarnos otra vez», cantaba, dejando en el escenario a sus músicos amenizando la espera. La protagonista apareció a los minutos con un vestido negro de tul y un top metalizado: «Hay momentos de este concierto en los que quería hacer un recorrido por lo que había sido mi carrera, a tocar canciones que hacía tiempo que no tocábamos y revivir esos momentos», contaba relajada para dar paso a 'Siempre tú', un tema que sacó hace ya 21 años y con el que consiguió traer a Málaga a una Malú inocente y con mucho mundo aún por descubrir.
Uno de los momentos grandes el concierto llegó con 'Que nadie', un tema de su amigo Manuel Carrasco que juntos hicieron hit en el año 2008. «Que nadie calle tu verdad, que nadie te ahogue el corazón», gritaba la artista con la complicidad de todo el recinto de Starlite, que se levantaba de las sillas para saltar con ella. Tras este éxito sonó otro de su carrera, 'Ahora tú'. A estas alturas de la noche, el vestido de tul ya quedaba en el recuerdo, y es que la artista ganó movilidad cuando se desprendió de la falda y se quedó con el mono gris metalizado, flecos en las mangas y botas negras de mosquetera.
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La cantante se puso romántica (más aún) y se acercó al piano acompañada de sus coristas para interpretar 'Ni un segundo', desprendiéndose de los demás instrumentos para crear un momento íntimo, melancólico y muy sentido, que cantó con los ojos cerrados y la mano en el corazón. Tras este acercamiento al acústico, el formato de su actuación cambió y todos los músicos se dispusieron en medio círculo, en taburetes, con la protagonista de la noche en el centro.
Con el concierto llegando a la recta final, una breve despedida al ritmo de 'Toda' puso a los cuerpos en movimiento, siguiendo una coreografías inventada que cada uno interpretaba al ritmo de una de las canciones más icónicas de Malú. «¡Qué tipazo, qué tipazo!» se escuchaba a coro entre el auditorio mientras la banda se despedía para coger fuerzas y volver a salir en un momento de confesión: «Voy a cantar dos canciones que marcaron momentos especiales y determinantes para mí. Con una de ellas empezó mi carrera, esta vida. Unos años después, con otra canción, empezó mi vida, y aquí se unen las dos», comentó emocionada para interpretar 'Aprendiz' y 'Tejiendo alas', un tema dedicado a su pequeño que acoge su disco más reciente. Más de dos horas de show hicieron que Malú desplegara sus alas y finalizase un directo apoteósico, redondo y muy cercano. Por ella no pasan los años.
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