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El Museo Interactivo de la Música de Málaga ha abierto un club de jazz. En el que solo resuenan Miles Davis, Herbie Hancock, Dee Dee ... Bridgewater y Bebo y Chucho Valdés, sino sobre todo se ve el espíritu de una 'jam session'. Esto es lo que atrapa el pintor Juan Vida (Granada, 1955) en sus más de cuatro décadas creando de manera ininterrumpida carteles para festivales de jazz. Una colección ante la que el artista ha confesado su «vértigo» al ver expuesta su amplia obra en las salas del Museo Interactivo de la Música de Málaga (Mimma), donde se expone esta muestra organizada por el Centro Andaluz de las Letras (CAL), junto a la Casa Museo Los Tiros de Granada.
«Para mí es un momento muy emocionante porque es un vértigo ver el tiempo que ha pasado desde que me hicieron esta propuesta inconsciente y alocada», ha reconocido el pintor y dibujante, que ha recordado cuando, estando con sus amigos Luis García Montero y Javier Egea en una piscina pública que regentaba su propia familia en el verano de 1980, escuchó por megafonía que llamaban a «Juanito Vida al teléfono». «Me llamaba José María Ojeda, un productor de espectáculos que se inventó el Festival de Jazz de Granada y que me encargó el primer cartel», ha contado.
Desde esa escena piscinera, Juanito dio paso a un Juan que fue poniendo su propia mirada en las notas que le sugería el jazz, con mayoría de intérpretes negros, desde solistas a trompetistas, pasando por baterías, saxos y pianistas. Personajes que remitían a este estilo musical, pero sin personalizar. Como el año en el que venía al Festival de Granada Miles Davis y Vida no puso ni una mención o reclamo del gran maestro en aquel cartel de 1988. «Me había impuesto hacer lo que quería sin importar los nombres de los artistas y el mérito es del promotor que me lo aceptó», ha recordado con una sonrisa ante el propio afiche que no falta en la exposición del Mimma, que incluye casi medio centenar de piezas y estará abierta hasta el próximo mes de septiembre.
En los carteles no solo hay instrumentos e intérpretes. También muestran lo que el propio artista denomina «situaciones de jazz» que remiten a la música. Como el primer cartel de la exposición, el de 1986, con un hombre negro fumando con pipa que se identifica perfectamente con el espíritu del jazz aunque nada aluda directamente a él, o el retrato de un hombre con el mono naranja del corredor de la muerte en EE UU, que está escuchando música con unos cascos. «Con el tiempo me di cuenta que el jazz tenía connotaciones y en el fondo siempre ha tenido algo de tragedia y dramático», ha confesado Juan Vida, que también ha explicado cómo estos carteles resumen su evolución artística y la de estas cuatro décadas.
Así, sus primeros trabajos como anunciador del Festival de Jazz de Granada no figuran en la muestra «porque al principio yo tenía la idea de que mi trabajo de pintor y diseñador tenían que ir por caminos distintos y optaba por el 'collage'», ha rememorado. El del 86 es el de su cambio y, donde arranca esta muestra, donde la mano del pintor se apodera del cartelista, lo que se muestra de forma gráfica en la exposición al mostrar los dibujos originales en papel de los que, a veces con leves modificaciones como unas gafas o un pendiente, se convertían en los anuncios finales del evento, ya fuera el de la capital granadina o los que se celebran en Almuñécar.
Como si fueran las pistas de un disco, los carteles de 'Jazz. Carteles de Juan Vida' también hablan de la evolución de la técnica, ya que hasta el año 2000 ha tenido que «remasterizar» sus originales al escanearlos para esta exposición, mientras que el último, de 2024, «carece de original porque está realizado íntegramente en digital y ya los carteles no se pegan en las paredes». Un cambio tecnológico que ha vivido en primera persona el propio pintor y acreditado cartelista que, paradójicamente, vivió una amarga experiencia hace algo más de una década cuando otro cartel, el del Fancine de la Universidad de Málaga, plagió uno de sus cuadros que mostraba un corazón real atravesado por un lápiz. «Era una copia descarada, hasta el lápiz», ha recordado hoy a SUR el artista, que pidió la retirada de aquella copia que, no obstante, se siguió utilizando.
La directora del Mimma, Marta Izquierdo, ha dado la bienvenida a la exposición y a esta primera colaboración con los «vecinos», el CAL, mientras el director de la institución literaria, Justo Navarro, ha señalado que esta exposición es el preámbulo al ciclo que el Centro Andaluz de las Letras dedica este mes a la literatura y el jazz. Una música que para su «generación y las generaciones siguientes es fundamental porque el jazz siempre se está tocando mañana», ha manifestado el novelista y escritor, que se ha emocionado y se le ha quebrado la voz cuando ha recordado a un jazzófilo empedernido, el poeta recientemente fallecido Antonio Jiménez Millan, «que estaría hoy aquí disfrutando». No solo con la exposición, sino también con la intervención del pianista Daniel Amat, que ha cerrado con pasión musical esta presentación.
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