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Éramos pocos, pero por la respuesta del público, de mucha calidad. Juancho Marqués se come el escenario balanceándose de un lado a otro, haciendo de un concierto de rap y hip-hop una fiesta total en la que hay que estar sentados, ¡qué ... remedio! Marenostrum Fungirola ha comenzado junio celebrando que un recinto adaptado a las necesidades del auditorio y, por supuesto a la pandemia, es posible con la colaboración del público, que ha de mantenerse en el asiento durante todo el show, sea cual sea.
Para este en concreto resultaba difícil; aunque Juancho Marqués ya lo pedía tras la primera canción, recordando esos conciertos de antaño en los que el cariño del público se veía en el tumulto. Esta vez era diferente: «Los que ya habéis venido a algún concierto sabéis que me gustaría que estuvieseis de pie, aquí cerca, pero hay que participar desde el principio. Con ganas, ¿vale? que esto es para vosotros», recomendaba al comienzo de un show de excitación constante.
El madrileño, aunque nacido en Sevilla, lleva cosechando éxitos y recaudando millones de visualizaciones en Youtube desde que echó a andar con el colectivo Suite Soprano en 2010. No fue hasta 2015 cuando el artista decide tomar otro camino en solitario para ir sacando discos en los que no se perdiera su esencia y su particular poesía nada elitista.
El público, en esta ocasión, no superaba de media los 25 años, porque Marqués, aunque puede llegar a cualquier generación por su cercanía y humildad encima de un escenario, su público es el que es: jóvenes que se sienten identificados con letras que bailan entre las historias de amor y desamor, la amistad y el cariño hacia los suyos. María y Sergio, entre el público y haciendo un 'break' para alejarse de la grada para fumar un cigarrillo, comentaron que llevaban siguiendo a Juancho desde sus comienzos, por lo que ese recuerdo que el artista hizo a sus pasos con Suite Soprano les supo a gloria; ¿el tono? un poco más cercano al rap, una letra más emocional con recuerdos a su familia y sus amigos y acompañado sólo de una base rítmica con DJ a sus espaldas.
Este concierto, desde luego, a sus seguidores le vino como anillo al dedo, porque Juancho anunció algunos meses atrás que se alejaría de lo público para tomarse un descanso físico y emocional para preparar el proyecto más especial de su carrera, aunque la situación del sector le ha devuelto de nuevo a los escenarios mucho antes de lo previsto. En este show se le vio más que repostado, porque su tanque de energía y conexión con el público estuvo a sus máximos niveles desde el comienzo. Y se nota, tanto que mantiene en constante motivación y participación a los que acuden a verle: «Esta es una canción de colaboración y como esa colaboración no ha venido vais a cantarlo vosotros», comentaba llevándose una ovación de sus seguidores. «¡Juancho, Juancho!», sus oyentes seguían reclamándole aunque estuviera aún encima del escenario. El tirón del madrileño es tal que muchos de los asistentes estaban con él desde sus comienzos, «hace ya 15 años», algo que él mismo agradecía con la mano en el corazón, dándole la verdadera importancia a aquellos que «están detrás» de la fachada del artista. En esta ocasión le rodeaban batería, bajo, teclado, guitarra, DJ y sonidos electrónicos que invitaban a volar con el mar en calma de fondo.
Además, sus palabras resultaron inspiradoras mucho más allá de sus canciones, animando a todos los que estaban en la ladera y que tuvieran un sueño relacionado con el arte que lo persiguieran: «Yo no hice caso a los que me dijeron que lo dejara y que estudiara otra cosa y mirad dónde estoy», comentaba alzando la voz. El resto del show de Marqués y su banda, organizado por CAVIAR, estuvo lleno de interacción y magnetismo con su público, lo que este le devolvía alzando la voz en temas de toda su carrera como 'Ibiza'. El artista lleno de carisma se fue dejando una estela de sonrisas a su paso, una sensación de esperanza y actitud de poder con todo sujetando el mundo con una sola mano, jugando con las luces de escena y los aplausos de todos aquellos que hacen posible un concierto de este calibre: emocional.
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