
Dice que el primer movimiento podría ser «perfectamente» una bulería y el segundo está escrito en tonalidades que se usan mucho en el flamenco. Cuanto más profundiza en la obra, más convencido está Daniel Casares de una cosa: el maestro Rodrigo hizo su célebre 'Concierto de Aranjuez' «para un guitarrista flamenco o con un punto de vista musical muy español». Como él. El malagueño publica un disco junto a la Orquesta Filarmónica de Málaga con la composición de Joaquín Rodrigo y, también, con su primera obra sinfónica, 'La luna de Alejandra'. El lanzamiento coincide además con una doble efeméride: el 80 aniversario de la creación de esta pieza y los 20 años del fallecimiento de su autor.
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El disco 'Concierto de Aranjuez y La luna de Alejandra', con el guitarrista Daniel Casares y la Orquesta Filarmónica de Málaga. Dirige Arturo Díez Boscovich.
El concierto El próximo 9 de febrero de 2019 estará en el Auditorio Edgar Neville presentando el disco con la OFM. 28 euros.
Sin mover una nota, Casares ha incorporado ciertas dinámicas para hacer suya esta obra universal, mil veces interpretada en el mundo clásico. «Pero si algo tiene de especial este disco, es que un flamenco se ha atrevido a hacerlo», asegura. Porque, insiste, afrontarla es todo un «atrevimiento» para cualquier músico: «Es una obra que te exige muchísimo». Y más aún en su caso, donde lo «riguroso» de un lenguaje clásico que persigue la ejecución perfecta se enfrenta a lo «flexible» del universo flamenco, más dado a la improvisación.
Es un lenguaje nuevo para él, que le ha llevado horas de estudio y provocado «dolores de espalda», pero que le ha enseñado mucho. «Te das cuenta de cuáles son las fórmulas para conjugar bien el instrumento con la orquesta, cuáles son los timbres por donde hay que moverse para que todo tenga sentido», detalla. Un aprendizaje para el que ha contado con un maestro a su lado, el director Arturo Díez Boscovich.
Tras haber «madurado» durante año y medio el 'Concierto de Aranjuez' en decenas de actuaciones y retocado algunos pasajes de 'La luna de Alejandra', Daniel Casares lo ha registrado junto a la OFM para que quede constancia del trabajo hecho. «Todos los guitarristas tendrían que pasar por esta obra alguna vez en la vida», sentencia. Y al hacerlo, además, se ha colocado en el mapa de la música clásica. «Me ha escrito gente que nunca me había escrito. Como si ahora tocara mejor, pero sigo tocando igual.Es un obra de mucha relevancia que de alguna manera te posiciona», reconoce. El 9 de febrero la interpretará en directo en el Auditorio Edgar Neville de la Diputación, junto a la OFM.
Y, pese a todo, en España «sigue costando la vida llenar un teatro con una guitarra». Hace un mes giró por Latinoamérica, donde le conoce «mucha menos gente que aquí», y la mayoría de los escenarios en los que debutó estaban completos. Este año ha estado en EE UU, Vietnam, Bangladesh, Cabo Verde... «y en todos los sitios, funciona la guitarra flamenca».
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Algo pasa... «Tiene que haber más apoyo, de la misma manera que lo hay para lo gastronómico o para el cine», reflexiona. Máxime cuando el instrumento de las seis cuerdas es el que representa a la música de España. De hecho, en 2016 le buscaron para tocar frente al entonces presidente EE UU Barack Obama en su fallida visita a Sevilla (cancelada a última hora por un tiroteo con cinco policías muertos en Dallas). No pudo ser, pero su nombre trascendió y, de repente, empezó a recibir llamadas de medios americanos y de programas españoles en los que «la guitarra nunca entra». «¡Incluso tenía cámaras de televisión en la puerta de mi casa!», recuerda aún sorprendido. ¿Tocaría delante de Trump? «Siempre que se cumplan las condiciones que uno pone, sí», responde.
Defiende, además, que de las tres modalidades que tiene el flamenco, de la guitarra «es donde más creativos salen y donde hay un mayor proceso de investigación». Simboliza –sentencia– «la espina dorsal del flamenco y, sin embargo, es la que menos apoyos recibe». Sustenta su argumento en las últimas revoluciones del género: detrás de Rosalía está el productor y guitarrista Raül Refree; y muchas de las composiciones que baila a su manera Rocío Molina están firmadas por el también guitarrista Eduardo Trassierra.
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La guitarra siempre está ahí «cociendo todo». La suya, por ejemplo, suena en tres de las canciones del último disco de Miguel Poveda,en el álbum de Chucho Valdés y Patricia Sosa y ha girado con Dulce Pontes. En febrero, anuncia, grabará nuevas composiciones propias.
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