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Está acostumbrado a que la sombra de su padre planee sobre todas las conversaciones. Y no solo porque su apellido le delate al instante. Kyle ... Eastwood se ha convertido en una figura habitual en el cine de Clint Eastwood como compositor y arreglista en muchas de sus películas. Su firma aparece en las bandas sonoras de 'Mystic River', 'Million Dollar Baby', 'Invictus' y 'Gran Torino', entre otros títulos. «Disfruto trabajando con mi padre, nos llevamos muy bien. Crecí viendo cómo hacía sus películas, así que tengo una idea bastante clara de lo que le gusta», declara el músico al otro lado del teléfono.
Algunos de esos temas propios y otras grandes composiciones para cine sonarán tamizadas por el jazz este domingo 7 de noviembre en el Teatro Cervantes de Málaga, una tierra que ya conoce y a la que está «deseando volver». Kyle Eastwood (Los Ángeles, 1964) presenta 'Cinematic' en formato quinteto en la 35 edición del Festival Internacional de Jazz, un álbum que simboliza la unión de sus dos «grandes pasiones»: música y séptimo arte (20.00 horas. 30 euros).
Kyle es el segundo de los ocho hijos del actor y director de Hollywood (de seis mujeres diferentes) y el primero de su matrimonio con la modelo Maggie Johnson. Y ser un Eastwood tiene, puntualiza, «sus ventajas y sus desventajas». «A veces capta la atención de las personas y hace que se fijen en ti. Y a veces hace que la gente tenga una idea preconcebida sobre quién eres y qué eres. Espero que la música hable por sí sola», sentencia.
Responde a todas las preguntas con amabilidad, pero sin extenderse demasiado en las respuestas. Kyle Eastwood es un tipo discreto que no busca los focos ni persigue la fama. De hecho, eligió el camino alternativo del jazz cuando tenía la alfombra roja bajo sus pies. Con solo ocho años debutó en la gran pantalla de manos de su padre en el western 'El fuera de la ley'. Le seguirían otras apariciones esporádicas (en 'Los puentes de Madison', por ejemplo) e incluso se propuso estudiar cine en la Universidad del Sur de California. «Estaba interesado en ser director», admite. Pero esa idea apenas le duró un año. «Por esa época tenía 18 o 19 años y comencé a tocar música cada vez más en serio».
Cambió las cámaras de Hollywood por los locales de Los Ángeles, donde tocaba con diferentes bandas, algunas de música pop. En Nueva York cobró más fuerza el jazz que le había acompañado desde niño (recuerda hacer deberes con Duke Ellington, Count Basie y Miles Davis de fondo), tocando el contrabajo y bajo eléctrico en bandas ajenas y en la suya propia. «De allí me mudé a Europa, pasé alrededor de un año y medio en Londres tocando con mucha gente». Hasta que hace unos quince años fijó su base de operaciones a este lado del charco en París. «Aquí paso la mitad del año y el resto del tiempo estoy en los Estados Unidos para trabajar y ver a toda mi familia en California».
–¿Huía en cierta forma del Hollywood que conocía a través de su padre?
–Creo que decidí que amaba más la música que la actuación. Realmente, siempre ha sido mi mayor pasión.
Y dentro de la música, por razones obvias, siente especial debilidad por la de cine. Está «seguro» de que una mala banda sonora puede arruinar una buena película. «En ocasiones la música es muy sutil. No necesariamente podrías tararearla después de ver una película, pero lo notarías si se la quitaran. Funciona como atmósfera y puede ayudar a realzar ciertas emociones o aspectos de la película y de los personajes». Cuando compone con o para su padre, se entienden bien. «A veces tiene algunas ideas muy específicas sobre la música que quiere, y otras está muy abierto a lo que quieras llevar a la mesa, te da libertad creativa». Si tuviera que elegir otro director para trabajar, Kyle Eastwood menciona a Paul Thomas Anderson ('Magnolia', 'Phantom Thread'): «Siempre hace cosas interesantes y elige a gente interesante para hacer su música. Sería divertido hacer algo con sus proyectos».
Pero su lugar natural, lo «más satisfactorio musicalmente», es el vivo y el directo de los escenarios. Kyle Eastwood recupera su agenda internacional tras el parón obligado por el coronavirus, con escala en Málaga y Madrid. «Estoy feliz de volver al trabajo después de un largo descanso. Lo echaba de menos».
Las armas han formado parte de su vida, en la ficción y en la realidad. Clint Eastwood es un clásico del género 'western' y él, siendo un niño, debutó precisamente en el cine en una de esas películas de su padre. Pero es que, además, el director es uno de los grandes defensores de la posesión de armas de fuego en Estados Unidos. Una afición que ha trasmitido con naturalidad a sus hijos. «Crecí disparando armas, mi padre tiene armas y crecí estando a salvo con las armas. He disfrutado de la práctica de tiro», afirma Kyle. Y reconoce a continuación: «No cazo ni disparo animales, pero creo que está un poco fuera de control. Debería estar más regulado, a menos que la gente quiera vivir con estas tragedias sucediendo todo el tiempo». Los dramas relacionados con la accesibilidad de las armas de fuego en Norteamérica empiezan a ser «demasiado frecuentes», lamenta.
Kyle Eastwood se refiere de esta manera al «terrible» suceso ocurrido durante el rodaje de la última película de Alec Baldwin, cuando el actor mató accidentalmente a la directora de fotografía Halyna Hutchins al disparar una pistola cargada por error. «Fue horrible», apostilla. Una muerte que ha reabierto el debate sobre el control de las armas en la calle y también en el cine.
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