Una tonelada de CO2 equivale al volumen de una piscina de aproximadamente 10 metros de ancho, 25 de largo y dos metros de profundidad. Pues bien, un ciclo de conciertos multitudinarios como puede ser Marenostrum genera unas 136 veces eso en huella de carbono. La ... medición la hizo durante la pasada edición el propio equipo del festival de Fuengirola recopilando miles de datos de sus diferentes departamentos. Porque hay que saber de dónde viene uno para tener claro hacia dónde va. Los eventos musicales se suman a la filosofía verde conscientes del impacto que tienen en el medioambiente. Mueven a miles de personas en muy poco tiempo, contratan a artistas que cruzan el mundo con todo su equipo y generan toneladas de residuos en espacios singulares, cerca de la playa o junto a la sierra. Y quieren compensarlo.
Publicidad
Es la única fórmula que existe para frenar el impacto ambiental: reducir en lo posible las emisiones y contrarrestarlas con acciones positivas, como plantaciones de árboles, programas para recuperar la flora del entorno o campañas para limpiar los fondos marinos. Y también ahí se implican los macroeventos musicales. Porque «actualmente no es posible cero huella de carbono, aunque lo trabajamos», admite Paloma Orte, directora de Sostenibilidad de Last Tour, la promotora que impulsa Cala Mijas. «Emitir vamos a seguir emitiendo, nosotros y todo el planeta. Se trata de hacerlo de forma responsable», reconoce Daphne Martínez, responsable del plan de Sostenibilidad de Marenostrum Fuengirola, recinto que gestiona el Ayuntamiento de la ciudad con diferentes promotores. «Esto es una carrera de fondo que empieza aquí», añade Silvia M. Ferri, organizadora de Alhautor, un pequeño ciclo de conciertos en Alhaurín de la Torre que esta edición implementa medidas «con los pies en la tierra» de la mano de Omawa Huella Ecológica.
Buenas intenciones que, ahora sí, se alejan del 'ecopostureo' y se concretan en acciones. Como el vaso reutilizable, la más extendida y la más visible para el consumidor. Supone un coste adicional para el cliente (de un euro normalmente, en ocasiones retornable), pero pone fin a los miles de tubos de plásticos acumulados en el suelo de los recintos tras un macroconcierto. En Marenostrum van este año un paso más allá: los que no se lleve el público (hay quien lo guarda como recuerdo), se devuelven a fábrica para reconvertirlos en cajas de frutas sin necesidad de usar agua. En el caso de Alhautor, por su parte, optan por vasos biodegradables y compostables en las mismas barras.
En esta batalla contra el plástico, en Starlite se consume el agua en un envase de cartón libre de microplásticos elaborado con materiales renovables por Ly CompanyAqualy. En festivales como Cala Mijas, Marenostrum, Alhautor y Weekend Beach de Torre del Mar hay barra libre de agua para el público en fuentes potables que persiguen acabar, o al menos reducir, los botellines. En Weekend Beach, además, la tela sustituye ya al plástico en las clásicas pulseras que dan acceso al festival.
Publicidad
Paralelamente, se avanza en la gestión de los residuos. En Marenostrum se ha empezado a usar este año una máquina compactadora comprada con la ayuda de Coca Cola. Tras pasar por ella, las latas que ocuparían cuatro contenedores amarillos de mil litros quedan reducidas al tamaño de un tercio de contenedor. Además, se las han ingeniado para poner coto a las miles de colillas que cada noche estropean y ensucian el césped con una caja similar a la de las cerillas con una esponjita dentro sobre la que se apaga el cigarrillo. Hasta 20 caben.
Last Tour, por su parte, cuenta con un plan de contenerización y separación selectiva que implementa un 'equipo verde, que trabaja también a nivel interno en el festival. Además se impone la máxima de reutilizar todos los elementos posibles que tienen que ver con la producción. En Starlite, por ejemplo, las lonas y la cartelería se transforman en mochilas, 'totebags' y otros accesorios. En mayor o menor medida, el reciclaje es una realidad en todos los eventos. En los conciertos que organiza Grupo Mundo se instalan contenedores específicos para plásticos, cartón y orgánico. La organización de Weekend Beach colabora con Ecovidrio y Alhautor lo hace con Ecoembes para optimizar el tratamiento de la basura.
Publicidad
La música genera el desplazamiento de miles de personas, con la contaminación que eso conlleva, un movimiento inevitable sobre el que también se puede intervenir. Cada vez más, el personal, los artistas y los invitados se trasladan en coches eléctricos e híbridos enchufables de bajo impacto ambiental. Es así ya en Marenostrum y en Starlite. Y en todos los casos se fomenta el uso del transporte público para llegar al recinto. En Alhautor, además, se han propuesto medir la huella de carbono de cada espectador para contar con un cálculo fiable de emisiones y concienciar al mismo tiempo a los asistentes: durante los días del evento se pone a disposición del público una herramienta digital que permite calcular su impacto a través de cuatro sencillas preguntas. «Tras su análisis se obtendrán los datos necesarios para que la calculadora estime la cantidad de dióxido de carbono emitido en su viaje a nuestro festival», apuntan.
Pero muchas otras medidas pasan inadvertidas para las miles de personas que saltan al ritmo del artista de moda. Por ejemplo, en Marenostrum se utilizan cada año alrededor de 20.000 bridas de plástico para colocar las lonas que cubren el perímetro y el escenario, y para sujetar la cartelería y la señalética. Bridas de un solo uso que acaban en la basura. Este año, sin embargo, el 80% de las cinchas son ya de tela con una vida útil de diez años. Tiene un «coste extra», adquirir estos productos sale más caro, pero a la larga se amortizan y, sobre todo, no contaminan. Y hay más. En esta edición, por primera vez, las oficinas, los camerinos y la pantalla que da al paseo marítimo de Fuengirola se alimentan con energía renovable gracias a un innovador cubo solar diseñado por Repsol para Marenostrum, un proyecto piloto que abre múltiples posibilidades para la independencia energética de espacios pequeños y no estables. También dentro de esta colaboración con Repsol, una empresa certificada recoge el aceite de los 'foodtrucks' y lo convierte en combustible renovable. En Starlite, por su parte, se recurre también a la energía renovable y no contaminante, además de instalar alumbrado de bajo consumo y contadores inteligentes.
Publicidad
La contratación de servicios de restauración de Km0, la formación del personal en reciclaje y buenas prácticas ambientales y la generalización de una 'compra verde' a nivel interno son otras de las medidas ya implantadas en muchas empresas musicales que trabajan en Málaga. Pero pese a todos los esfuerzos, el impacto cero no existe. Por eso, una vez se conozca cuál es, es el momento de compensar. En el caso del ciclo de Fuengirola, con el apoyo de Repsol, se busca la mejor ubicación para crear el Bosque Marenostrum y hacer una plantación forestal equivalente a sus emisiones de CO2. En Alhautor se hará mediante proyectos disponibles a través de la Plataforma de compensación de carbono de la Organización de las Naciones Unidas. Y en Cala Mijas, que este año logró el certificado BCorp por su compromiso económico, social y ambiental, se implican con el entorno más inmediato con acciones como la limpieza de los fondos marinos en la Zona de Especial Conservación de Calahonda a través de su alianza con la entidad Equilibrio Marino.
El desarrollo sostenible es ya parte del ADN de las empresas de la industria musical. «Nosotros solo lo entendemos de esa manera. Los festivales que organizamos ocurren en sitios insólitos, en plena naturaleza y nuestra prioridad es cuidarlos», señala Paloma Orte en referencia a BBK Live y a Cala Mijas, que se celebra del 31 de agosto al 2 de septiembre en el recinto Sonora, rodeado de monte y a un paso del mar. «No solo es una responsabilidad, tenemos la obligación moral de hacerlo bien, el propio espacio nos empuja a eso», añade Daphne Martínez sobre Marenostrum, que se extiende a lo largo de cuatro meses junto a la playa, en un parque con restos arqueológicos y en el entorno de un castillo árabe con la categoría de BIC. Sucede igual en Starlite Occident, en una antigua cantera enclavada a los pies de Sierra Blanca: «El festival cuida y protege este espléndido espacio natural», aseguran.
Publicidad
El público, coinciden todos, valora esta apuesta medioambiental. «Nos anima a seguir a través de sus comentarios en las redes sociales y en las respuestas a las preguntas que les hacemos después del festival», señala la responsable de Last Tour. Sobre todo las nuevas generaciones, que son «más conscientes de la realidad», añade la encargada de este área en Marenostrum. Se trata, dicen desde Alhautor, de tomar conciencia de la realidad y cambiar mentalidades, la del espectador y la propia: «En cada edición tendremos que dar un paso más allá». Porque cuando se trata de hacer los deberes de la sostenibilidad, no hay marcha atrás.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.