El Kanka emociona en los Asperones: de la ilusión de los niños a los nervios del artista

«Agradecemos esta brisa de aire fresco», reconoce Patxi Velasco, director del centro escolar, en un guiño a los promotores de esta propuesta, Brisa Festival. El evento musical lleva hasta este lugar apartado de la ciudad a la estrella de su cartel, uno de los más de treinta artistas y bandas que actuarán los días 25, 26 y 27 de julio en el Puerto de Málaga.

Pero esto no fue un acto promocional, lo que se vivió en el patio del colegio fue una acción social y educativa de primer orden, con momentos muy divertidos y otros cargados de emoción. Imposible no conmoverse cuando el centenar de niños del cole, de entre 3 y 12 años, cantaron junto al Kanka «Sí se puede, que nadie te diga que no», una frase que aquí cobra mucho significado. O cuando los pequeños regalaron al artista una letrilla con la música que él compuso para 'Andalucía te quiere': «Ésta es mi escuela, bienvenido Kanka, para que la veas me voy a presentar. Soy una malagueña muy particular, casa de gitanos, qué casualidad», le cantaron los alumnos del María de la O. Más de un profesor lloró. «Se merecen sentirse importantes, porque lo son», decía con los ojos aún brillantes Laura, la seño de Inglés.

Varios pupitres volcados sobre el escenario servían de soporte a los murales trabajados en clase: un mar de manos en el caso de los más pequeños y dibujos de cada canción pintados por los mayores. Llevan semanas profundizando en las letras del Kanka, reconocido hace dos días con el premio a la mejor canción de autor de la Academia de la Música de España.

En el relato de los niños, el músico es un mago que les abre los sentidos ('Me alegra la vista'), le quita las penas ('Lo mal que estoy y lo poco que me quejo'), les invita a disfrutar ('Refunk') y a quererse como son ('Guapos y guapas'). Y junto al Kanka, siempre su fiel escudero El Manin, un maestro con la percusión y la reproducción de sonidos con la boca. «Lo he disfrutado mucho, y lo sigo haciendo», cuenta nada más bajarse del escenario, mientras los niños corren hacia el Kanka -que no se quita la sonrisa ni un segundo- para hacerse una foto. También a él se le veía feliz.

María, de 9 años, lo abraza fuerte. Es su momento. «A mí no me gusta. ¡A mí me encanta!», exclamaba un rato antes sentada en el banco, tarareando todas y cada una de las canciones. Asegura que de mayor quiere ser cantante. «Ay que me desmayo», se le escucha decir tras saludar al artista. La cara de Daniela, de 7 años, con los ojos bien abiertos lo dice todo. «Estoy muy contenta», admite junto a Miguel. Para él ya no es el Kanka, es «mi Kanka».

Y así todos, con rostros de admiración y gestos de alegría, aplaudiendo y haciendo coros que sorprendían al propio Kanka. Y arrancándose a bailar por bulerías, con las manos al cielo y dando vueltas a las coletas, aunque lo que sonara fuera 'Candela en rama'. Los niños nunca son un público fácil, pero estos podrían dar lecciones de comportamiento a más de un adulto. «Ha sido una experiencia súper bonita, ojalá nos veamos prontito», deseó El Kanka.