Una inesperada Diana Navarro

Apareció en el escenario sobre una pequeña tarima con pose flamenca y rodeada de su banda, mientras la emoción se instalaba en sus ojos al ver un teatro rozando el lleno para escucharla presentar su último disco, 'Inesperado', publicado el pasado mes de noviembre. «¡Mira que es guapa y canta bien, eh!», se escucha en voz alta entre el público. Diana Navarro parecía flotar sobre el escenario, ataviada con flores blancas en su pelo recogido, haciendo juego con las que lucía en su bata de cola.

Uno de los primeros temas que sonaron en una noche tan especial en su tierra fue 'Una flor como la mía', metiéndose al público en sus inexistentes bolsillos hasta el final del espectáculo. Porque ella es eso, puro espectáculo. En el escenario, un columpio de atrezo que aparecía caído del cielo acompañó a la artista durante una de las canciones que ella misma reconoce que más le emocionan: 'Cuando venga el amor'. «Son los votos de mi boda», explicó la malagueña iluminada por un haz de luz blanco antes de subirse al columpio y cantar en pleno balanceo.

Diana Navarro es poesía pura, y en este último trabajo lo demuestra con creces; una recopilación de temas variados y eclécticos para emocionarse en una escucha atenta y relajada. «Los niños son un libro en blanco en el que tenemos que escribir cosas. Es muy importante lo que sembremos en ellos», relató la artista antes de entonar 'Los niños no', de su álbum 'Resilencia', una reivindicación a la inocencia y pureza de los pequeños que sus padres y madres rompen en duras separaciones.

Un cambio de vestuario le sirvió para poder moverse mejor y comerse el escenario con su cante sincero y emotivo. Su voz llega hasta el corazón por la fuerza y profundidad con la que entona. El público lo dejó ver en sus rostros, porque es difícil no sentir su potencia y su inesperada, como su álbum, puesta en escena. La canción de 'El perdón', de 'Resilencia', la llevó a aparecer sobre del piano, apoyada en el pie de micro, en unos movimientos elegantes y sentidos. Con el Cervantes entonces puesto en pie, salió de escena entre aplausos y ovaciones.

Volvió con otro cambio de vestuario, esta vez con un pomposo vestido blanco de tul. «Soy grande porque vosotros sois grandes. A mí no se me olvida, que no se os olvide a vosotros», respondió emocionada al calor del público.

Eduardo Díaz, una joven promesa malagueña de la copla, se subió con la artista para cantar a dúo 'Y sin embargo te quiero', de Concha Piquer. «¡Olé ahí!», se escuchó al unísono cuando ambos pusieron la piel de gallina a todo el teatro. «Todos necesitamos una oportunidad», reconoció la cantante cuando invitó a Lucía Robles, una joven técnico de sonido, a entonar con ella la famosa 'Lucía', de Joan Manuel Serrat, acompañadas por el piano. En la parte de colaboraciones le siguió Tomás Rivera, quien volvió a cantar ' Campanera' junto con la malagueña, como ya hicieran ambos hace unos años en un programa de televisión siendo Tomás un niño. La última en subirse al escenario fue Teresa Alba para alzar la voz al ritmo de 'Yo me voy a querer'.

Con la emoción toda la noche en el lagrimal, Diana Navarro presentó su peculiar versión de 'Encrucijada', de Marifé de Triana, con un toque rapero, pero sin dejar atrás su punto coplero. Una noche para el recuerdo que la artista despidió con la mano en el corazón agradecida a su Málaga.