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Luz Casal, anoche en el Teatro Cervantes.

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Luz Casal, anoche en el Teatro Cervantes. Hugo Cortés

Luz Casal es una de las nuestras

La cantante gallega conquista un Teatro Cervantes entregado con numerosos guiños a su segunda tierra y un repertorio poderoso y repleto de clásicos

Jueves, 29 de junio 2023, 23:58

Resulta tentador imaginar qué pasaría por la cabeza de Luz Casal durante su viaje de vuelta a Málaga para cantar en el Teatro Cervantes, a un paseo de su lugar de residencia cuando baja al sur y más de cinco años después de la última vez. Imaginar, decíamos, los recuerdos agolpados en forma de conciertos que ya son parte de la historia reciente de la música en vivo en la ciudad: la celebración del octubre picassiano en una plaza de la Constitución abarrotada, el memorable recital benéfico en la plaza de toros tras el cáncer, el homenaje a Rockberto o aquella noche en duelo por su madre recién fallecida. Aquí Luz juega en casa, y no sólo porque tenga vínculos familiares. Anoche el público se lo recordó enseguida con una larga ovación, antes incluso de que abriera la boca: es una de las nuestras.

Pero Luz acumula suficiente vocación de futuro («Estoy en el ecuador de mi carrera», repite últimamente entre irónica y retadora; a ver quién es el temerario que se atreve a negárselo) y ha desgastado demasiada suela, pateándose medio mundo desde hace cuatro décadas, como para dejarse mecer por el viento a favor y la complacencia del pasado. Por eso despliega su ritual durante dos horas con la entrega de una principiante y la ejecución de una diva: cada palabra retenida unas décimas de segundo antes de lanzarla hasta hacerla sonar cargada de emoción o de rabia, de deseo o de indiferencia, al ritmo vertiginoso de la batería de su inseparable Tino di Geraldo, con el público en pie y volteando su cabeza como la estrella de rock que nunca ha dejado de ser, o bajo la elegancia del piano de Baldo. Ningún gesto en vano: el cuerpo al servicio de uno de los repertorios más amplios y populares de la música popular española. Ya sea con canciones nuevas, pertenecientes a 'Las ventanas de mi alma', su último disco, hondo y poderoso, que ayer desgranó casi en su totalidad, o con clásicos como 'Piensa en mí' y 'Entre mis recuerdos'.

Hugo Cortés

Tras la luminosa 'Volver a comenzar', apenas arrancado el concierto, llegó la primera sacudida entre el público, que había agotado las entradas en cuestión de días. Mientras sonaba 'No me importa nada', ese canto al desdén convertido en himno feminista, en la pantalla desfilaban imágenes de algunas de las mujeres que más han influido a Luz, desde Janis Joplin y Patti Smith hasta Rosalía de Castro, Edith Piaf o Mari Trini. «Todas ellas me han inspirado, me han educado y me han estimulado». En el centro, entre Gata Cattana y Marie Curie, una desconocida. «Para mí la más importante de todas», reivindicó: «Matilde Paz Blanco, que era mi madre». Al homenaje materno le sucedió 'Sentir', el retrato de una amistad entendida como un hombro siempre dispuesto: «Porque creo en ti cada mañana / aunque a veces tú no creas nada». Avanzó en la presentación de sus nuevos temas con cortes como 'Estaba escrito', llamada a convertirse en uno de sus clásicos, y 'Un lugar perfecto', dedicada a Málaga: «En el confinamiento tuve la suerte de pasar aquí sesenta días seguidos, con el mar de fondo, y pensé que es un lugar perfecto».

Entre el público estaba Wix Wickens, director musical de McCartney y habitual de Bob Dylan

La cima instrumental y vocal que alcanza 'Besaré el suelo', con Jorge Ojea en la guitarra y Luz retorciéndose literalmente hasta hacerse un ovillo, exhausta tras dejarse la piel («Que el amor es un misterio / y que importa sólo a dos»), despertó una de las ovaciones más largas de la noche entre un público por entonces ya entregado sin pudores, como demostró al corear 'Un nuevo día brillará'. Era el cierre de la primera de las tres partes en que estuvo dividido el espectáculo, cada una con un atuendo diferente, símbolo del eclecticismo de Luz: primero con traje de etiqueta, luego con la melena al viento y un vestido gaseoso y por último con brillos.

En su segunda aparición brindó el momento más álgido, un carrusel de canciones eléctricas que levantó a todos de sus asientos, incluido Paul Wickens, más conocido como 'Wix', director musical de Paul McCartney y colaborador habitual de artistas como Bob Dylan y la propia Luz, con letras y ritmos que forman parte de la memoria musical de este país: 'Plantado en mi cabeza', 'Rufino', 'Loca', 'Un pedazo de cielo'... y 'Antes que tú' como brillante incorporación, el tema más gamberro de su nuevo disco y un aviso a quienes se dejan seducir por el resplandor del éxito sin anticipar la caída que sucede a cada escalada: «Subir, bajar, / todo eso se reduce / a un eterno blablablá».

La exhibición física, interpretativa y vocal de anoche demuestra que Luz está en el mejor momento de su carrera

Ya en los bises, reclamados durante unos minutos, sonó 'Piensa en mí'. Bastan unos acordes para que millones de personas identifiquen este bolero con aires de fado compuesto por Agustín Lara en los años cincuenta y popularizado por Luz hasta cotas insospechadas, desde París hasta Pekín. Pese a confesar estar «casi vacía», aún quedaban algunas balas como 'Negra sombra', la nostalgia hecha canción sobre un poema de Rosalía de Castro y otro de los momentos más aplaudidos de una noche coronada con 'Te dejé marchar', de nuevo con el público en pie aunque esta vez para una sentida ovación final.

Puede que Luz, lejos de ironías, haya atravesado el ecuador de su carrera. Ya lo avisa en uno de sus temas: «No soy carne fresca, / perdí esa condición». Pero la exhibición física, interpretativa y vocal de anoche en el Teatro Cervantes dejó algo claro: está en el mejor momento de su vida.

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