Antonio Bueno, en su taller.

El malagueño que revoluciona el cajón flamenco: de Japón a los Rolling Stones

El ebanista y percusionista Antonio Bueno innova en el sistema de afinación y el control acústico del instrumento, avances que le han valido el Premio a la Artesanía de Andalucía

Viernes, 26 de agosto 2022, 00:33

Es la primera vez en una década que se ha tomado vacaciones. Diez días cerró la empresa. Pero Antonio Bueno no lo ha hecho para tumbarse en la playa o viajar por el mundo. El malagueño ha estado de gira por Galicia con su familia ... y la Asociación Cultural Vive la Música de Torrox. Él marca el ritmo de la banda con la percusión. Por supuesto, también con su cajón flamenco. Y esa es una de las claves de su éxito: como carpintero los fabrica, como músico los toca. El torroxeño revoluciona el instrumento aplicando la innovación a una herramienta musical aparentemente básica hasta convertirla en un objeto singular. Se lo piden desde Japón y Australia, incluso lo tenía en su colección particular el ya desaparecido Charlie Watts, baterista de los Rolling Stones. Ahora el Gobierno andaluz le ha reconocido su aportación con el Premio a la Artesanía de Andalucía.

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Tras esos cajones hay una historia. Construyó el primero «casi cuarentón» para sí mismo, para su grupo de rock sinfónico andaluz, pero nunca llegó a tocarlo. Un amigo se lo pidió para su tienda de música y lo vendió enseguida. El primero de muchos. De entrada, los acabados de la madera eran impecables. Ebanista de profesión, Antonio Bueno trabajó durante más de veinte años en la carpintería de su padre en Torrox. Pero es que además sonaba bien. «Me quedé sorprendido hasta yo». Sabía cómo lo quería porque siempre estuvo vinculado a la música: de niño se colgaba un tambor al cuello, de joven participaba en bandas y murgas de carnaval hasta que creó su propio grupo. «Soy un personaje, me meto en todos los fregados», reconoce entre risas.

La buena acogida de aquel cajón de prueba le animó a seguir investigando. Era el año 2010. Antonio Bueno se hizo autónomo con la idea de trabajar media jornada con su padre y la otra media en sus cajones, pero no duró así ni dos meses. Pronto su otro oficio le absorbería tanto tiempo que tendría que volcarse en él por completo. Todo lo que fabricaba bajo la marca ABueno lo vendía solo con el boca a boca de los vecinos de su pueblo y a través de un blog donde relataba el proceso. Un día le contactaron desde Cantabria, querían encargarle un instrumento. «Y así fue como empezó todo, ahí vi que había negocio. Rondaba los 40. Tenía una carpintería donde lo mismo hacía una mesa que subía una lavadora por las escaleras para montar una cocina. Pensé que sería bonito si conseguía vivir del 'arte sano' sin hacer esos esfuerzos».

Su cajón se exporta a todo el mundo y acompaña a El Canijo de Jerez, India Martínez, Vanesa Martín y Farruquito, entre otros

Se animó entonces a incorporar novedades al producto. Primero, la personalización: desde el nombre del propietario hasta la cara de Camarón. «La tallé yo mismo para un encargo que me hicieron desde Asturias». Y fue avanzando. Se dio cuenta de que el instrumento había cambiado muy poco con los años, apenas se habían incorporado mecanismos nuevos. Hasta entonces, el músico tenía que bajarse del cajón para afinarlo y cambiar la tensión de las cuerdas. Y él se propuso mejorar su funcionalidad: diseñó un sistema que se activa con un solo dedo, sin necesidad de cambiar la postura y «en cero coma, como dicen ahora». Lo patentó en 2012. «Te da la opción de tocar con un sonido más seco y en mitad de un tema cambiar a otro más arenoso».

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Pero no se quedó ahí. La frecuencia del sonido depende del agujero que hay en la parte trasera del cajón, de su diámetro y de la altura a la que está colocado. Y eso, que tradicionalmente es fijo, Antonio Bueno lo convirtió en móvil. Con un sistema de guías, su cajón cambia la posición y el tamaño del hueco de forma rápida y sin necesidad de herramientas. Una innovación que amplía las tonalidades posibles en un mismo instrumento. Lo llama el control acústico trasero.

José Millón

Dice que fueron sus años de carpintero los que le abrieron la mente y le entrenaron para buscar recursos diferentes. «Cuando vas a la calle tienes que adaptar tu forma de trabajar al hueco que hay, al descuadre, al desnivel. Pensar y solucionar rápido». Ha desarrollado seis series de cajón: mi primer cajón, iníciate, avanza, plus, maestre y noble. Conforme sube de nivel, aumenta la calidad de los materiales y las prestaciones. Desde los 90 euros hasta algo más de 800.

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Hoy exporta a toda Europa y a lugares tan distantes como Japón, Canadá, Australia y Estados Unidos. Sus cajones suben a los escenarios en los que actúa El Canijo de Jerez, India Martínez, Vanesa Martín, Melendi, Farruquito, Antonio Canales, El Carpeta, La Lupi, Pitingo, Alfredo Tejada, María Toledo, Remedios Amaya... Fue en una de las charlas de emprendimiento que da en colegios e institutos cuando –en un centro privado de la Costa– la madre de un alumno le descubrió y le puso en contacto con el baterista de los Rolling. Charlie Watts recibió su cajón en un concierto en el Hyde Park de Londres.

Al año, él y su primo, al que enseñó la técnica, fabrican alrededor de 600 cajones. A mano, uno a uno, nada de producción en serie ni masiva. Y, al mismo tiempo, difunde el oficio. El también presidente de la nueva Asociación de Fabricantes del Cajón Flamenco de Andalucía ha abierto una escuela de percusión, dirige el festival Cajonea y recibe visitas turísticas a las que explica la historia del instrumento. Sabe que al futuro se avanza sin olvidar los orígenes.

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