Estrella Morente: «Yo de estrella nada más que tengo el nombre»

La cantante se rodea de su familia en el Teatro del Soho para ofrecer un concierto flamenco clásico: «Voy entregada a cantarle a mi Málaga, que la echo de menos»

Lunes, 6 de febrero 2023, 00:23

De Morente lo tiene todo, pero asegura que de estrella nada. Solo el nombre. La mayor de la saga flamenca huye de divismos y se presenta con franqueza como madre, mujer de torero, hija «de un genio» y artista comprometida con su arte. Lo dice ... con la calma que le han dado los años y con el aplomo de la experiencia. Este jueves, 9 de febrero, abrirá el ciclo Flamenco en el Soho en el teatro de Antonio Banderas (20.00 horas, desde 25 euros), su primer concierto en Málaga capital en seis años. Pero Estrella Morente no se queja, al contrario. Se siente agradecida a la ciudad en la que vive y en la que ha creado una familia junto al diestro Javier Conde. «Tengo muchas ganas de devolverle en este concierto una pequeñísima parte de lo que ella me da».

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–Empecemos por el principio. ¿Qué se escuchará en el Teatro del Soho?

–Al Soho voy entregada a cantarle a mi Málaga, que la adoro y la echo mucho de menos, porque llevo tiempo sin ofrecer un concierto de flamenco clásico aquí. He hecho colaboraciones y alguna actuación privada, pero no de cara al público. Voy a estar rodeada de mi familia, de músicos a los que quiero mucho y con los que me entiendo muy bien, para ofrecer un concierto lo más cercano posible a la tierra en la que vivo.

–Hace exactamente seis años de su último concierto flamenco, en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina, y ya entonces se quejaba de su poca presencia en la ciudad. ¿Sigue pensando que Málaga es injusta con usted?

–Pienso diferente porque las personas cambiamos, nos adaptamos a las circunstancias. No te queda otra. Y cuando pasa el tiempo te das cuenta de que la vida es así, que lleva y trae momentos muy diferentes, y vas valorando las cosas de otra forma. Quizás antes tenía unas ganas y un hambre de cosas que hoy en día significan otra calma. Ya no es esa juventud rabiosa que te arrebata y que te empuja a ser arriesgada. Con la madurez va llegando la calma.

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«Ni me apetece ni me pega quejarme. Si en algún momento lo he hecho, me arrepiento»

–Pero Estrella, lo que dice suena a resignación.

–No, no. Yo he tenido mucha suerte. He tenido una carrera que se ha desarrollado desde el principio de manera muy natural, sin necesidad de cambiar de estilo o de género. He sido siempre fiel a mis principios y muy convencida de lo que quería hacer, porque es lo que me ha enseñado siempre mi padre, Enrique Morente. Cuando se es joven se van buscando cosas y no te das cuenta de que las tienes, de que están ahí, de que no hay que quejarse. Ni me apetece ni me pega quejarme. Si en algún momento lo he hecho, me arrepiento porque la vida no debe ser una queja, debe ser agradecimiento, darse cuenta de la suerte que uno ha tenido. Cuando una es madre, la mejor manera de dar ejemplo a tus hijos es con tu actitud. Y tu actitud debe ser de paciencia, de empatía, de cariño, solidaridad… No es resignación, es amor a lo que hago y ser consciente de ello.

–Pese a la calma, usted tiene mucho de leona como se ve en la portada de su último disco, 'Leo'.

–Sí, ese disco me ha permitido sacar esa parte. Pero también el rey de la selva tiene momentos de calma, de apaciguamiento y de sensatez. No siempre es el arrebato y la fiereza. Debe haber momentos para todo. ¡Lo que hemos vivido ha sido tan fuerte! Esta pandemia nos ha tocado a todos, estamos todos bajo el mismo halo de inseguridad, de necesidad de sobrevivir. Y hay que estar muy consciente y al servicio de los demás. Ese es mi lema. Bajo ese prisma me estoy moviendo y eso es lo que me está haciendo disfrutar y estar un poco más tranquila. Vengan las cosas como vengan, así hay que afrontarlas. Y ahí es donde hay que sacar las garras y donde hay que luchar.

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–Y con lo complicada que es esta profesión, ¿no le preocupa que su hijo Curro (que le acompañará a la percusión) siga sus pasos?

–No, no me preocuparía. Mis hijos tienen sus estudios, tienen la suerte de viajar por el mundo con su padre y conmigo, y son niños que saben que la cultura es un plus. Los seres humanos que están cerca de la cultura tienen una ventaja: la sensibilidad a flor de piel por la emoción del arte. No me preocupa, me enorgullece. Tanto Curro como Estrella, las pequeñas incursiones que hacen en el arte es de manera natural, nunca se lo he impuesto. Les hemos intentado hacer personas libres, honestas, honradas, que se dediquen a lo que se dediquen tengan siempre la necesidad de hacerlo con verdad, con pasión y con la pureza que requiere cualquier profesión. Estoy muy orgullosa de mis niños. ¡Pero cuidado! Hacer lo que uno necesite y ser libre no significa hacer lo que te dé la gana. Mi padre siempre lo decía.

–¿Cada cuánto escucha a su padre?

–Yo escucho a mi padre continuamente. El sonido de mi padre, su metal, va dentro de mí. Resuena continuamente dentro de mi corazón, de mi sentido, de mi cabeza y de mis intenciones. No solamente en mí y en mis hermanos por ser hijos biológicos suyos. Él ha dejado muchos otros hijos en el mundo, artísticamente hablando.

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«Mi padre se fue sin un Grammy ni un Disco de Oro, pero es que su camino no era ser superventas»

–¿Le cansa que su nombre salga a relucir en todas las entrevistas?

–No, llamarse Morente es sinónimo de cultura, de arte, de derechos humanos, de defensa hacia los desprotegidos y hacia los débiles. No le veo la parte mala. Estoy agradecida a haber tenido muchas puertas abiertas desde que era joven. Y también estoy agradecida a que se me hayan dado unas herramientas, unas bases para poder defender esa independencia, esa libertad e iniciativa propia a la que me han acostumbrado. A nosotros nos han enseñado a ser obreros del arte. A partir de ahí, jugamos con ventaja, porque esta es una profesión que está al servicio de los demás, debería estarlo. Hay muchos artistas, siempre los ha habido, muy ególatras, que se miran su propio ombligo y solo les interesa su propio éxito. Pero eso no es lo que buscaba mi padre. Enrique Morente se ha ido de aquí sin un Grammy ni un Disco de Oro, pero es que su camino no era ser superventas, su objetivo iba más allá. Por eso su obra siempre estaba cargada de un sentido humanístico, que nunca le ha permitido caer en esas cosas banales.

–Habla del ego de los artistas. A usted alguna vez le han llamado la diva del flamenco.

–Yo de estrella nada más que tengo el nombre, imagínate lo lejos que puede estar ese concepto de mi objetivo. Pero para gustos los colores. Mi objetivo es el arte, es la magia de la sensibilidad y el poder de la cultura. Creo que esa mentalidad está bastante reñida con ser una diva. Porque si lo eres estás en una burbuja metido, y yo soy muy realista: tengo dos hijos jóvenes, un marido torero, un padre que es un genio al cual le debo proteger un legado y un compromiso con mi profesión. Y eso no me deja tiempo para tonterías, la verdad.

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–Usted siempre ha sido atrevida, pero ahora que conocemos las carreras de Soleá y Kiki, da la sensación de que es la más tradicional de los Morente.

–Los Morente somos totalmente imprevisibles, inconstantes como los propios ríos. Los tres somos libres en ese sentido y nos solemos sorprender bastante entre nosotros mismos. Mis hermanos son muy buenas personas y si a eso le sumas el talento que tienen los dos… apaga y vámonos. A Enrique le escuchas cantar y te das cuenta enseguida de que es el cante del siglo XXI. Y Soleá es la voz de cristal y fuego, frágil y fiera a la vez.

-¡Vaya familia!

-Nos han enseñado que en la vida sin sacrificio no hay nada. Yo tengo la sensación de estar al principio, de que no sé nada. Cuando alguna vez me recuerdan algún premio, lo llevo en mi corazón pero no me acuerdo de lo que he hecho. Quiero caminar hacia un futuro y me siento entusiasmada por avanzar, por aprender. El día que piense que sé algo, me retiro.

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