![Estrella Morente recitó, cantó y bailó junto a la Orquesta Sinfónica de Málaga en el Cervantes.](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202109/28/media/cortadas/1441268847-R0nw0EfM6uLPMwurRcds95N-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
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cristina pinto
Martes, 28 de septiembre 2021, 23:29
La Plaza de Jerónimo Cuervo se adornaba de dos filas que comenzaban a las puertas del Teatro Cervantes y acababan casi al final de la plaza. Eso era una señal. Señal de que Málaga tenía cita con el arte y, además, lo hacía a lo ... grande. Cuando eso pasaba eran las ocho y cuarto de la tarde de ayer. Pero unos minutos después, el interior de este teatro malagueño confirmaba lo que ya anunciaban sus alrededores al exterior. Era la primera noche en la que en el patio de butacas no se guardaba sitio libre entre espectadores -después de las medidas sanitarias de la pandemia- y apenas quedaban dos filas libres al final.
Este casi lleno en el Cervantes llegaba de la mano de la VII Bienal de Arte Flamenco de Málaga, que ofreció un espectáculo que no entendía de idiomas musicales: 'Flamenco sinfónico'. La música clásica de la Orquesta Sinfónica de Málaga se unía al arte jondo de dos de los nombres más emblemáticos: Tomatito y Estrella Morente. Era la antesala a la clausura de la Bienal, que se dará esta noche con la bailaora Manuela Carrasco.
Pero dejando a un lado lo que pasará hoy y volviendo al escenario del teatro malagueño en la noche del martes, el espectáculo no tuvo desperdicio. Los primeros en pisar las tablas del Cervantes fueron los músicos de la Sinfónica de Málaga, que mientras terminaban de afinar, las luces iban apagándose para conseguir el ambiente y recibir centre aplausos a su director, Víctor Eloy López Cerezo.
La fuerza y a la vez delicadeza de esta orquesta malagueña estaba marcada por la batuta de su director, al que le vibraba cuerpo al ritmo de los instrumentos. Pero después de que interpretasen 'Orgía' de Joaquín Turina, alguien más entraría en escena. Esas cuerdas que durante tanto tiempo acompañaron a Camarón en los escenarios pisaba el Cervantes para unirse a la Sinfónica. La larga melena de Tomatito, su camisa de grandes lunares y su mágica guitarra aparecían para poner el toque perfecto a 'Concierto de Aranjuez' de Joaquín Rodrigo. Tomatito introducía con su guitarra y la orquesta contestaba. Y viceversa. Y fusionados. Sin dejar de perder la esencia del flamenco de Tomatito ni lo clásico de la Sinfónica.
Después de este recital, la luz del escenario se oscurecía aún más y el fondo proyectado jugaba con un tono rojizo. De rojo también estaba ella. Estrella Morente caminaba firme para llegar al centro de las tablas del Cervantes y su abanico negro de rosas se movía al ritmo de los flecos rojos que acompañaban a su aterciopelado vestido. Los pequeños detalles quedaron marcados, pero a partir de ahí, la Sinfónica y la cantaora hicieron lo grande. Los acordes de 'El amor brujo' de Manuel de Falla fueron los que condujeron la escena.
Y hubo de todo. Desde el cante de Estrella Morente hasta un momento de interpretación y recital de la cantaora junto a la música de la Sinfónica. Y el baile también. Al ritmo de la melodía de esta orquesta malagueña, Estrella Morente paseaba de un lado a otro del escenario con rostro firme, cabeza bien alta y giros llenos de coraje flamenco con su mantón para terminar con la cantaora tumbada y besando el suelo del Cervantes. Después, aparecía Tomatito para acompañarla cantando un fandango de su padre, Enrique Morente, 'Decadencia'. La ovación del público al final lo dijo todo. La Sinfónica de Málaga, Tomatito y Estrella Morente también lo dijeron en un mismo idioma: 'Flamenco sinfónico'.
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