David Palomar: «El cante flamenco goza ahora de muy buena salud»

-Desde pequeño ha estado sintiendo el flamenco en sus carnes, ¿alguien le inculcó ese sentimiento o nació solo?

-Fueron tres condicionantes. En mi casa los domingos eran siempre días de música y mi padre tenía de fondo a Turronero, a Juanito Villar, a Camarón... Por otro lado, mi mujer, Anabel Rivera, un día cuando teníamos 14 años me dijo que yo tenía una voz flamenca y que tenía que cantar, entonces ella quien me empujó. Ya por último creo que la figura de Camarón me atrapó mucho, me enamoró, me quedé prendado como artista y como intérprete. Ahí me di cuenta de que el flamenco es un mar infinito de posibilidades donde tú vas descubriendo cosas hasta que dejas de existir, es muy amplio y extenso, en una vida no da tiempo a estudiarlo.

-¿Qué perspectiva le da el flamenco de la vida en general?

-Yo creo que el flamenco es una forma de vida en sí, y eso va en la ética y en la educación de la persona más que en la música. El flamenco siempre me ha acompañado, es mi vida, y a la música flamenca le agradezco todo. Es mi vocación, que se ha convertido en mi profesión, mi motor de vida, porque llevo 25 años como profesional.

-¿En algún momento de su vida vio que no se iba a poder dedicar a la música?

-Yo no he estudiado otra cosa, cuando terminé COU le dije a mi padre que no quería estudiar una carrera porque quería algo vocacional. Ahora me gusta mucho el periodismo, pero en esa época no me llamaba. Sabía que no iba a encontrar la excelencia en ninguna profesión que se estudiara en universidades, y le dije a mi padre que quería cantar, que esto era mi vida, y que iba a ser alguien que viajaría trabajando de esto, que sería lo más excelente posible.

-¿Qué le dice ahora su padre?

-Al principio los dos no lo comprendieron, pero me tuvieron que apoyar porque no quedaba otro remedio. Creo que todos esos estudiantes que terminan bachillerato y se preparan para una carrera les aconsejaría que cogiesen cosas que fuesen vocacionales para ellos, que les haga felices, porque la vida es muy corta. Puede haber gente con muchas licenciaturas y másteres, pero son grandes infelices. Creo que la vida y la excelencia se encuentran en cosas puramente vocacionales.

-En una de sus canciones dice que su música 'no lleva envoltorio', ¿a qué se refiere?

-Que yo hago la música que me apetece, con libertad en contenido y en la manera. Todo lo que sale es mi verdad, por lo tanto no voy con las modas ni con las tendencias musicales. Creo que se apreciar lo bueno, o al menos lo que me gusta.

-¿Ha escuchado recientemente mucha música, flamenca en este caso, a la que no le ve ningún alma?

-De todo lo que hay siempre hay cosas que gustan más o menos, eso queda en mi criterio (risas). Cada uno tiene que mirar en su interior y ver lo que sí y lo que no, pero creo que la literatura flamenca tiene que ir con los días que vivimos, tiene que ser comprometida. Hay que evadir y divertir a la gente, pero también hay que hablar de cosas que cansen o que da miedo, el músico tiene que estar fuera de los estereotipos y romper barreras.

-En este último disco que presenta, '8 Miradas', demuestra que es un enamorado de la vida, pero muy crítico con muchos temas.

-Hay que serlo, como persona humana que vive en el mundo hay que ser crítico con cosas que no deberían suceder. Como la inmigración en el Estrecho, eso nunca lo entenderé. También a la involución que hemos llegado, porque somos esclavos del capitalismo, unos borregos de un sistema que no funciona, que nos hace tristes y malas personas. Hay que estar con la vida, que es maravillosa, pero la vida con alegría y haciendo mejor el camino a quien tienes al lado, cuidando el entorno. Hay que ser realista... Esto no es un mundo de rosa, pasan cosas y hay que cantarlo una y otra vez. Parece que somos inmortales y que no nos afectan las cosas, parece que no nos afectan los conflictos en Ucrania o lo que pase en Pakistán.

-En uno de sus temas mezcla de repente unos ritmos de bachata al estilo Juan Luis Guerra con un estilo muy Camarón.

-Sí, me inspiran mucho, he hecho una versión de los bachateros que me encantan y esa mezcla flamenquita que entra como anillo al dedo. Este tipo de canciones, cuando están hechas con respeto, aportan y dan felicidad a la gente, y creo que eso es muy bonito.

-¿Cree que hay algún 'Camarón' en la actualidad?

-No lo creo. Una interpretación tan auténtica y con tanta transmisión no la tiene ningún artista hoy en día, con todos mis respetos. Aunque sí que hay cosas muy interesantes y el cante flamenco goza ahora de muy buena salud, con María Terremoto, Miguel Poveda, Israel Fernández... Pero compararlo con Camarón es difícil.

-¿Qué vas a contar en este concierto del domingo en el Teatro Cervantes?

-Mis inquietudes, lo que me duele, en realidad. Son ocho miradas muy distintas y voy a intentar traspasar esa cuarta pared y que la gente se sienta cómoda, que lo viva como yo lo he vivido en el proceso y como lo pienso vivir en el directo.