No fue un ingreso al uso. Tuvo la solemnidad que tienen estos actos de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, pero la protagonista le dio esa cercanía, sencillez, complicidad y emoción que desprenden sus canciones sobre el escenario. Y para ello, Luz Casal ... se trajo la radio que escuchaba en su infancia y su primer tocadiscos para convertir su discurso de entrada en la institución en un «desnudo» musical por los intérpretes que marcaron su trayectoria hasta que ella tuvo voz propia. Un repaso por su «altar de de dioses cotidianos», que le enseñaron a amar la música. Pero también a caminar, a vestirse, a equivocarse, a resistir, a disfrutar... a vivir.
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El propio proponente como académica de Luz Casal, el escultor Suso de Marcos –nacido en el pueblo coruñés de Boimorto, como la propia cantante–, destacó la singularidad de esta incorporación de la artista que «rompe con los estereotipos que andan por los foros académicos». Y tras serle impuesta la medalla por el presidente de la institución, José Manuel Cabra de Luna, la nueva miembro correspondiente en Madrid de San Telmo hizo honor a esa ruptura de los corsés con un discurso lleno de melodías y partituras que, como esa radio que la artista escuchaba de pequeña en el pueblo asturiano de su infancia, sintonizó no solo con los académicos, sino con el numeroso público presente en el salón de actos del Museo de Málaga.
«Les voy a hablar de la música y yo, que es de lo poco que sé», anunció Luz Casal que comenzó viajando en el tiempo con las canciones de Juanito Valderrama, «enorme cantautor cuya cima es 'El emigrante'». Una canción que no escogió al azar, porque para una gallega exiliada en la verde tierra asturiana, aquel himno la unía con sus vecinos andaluces, extremeños o castellanos. Así, aquella radio y aquellas coplas dedicadas que cantaban Concha Piquer, Antonio Molina, Rafael Farina o la Niña de la Puebla fueron las primeras canciones que guarda la memoria de la autora de 'No me importa nada' y 'Lo eres todo', que también supo que existía el «cocidito madrileño» gracias a Quintero, León y Quiroga.
luz casal
Cantante
En el segundo de ellos, Rafael León, se detuvo además para reivindicar su lugar entre los grandes. «Cómo un autor que escribió cerca de cinco mi canciones que forman parte de la memoria colectiva española nunca es mencionado al hablar de los poetas de su generación, la Generación de lo 27», reclamó la cantante, que también sacó a relucir su debilidad malagueña al recordar un detalle que pocos conocen: el paso del mítico letrista de 'Ojos verdes' y 'La zarzamora' por las aulas de los jesuitas del Palo.
Tras aquellas coplas, la joven Luz vivió un terremoto con la llegada de su primer tocadiscos a casa, que le hizo conocer voces fascinantes, como las de Steve Wonder, Las Supreme, Los Jackson Five o Diana Ross. A los 9 años debutó ante el público «vestida de lame plateado, como la cantante inglesa de moda Sandy Shaw», recordó. Aquello fue definitivo para querer estudiar música y danza, lo que la llevó al conservatorio y a los clásicos. Y más tarde a sus primeras clases de ópera, donde vivió otra revolución al escuchar a María Callas. «Desde ese día su voz está en el altar de mis dioses cotidianos», relató la cantante que también citó a Aretha Franklin , Edith Piaf, Amália Rodrigues, Frank Sinatra, Los Beatles o el compositor Leonard Bernstein, que en su lista de reproducción son compatibles con Carmen Amaya o La Niña de los Peines.
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«Dicen que no se olvida el primer beso, yo no he olvidado el primer disco que me compré, uno de Janis Joplin en 1971, que poco después moriría por sobredosis», relató la cantante que hizo para este discurso una particular versión hablada de su tema 'Entre mis recuerdos'. Una memoria musical en la que tampoco faltó el grupo norteamericano Creedence Clearwater Revival, a los que no solo escuchó mil vedes, sino que quiso imitar comprándose unos novedosos pantalones vaqueros, aunque para ello tuvo que ir «a una tienda de ropa de hombre».
Su sueño de ir a Madrid estuvo seguido de dos años difíciles que no obstante reforzaron su deseo de dedicarse a la música. Así que se armó de «paciencia, perseverancia y mucha tozudez». Un empeño –y un talento– que la llevó a grabar y publicar su primer sencillo en 1980, 'El ascensor', ese que ella cogería a partir de entonces coincidiendo además con la movida. Y ahí detuvo su desnudo la artista. Reivindicando el rock por su capacidad de hacer simple lo complejo y haciendo una última confesión: «La vida sin música no es vida».
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