«No me escondo de nada, vivo mi vida con libertad»

-Lo de tocar en Málaga le presupongo un placer para usted. ¿Algún pecado que también le traiga a su ciudad?

-Ja, ja. Para mí el pecado no tiene ninguna connotación negativa. En todo caso, me da tanto placer que pudiera convertirse en una especie de pecado. Pero es un pecado muy placentero, muy confesable, muy deseado. Tocar en mi ciudad es ilusión, nervios, deseo, ganas, alegría y complicidad.

-¿Qué tiene de diferente tocar aquí?

-Los días de concierto me arranca una melancolía extraña que deber ser normal porque empiezo a recorrer mi vida; mis inicios; mi familia, como mis abuelos que ya no están; me acuerdo de los primeros pasos y mi música en Málaga, mis primeros amores y mis primeras veces. Tocar en mi tierra lleva una connotación emocional muy bestia, muy poderosa y eso evidentemente se nota en los conciertos, porque la emoción traspasa la piel, la música, la retina… y la ilusión se combina con toda esa emoción. Y terminamos tirando la casa por la ventana.

-En su última entrevista en SUR decía que se había liberado del sentimiento de culpa. ¿Alguno en concreto? 

-A veces se toman decisiones para iniciar nuevas etapas que son necesarias para crecer o liberarte de algo. Eso me ha generado un sentimiento de culpa, porque desde pequeña me educaron para que todo tuviera que estar bien. Entonces, a veces te sientes mal tomando ciertas decisiones, pero son necesarias. Y esa culpa me la quité hace mucho. Escribí un tema que se llama 'La culpa' y esa canción fue psicomágica. Me arrancó todo.

-¿Es religiosa? 

-No. Soy lo justo. Creo en el ser humano, creo en la energía de la gente, creo en el universo. No te digo que no creo en nada porque obviamente creo, pero soy más científica que religiosa.

-¿Es de las que se enfada cuando se le atasca o no le sale una canción?

-A veces, te…, como se dice, te encabronas, pero con otra palabra más fina que no me sale ahora. Y lo que hago es que la dejo reposar. Compongo por impulsos, no soy nada metódica y cuando de repente se me atasca algo, soy cabezona, constante y perseverante. Lo dejo, pero después lo ataco un día y otro y otro. Tengo mucha paciencia cuando algo me interesa.

-Usted canta como nadie al amor y al desamor. También en 'Placeres y pecados', que desprende cierto tono positivo.

-Me alegro que me lo digas. Algunos me han dicho lo contrario y resulta que es el disco más positivo de toda mi carrera. Hay sorpresa, enamoramiento y cambio de etapa, por supuesto. Las canciones duras son muy duras, pero hay una esperanza, unas ganas de vivir, una alegría, una pasión, una frescura y una luminosidad que es fruto de una etapa de mi vida de crecimiento y fusión. A raíz de la pandemia que se abrieron las fronteras para poder viajar y recuperar la vida, volví a viajar a Argentina, a México, Latinoamérica y, por primera vez, también a EE UU, lo que te da una riqueza, una alegría y una amplitud que se transmite en este disco.

-Al hilo de la letra de 'Marzo', ¿cuál es la pesadilla que le muerde la cola a usted? 

-Pues mira, el deporte que lo cojo, lo abandono; lo agarro, lo abandono… Ahora mismo lo tengo a favor y estoy supermotivada y entrenando a tope.

-Me ha hablado un par de veces de cambio de etapa. La semana que viene va a dar el pregón del Orgullo en Sevilla y, aunque ha hablado alguna vez, es la primera vez que da este paso de una forma tan pública.

-Hablé en 'Shangay'... A ver, yo de mi vida privada no hablo porque creo que no tiene ningún interés. Nadie va hablando por ahí de su vida privada. 'Hola, soy Paco heterosexual o soy no sé que'. Yo no me defino como nada. No suelo hablar de mi vida privada, porque de verdad creo que carece de interés, que es una cosa mucho más natural, mucho más abierta. Es una cuestión de tolerancia, de respeto. La gente que juzga y la gente que etiqueta la veo un poco corto de miras, un poco cateto. Sí es cierto que yo no me escondo de nada, vivo mi vida con una libertad increíble, defiendo la libertad sexual y la libertad del individuo. Yo creo que hay que defender los valores humanos. Hay muchas leyes que están bailando con respecto a ciertas personas, y tenemos que conseguir una sociedad mucho más tolerante, abierta e inclusiva. Y hay una ola de partidos políticos que tienden a juzgar y a condenar una libertad conseguida tras muchos años de lucha y de intentar una normalidad. Ahora más que nunca hay que estar orgulloso y orgullosa de sentir lo que se siente, porque nadie puede juzgar a otro porque sienta de una manera, sino que tiene que verse con una naturalidad y un amor increíble.

-¿Supongo que se refiere a VOX?

-Yo no voy a mencionar a ninguno porque no me quiero meter en esos berenjenales, pero con esto ya sabemos todos a quien me refiero.

-Hábleme del pregón, ¿será reivindicativo o celebrativo? 

-Ambas cosas. Quiero celebrar el amor, la diversidad, la inclusión, los derechos humanos y vitales de cada uno y celebrar la vida. Y, por supuesto, reivindicar que hay muchos niños y niñas atrapados en pueblos a día de hoy y gente mayor que todavía no se atreve a dar un paso adelante precisamente porque hay una homofobia por ahí rondando que tenemos que combatir y erradicar.

-Toda España está con miedo por si le llaman para una mesa electoral en plenas vacaciones. ¿A usted le pillará más bien de gira?

-Espero que mi nombre no salga nunca por ahí. Pero vamos, si toca, habrá que ir.

-–Bueno, igual si las mesas electorales estuvieran presididas por cantantes como usted, el índice de participación subiría…

-El mejor lugar para mí es el escenario o el estudio de grabación. La política no va conmigo. Y espero que ese escenario de la mesa electoral no me toque pisarlo nunca.

-Prefiere las giras, pero también se vivirán momentos difíciles.

-Para mí lo peor es el tiempo que se pasa fuera, a veces deconectada de tu familia y tu gente por la diferencia horaria. Y dejar a mis perros atrás cada vez lo llevo peor. Y los madrugones para coger un avión a las cuatro o cinco de la mañana, tampoco lo llevo bien. Por lo demás, tengo un equipo maravilloso y reconozco que es un disfrute cada vez que nos juntamos porque lo pasamos muy bien. Y agradecemos mucho lo que nos está tocando vivir porque somos personas afortunadas.

-¿Y no tiene a veces sensación de desarraigo?

-Absolutamente cero. Al contrario, cuanto más viajo, más arraigo tengo por mi ciudad. Aunque viva en Madrid desde hace mucho tiempo, los veranos y la Navidad las paso en Málaga. Mis raíces están más fuertes que nunca porque a cada año que pasa te das cuenta de lo que tenemos y la calidad de vida. Me enorgullece llevar a Málaga en la boca, porque, más allá de que esté de moda, es una realidad a nivel tecnológico, cultural, gastronómico, de infraestructuras, de horas de sol. Lo que sí he notado es un cambio en Latinoamérica e incluso en Estados Unidos, ya que cuando digo que soy de Málaga, la gente la ubica rápido y tiene que ver con el 'boom' de los últimos años como ciudad competitiva, maravillosa e imparable.