Alba Martín e iván gelibter
Málaga
Viernes, 13 de mayo 2022
La música se iniciaba al tiempo que una imagen desenfocada se revelaba ante los espectadores. El primer verso de la canción –«When strangers are coming»– coincidía con la aparición nítida de Jamala, la intérprete que ganó el Festival de Eurovisión en 2016 tras enamorar al continente con '1944'. La representante de Ucrania (cuyo país parte este año como favorito por motivos 'extramusicales') era una mujer sola de un país de Europa central (según la distribución geográfica de la ONU) cantando una balada en la parte final de la gala. No había instrumentación sobre el escenario, tampoco una coreografía historiada.
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Parecen simples datos, pero en realidad este es el perfil idóneo del certamen musical, el tipo de propuesta que ha ganado más veces el Micrófono de Cristal desde su primera edición en 1956. La concursante perfecta.
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Encarni Hinojosa
Tras 66 ediciones del Festival de Eurovisión, los datos no mienten. Aunque Jamala fue la última cantante ganadora que cumplía a rajatabla este perfil, la situación es recurrente. Ese mismo año, Australia consiguió una sorprendente segunda plaza con Dami In y su 'Sound of Silence'. ¿Adivinan? Otra mujer sola en el escenario, sin instrumentación ni coreografía, y cantando una balada... solo faltaba que fuera europea. Comencemos este viaje por las estadísticas más jugosas del Festival de Eurovisión.
Según los datos de EurovisionWorld, este tipo de propuesta ha conseguido la primera plaza hasta en once ocasiones y en todas las décadas menos en la del 50 y la actual, demostrando que esto no es una cuestión de modas, sino más bien de una tradición bien arraigada entre el público y el jurado, que salvo excepciones loquísimas como la de Måneskin y su 'Zitti e Buoni' (que del canon perfecto solo cumplen haber actuado al final de la gala), no se suelen salir de un carril más que consolidado.
El 63,2% de las ganadoras de Eurovisión desde que comenzó el Festival han sido mujeres, frente al 23,5% de propuestas masculinas que han obtenido el galardón. El resto, grupos mixtos, especialmente entre 1984 y 1971.
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Los datos muestran que las baladas triunfan desde el inicio del concurso, aunque no en un gran porcentaje: han ganado el 54,4% de las ediciones. Dejaron de ser tendencia en la década de los 90, pero en los últimos quince años han vuelto con fuerza alternándose con propuestas 'dance', roqueras o 'poperas'. Lo que en el análisis se ha considerado como 'canción general'.
También se han alzado con el Micrófono de Cristal algunas actuaciones que apostaron por intercalar ritmos, instrumentos o bailes tradicionales del país representante, como hizo el noruego Alexander Rybak en 2009.
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Dentro del 'eurofandom' (y fuera de él) hay algunos mitos que los datos desmontan por completo. ¿Quién no ha escuchado aquello de que para Eurovisión lo que importa es la coreografía y montar un show llamativo en el escenario? Pues nada más lejos de la realidad, ya que apenas dos de cada diez ganadores presentaban sobre las tablas a alguien más que al propio intérprete.
¿Cuántas veces hemos oído eso de que llevar instrumentos es un acierto? Pues seguro que muchas más que ocasiones se han premiado estas propuestas, ya que apenas suponen el 40 por ciento del total.
¿Que da igual el puesto asignado a cada actuación? Nada de eso. Como es lógico, aparecer en los últimos puestos da puntos. No parece coincidencia que la mitad de los premios del certamen hayan sido para las actuaciones de la última parte.
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España, Francia, Italia, Alemania y Reino Unido –los llamados 'big five'– forman parte de un privilegiado grupo por ser los que más aportan económicamente a la Unión Europea de Radiodifusión (UER) pero no son los que más ganan.
Sin embargo, algunos de ellos sí forman parte de Europa Central, la zona del continente que más veces ha sido galardonada.
Pero, ¿qué ocurre con España? ¿Hemos mandado a la concursante perfecta durante la historia del concurso? Las cifras nos dicen que sí, que en ocho de las sesenta y seis ediciones hemos cumplido con el canon, aunque ello no nos ha dado un Micrófono de Cristal.
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Los resultados han sido dispares, ya que van desde los segundos puestos de Betty Missiego (1979) y Karina (1971), hasta la última plaza obtenida por Lydia en 1999. Pero lejos de flagelarnos, hay que ver lo 'positivo'. Chanel (mujer, solista y sin instrumentos) cumple algunas de estas cualidades, aunque no tantas como Grecia o Países Bajos, que atendiendo exclusivamente a los datos parten como favoritas.
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