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En plena tercera ola, con muchas salas cerradas por la pandemia y sin certezas de lo que sucederá en las próximas semanas, Fernando Brox no lanza un disco: publica dos en apenas dos meses. El flautista malagueño reúne a sus amigos en ' ... Factor Humano' y experimenta con el instrumento en 'Broxila', las dos caras de un mismo músico que irrumpe en el jazz para darle a la flauta el protagonismo que tradicionalmente se le ha negado.
«No hay un John Coltrane de la flauta», apunta Brox. Normalmente es el mismo saxofonista quien la toca en los combos de jazz. Pocas veces el líder es un flautista profesional, formado durante años en ese instrumento y capaz de sacarle todo el partido al sonido. Suele «estar en la sombra» del jazz como un complemento, un extra. Pero él quiere convertir lo a veces necesario en imprescindible. «Es la música que me atrapa y estoy empeñado en ella. No hay flautistas en el jazz que toquen como los saxofonistas, con ese lenguaje y esa coherencia en el discurso musical. Hacerlo con la flauta es lo que me motiva para dedicarme a esto», argumenta el malagueño.
En eso ha tenido mucho que ver su formación clásica. Él iba para miembro de una orquesta, donde las flautas son una parte más del todo. Se graduó en el Conservatorio Superior de Málaga y finalizó el Bachellor of Music en el Royal College de Londres. De los 12 a los 19 años formó parte de la Orquesta Joven de Andalucía y estuvo en la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said. «Pero me di cuenta de que no era lo mío».
Se salió del camino trazado y se encontró con Enrique Oliver, José Carra, Julián Sánchez, Ernesto Aurignac, Tete Leal... El núcleo duro de una nueva generación del jazz en Málaga y Andalucía. «Siempre me había gustado el jazz y la improvisación. Desde pequeño escuchaba a Miles Davis y Charlie Parker, pero no tenía referentes cercanos de gente que se dedicara seriamente a esta música. Cuando les conocí, me di cuenta de que se podía», argumenta.
En 'Factor Humano' reúne a algunos de ellos. «Por Enrique y Julián empecé en el mundo del jazz, son de lo mejor que hay en este país. Aprovechando que son amigos, me decidí a escribir unos temitas y engañarles para que tocaran en mi disco», explica entre risas. Completan el sexteto Antoni Vaquer al piano, Bori Albero al contrabajo y Juan Manuel Nieto a la batería. Este grupo es su forma de reivindicar el talento y calidad que hay en España. «No lo valoramos lo suficiente y no tiene nada que envidiar a lo que hay fuera», mantiene Brox, que recibió una ayuda a la creación de la Universidad de Málaga para completar el trabajo.
En 'Broxila' da otra vuelta de tuerca a su música. Inspirado por su amigo trombonista Vicent Pérez, Brox ha incorporado un set de pedales de efecto de guitarra a la flauta. «Suena como otra cosa. Es una flauta biónica», explica el músico. Cuatro de los temas del disco incluyen esos efectos, que el flautista controla de forma manual en el directo, creando un sonido «tan orgánico como futurista». Toni Saigi al piano, Pau Sala al contrabajo y Carlos Falanga a la batería se suman a esta aventura electrónica de 'Broxilia'.
Es su tercer trabajo como líder. Se estrenó en 2017 con 'Secreto'. Sus temas se inspiran en los grandes maestros, en la tradición, pero con un toque fresco y actual que lo acerca al jazz moderno. Su formación clásica se deja sentir en el sonido, más depurado y potente que cuando un saxofonista se enfrenta al instrumento. «Soy flautista, lo he trabajado mucho, me he pasado muchos años preocupado por el sonido, y eso se nota», asegura.
Desde hace casi seis años, Fernando Brox reside en Barcelona, «uno de los puntos focales del jazz en España». Imparte clases de flauta travesera en el Taller de Músics, la primera escuela de música moderna del país, y actúa cuando la situación lo permite. Ahora «es complicado», pero eso no hace que él eche el freno. Primero, porque la cultura, «si no lo sabían ya, es un bien necesario, no es solo entretenimiento: enriquece tu espíritu y tu mente«. Y segundo, porque un artista »siempre está con la mosca detrás de la oreja escuchando música, descubriendo discos, a otros artistas, estudiando, componiendo... sin importarle lo que pase o deje de pasar en el exterior«. Aunque eso que pasa sea una pandemia mundial.
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