El cantante catalán, en la noche de este sábado sobre el escenario de los jardines de la Cueva de Nerja. E. CABEZAS
Rock

Loquillo consuma su idilio rockero con la poesía en los jardines de la Cueva de Nerja

El cantante repasa veinte de sus éxitos, versionando estrofas de autores como Mario Benedetti, Luis Alberto de Cuenca, Charles Dickens o Jaime Gil de Biedma, ante unas dos mil personas, que se quedaron con ganas de más

Domingo, 28 de julio 2024, 10:46

Fiel a su estilo inconfundible, José María Sanz 'Loquillo' vistió todo el concierto de riguroso, pantalón, camisa y chaqueta, que solo se quitó al final, para saludar. No es solo una estética, una pose, sino una filosofía de vida para un artista que, aunque rockero, ... ha bebido de otras muchas influencias. «Demasiado 'rocker' para los punks, y demasiado punk para los 'rockers'», decían de él en sus inicios en los años ochenta. Cuatro décadas después, Loquillo sigue siendo Loquillo. Y en la noche de este pasado sábado demostró uno de sus idilios más evidentes, la poesía, a la que se ha atrevido a 'transgredir' desde hace treinta años, versionando versos de numerosos autores.

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'Transgresiones' es precisamente el título de la gira que lo trajo a la 63.º edición del Festival Cueva de Nerja, en los jardines de la cavidad axárquica. «Gracias por la apuesta por la cultura en los últimos 63 años, que son los que yo tengo», dijo el artista nacido en Barcelona el 21 de diciembre de 1960. Arrancó el concierto con 'La vida que yo veo', del Bernardo Atxaga, uno de sus himnos clásicos basados en versos de la poesía europea e hispanoamericana «tan necesaria en un mundo tan cambiante como éste», aseguró.

Los versos de Mario Benedetti 'Transgresiones', que dan título a la gira, antecedieron a 'De amicitia', una letra de su autoría. Los acordes de 'Cuando pienso en los viejos amigos', de su «querido» Luis Alberto de Cuenca, empezaron a poner en pie a muchos de los asistentes, con ganas de pasar una noche rockera pero marcada por la poesía. El repertorio incluyó clásicos de Charles Dickens, como 'Historia de dos ciudades', 'Los gatos sabrán', basado en un poema del italiano Césare Pavese, 'Cuando vivías en la Castellana', de un poema de Luis Alberto de Cuenca, o 'La mala reputación', de George Brassens.

El público, con unas dos mil personas en un aforo de unos tres mil asientos, le gritaba sin parar «loco, loco», el apelativo cariñoso con el que se conoce a Sanz, un apodo que le puso el mítico jugador Epi cuando ambos coincidieron en las categorías inferiores del Juventud de Badalona, a las órdenes de Aíto García Reneses. No en vano, los 1,95 metros de altura explican que Loquillo hiciera sus pinitos en el mundo de la canasta, pero para el barcelonés la música ha sido desde 1980 su vida. De su «admirado» Jaime Gil de Biedma interpretó 'No volveré a ser joven', antes de encenderse un cigarro para interpretar otro de sus himnos, 'Brillar, brillar'.

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Último encuentro con Luis Eduardo Aute

En plena forma, Loquillo no dejó de bailar y de moverse por el escenario, con continuas referencias a su banda, compuesta por Javier San Martín a los teclados, Pablo Pérez a la guitarra, Laurent Castagnet a la batería, Alfonso al bajo eléctrico y contrabajo, Igor Pascual en la guitarra, Cristina Suey al violonchelo y su inseparable Josu García como director musical. Eso sí, para interpretar 'La vida es de los que arriesgan', de Juan Mari Montes, pidió sus gafas de sol «graduadas» y se sentó en un taburete. 'De tripas corazón', con letra de Luis Eduardo Aute, levantó al público. «Recuerdo el último encuentro con él, en una coctelería de San Sebastián, cuando me dijo 'reivindico el espejismo de ser uno mismo'», rememoró Loquillo sobre el autor nacido en Filipinas en 1943 y fallecido en Madrid en 2020.

Tres imágenes del concierto de Loquillo, en la noche de este sábado en los jardines de la Cueva de Nerja. E. CABEZAS

Cuando le gritaron desde el público «guapo, guapo», respondió con un irónico «tienen ustedes un buen criterio». Había ganas de más y entre los asistentes se escuchaban peticiones de canciones de su extenso repertorio. Pero Loquillo fue fiel a su 'show' en la veintena de temas que interpretó, apenas dejó hueco para algunos de sus 'hits', especialmente en el tramo final, con 'Los buscadores', que interrumpió para pedir que nadie se cruzara por delante del escenario, 'Hombre de negro', 'Políticamente incorrecto', 'Rusty', compuesta por Carlos Zanón, «la mejor noticia de la literatura española', con música de Mario Cobo, y 'Voluntad de bien', el himno con el que se despidió.

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No hubo bises, y muchos entre el público se lo afearon entre corrillos, mientras se dirigían a la zona de las barras y al concierto posterior en el entorno 'chill-out' de los jardines de la cavidad. Pasaban apenas 15 minutos de la medianoche, tras una hora y media de concierto de Loquillo y su banda sobre el escenario nerjeño y la gente tenía ganas de más. Pero el idilio de Sanz era con la poesía y sus 'transgresiones'.

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