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Xoel López encabeza Ojeando, que comienza este viernes. Mónica Figueras
Xoel López: «Nunca renunciaría a la música, ya vengan dos personas o cinco mil a verme»

Xoel López: «Nunca renunciaría a la música, ya vengan dos personas o cinco mil a verme»

El cantautor gallego, referencia indie, encabeza este sábado el cartel de Ojeando y se rebela contra «la mercantilización» del arte: «Es una pasión»

Viernes, 30 de junio 2023, 00:00

Es una referencia en la música independiente española, pero Xoel López parece ajeno a su condición de cantante de culto. Atiende la llamada en mitad de la preparación de su gira de verano, que este sábado lo trae a Ojeando, y en plena promoción de su nueva canción, 'Fort Da', que recibe el título que Freud dio al juego infantil consistente en lanzar algo y recuperarlo después. Así retrata Xoel algunas relaciones atrapadas en un círculo vicioso de idas y vueltas: «Magnético volcán, / te vi explotar por primera vez. / Después me hiciste miserable». La presentará en Málaga como adelanto de su próximo disco, que publicará en otoño, pero antes tiene un concierto en Barcelona «y mil cosas domésticas» que resolver. ¿Cómo cuáles? «Ir a votar. De hecho, estoy yendo a Correos».

–¿Cómo lleva esa vida nómada?

–Es complejo. La cabeza no para, aunque los años te dan cierta destreza. Es como si nunca pudieras relajarte del todo. Siempre estás pensando en no olvidar algo importante, en la maleta, la agenda, los horarios…

–Y supongo que con la sensación perpetua de que siempre falta algún hueco por cubrir.

–Eso es. Pero también hay que asumir una parte de fracaso y no castigarse demasiado.

–Acaba de estrenar canción y está a punto de sacar disco. ¿Cómo gestiona esa adrenalina?

–Con ilusión. Con los años y la experiencia te vas deshaciendo de los nervios, pero la ilusión se mantiene intacta, al menos en mi caso. Si hay algo que me gusta en esta vida es la parte artística de mi trabajo.

–La parte creativa, entiendo.

–Sí, siempre ha sido un motor vital y emocional, desde que empecé con catorce o quince años. Y sigue siendo mi lugar de confort y de resolución de dudas y conflictos. Es algo que necesito, más allá de que sea mi trabajo. Seguiría haciéndolo incluso si tuviera que trabajar no sé, por ejemplo en Correos. Buscaría huecos por las noches o los fines de semana.

–Es su modo de expresión. ¿Haría canciones incluso aunque no pudiera cantarlas?

–Sí, y lo digo porque estamos en una sociedad cada vez más mercantilizada donde casi siempre se habla de la música como un negocio, y a mí me gusta reivindicar que es una forma de vida, una pasión. No renunciaría a ella de ninguna manera, y me da igual que a un concierto vengan dos o cinco mil.

–Hablemos de Fort Da, su última canción. Percibo una vuelta a los orígenes, con ecos a Deluxe. No sé si ha sido premeditado.

–No, me di cuenta después. Hay etapas que se abren y se cierran, y considero que estoy en continuo movimiento. Pero esos movimientos a veces pueden tener algo que ver con lo que hacías quince años antes. Es una canción con un pie en el pasado y otro en lo que hago ahora. Creo que eso es lo bonito.

–Es una montaña rusa tremenda, con momentos íntimos, explosiones instrumentales, búsqueda de nuevas voces…

–Supongo que convergen todos los estilos que he explorado. Hay una intro de dos guitarras que creo que nunca había hecho antes, voz en falsete que tampoco he usado mucho… Siento que está siendo bien recibida. La hice en casa, con todo mi corazón puesto ahí, y que a la gente le guste es lo mejor que me puede pasar.

–Sus letras no suelen ser muy explícitas, pero esta vez habla claramente de un desamor: «Lo que quieres de mí a mí me desangra, / y lo llamas amor cuanto más se me clava».

–Sí y no. Cada uno lo puede interpretar como quiera, ese es el objetivo. Mis canciones siempre hablan de conflictos internos, de sentirse bien y mal a la vez. Algunos versos, como apuntas, pueden ser más explícitos, pero creo que es un tema complejo. Por eso está cantada con dulzura pero también con rabia.

–¿Algo que atrae también puede dañar?

–Claro, muchas veces lo que nos gusta no es lo que nos conviene. Uno puede sentir atracción y al mismo tiempo dolor, y todo eso forma parte de la vida.

–No le haré explicar la teoría freudiana del Fort Da que da título a la canción, pero tengo una curiosidad: ¿lo descubrió en terapia?

–(Risas). Me la comentó una terapeuta, y no recuerdo si ya tenía hecha la canción o todavía no. Pero me pareció un título perfecto porque explicaba bien lo que quería decir. Y veo que está dando que hablar… Los títulos siempre son la parte de mi trabajo que más me cuesta, mucho más que cualquier otra parte de la letra.

–A mí también me cuestan los titulares. No quieres caer en el amarillismo pero tampoco en la nadería.

–En prensa los titulares han cambiado mucho, de ser un resumen a ser un gancho.

–El clickbait. ¿Alguna vez ha sufrido algún titular así?

–Sí, pero lo tengo asumido. De vez en cuando cae un titular engañoso o con el que no te sientes representado. Lo peor es que mucha gente luego no se lee el texto y se queda en el titular, y eso te deja a veces en un lugar extraño.

–Volviendo a esos conflictos de los que hablaba antes, ¿son una constante en usted? Porque desde fuera da la imagen de un tipo tranquilo, feliz con lo que hace.

–¡Buf! No sé qué imagen proyecto, pero mis letras suelen ser complejas. Creo que es necesario. Nos pasaría a todos porque todos tenemos cierto grado de complejidad. A cualquiera que se ponga a escribir canciones para contar lo que lleva dentro, si es sincero, porque también hay mucho postureo en la escritura, le saldrán conflictos y contradicciones. Somos así. Uso las canciones para encontrar equilibrio y conocerme mejor, aprender del mundo, descubrir errores y problemas, y siempre pensando que quizá haya alguien más, aunque sea en el otro lado del planeta, que puede sentirse identificado.

–Me pregunto si el hecho de ser solista ha contribuido al complejo de salvador que confiesa tener en Fort Da.

–No sé si tengo una respuesta para eso. Es complicado lidiar con un grupo tan grande de gente. En este trabajo surgen problemas a diario y tienes que resolverlos, eso da cierto callo.

«La vida es lo grande y lo pequeño, salir de fiesta y quedarse solo en casa. En lo musical también convivo con esos contextos tan diferentes»

–Usted suele tocar en el bar de unos amigos en Madrid donde no caben más de cincuenta personas, pero a la vez es capaz de llenar el Wizink. ¿Qué aprende de esa dualidad?

–La vida es lo grande y lo pequeño. A veces te apetece irte de fiesta y otras veces, quedarte en casa solo tomando un vino. En lo musical también convivo con esos contextos tan diferentes. En conciertos íntimos me siento más libre y conecto con el Xoel que empezaba, y al mismo tiempo hacer un Wizink es algo espectacular. Intento hacerlo todo, siempre lo he hecho.

–Tiene canciones casi obligadas en su repertorio, como 'Tierra'. ¿Cómo conecta con temas que escribió hace tanto tiempo, que pertenecen supongo a episodios ya pasados?

–A veces me permito saltarme esas canciones obligadas, ¿eh? Me gusta sentir el repertorio. Es una conexión distinta: las canciones nuevas tienen mucho que ver con la fascinación de conocer a alguien y las canciones antiguas son los amigos de toda la vida. Son relaciones diferentes, pero hay mucha ternura en cantar temas que me llevan acompañando diez, quince o veinte años. Son compañeras de batallas.

–¿Se siente cómodo en los festivales?

–Tocando me siento cómodo en cualquier lado. Puedo tener preferencias y si puedo elegir, elijo tocar para mi público, que siempre es más placentero. Es como quedar con tus amigos. Pero, a la vez, también mola irse de aventuras y conocer a otra gente. Eso serían los festivales.

–Lo pregunto por la polémica que ha habido en O Son do Camiño, donde algunas bandas se han quejado de que las primeras filas estaban copadas por grupos de personas sentadas, a veces incluso de espaldas al escenario, esperando al cabeza de cartel.

–Eso siempre ha ocurrido. Hay gente a la que casi le molestas si va a ver a otro grupo, pero no queda más remedio que curtirse e intentar llegar a quienes te están escuchando. Festivales tan grandes te dan la oportunidad de llegar a un público más amplio, y eso no puede suceder sin que ocurran cosas de este tipo.

–Puede ser incluso un reto: «Voy a hacer que se giren».

–También. Y te digo algo: nadie dijo que esto fuera fácil. La música no es un camino de rosas. Tengo 45 años y lo sé bien.

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