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La Mari de Chambao parece haber encontrado muchas respuestas, la esencia de la vida, el método para alejarse de lo mundano. ¿El secreto? Sólo mediante la introspección. Sin embargo, no es un privilegio que se guarde para sí misma.
Su voz en off mientras la ... banda se colocaba en sus posiciones descifraba muchas de las claves para ser feliz: «Somos fuerza, energía cósmica, seres que pertenecemos al mismo universo y todos los secretos del universo están dentro de cada uno de nosotros. Caminar con conciencia hacia la paz y la libertad, desde el respeto y el amor. Una vida de desapego y renuncia, estando en conexión con la tierra y el universo. La vida es un ciclo, nacimiento, transformación y muerte para dar paso a otra nueva vida y a otro nuevo ciclo. Este es un viaje sólo de ida, desafiando ideas que no escogiste. Cuídalo, cuídate, cuídame», se escuchaba mientras el público enmudecía intentando descifrar un discurso tan profundo y sincero.
La cita de anoche merecía una entrada así: 20 años de vida musical iban a conquistar a unos 2.000 malagueños que no quisieron perderse el cumpleaños sobre los escenarios de la artista. Además, una celebración entre amigas, con quienes La Mari comparte profesión y experiencias y que irían pasando por el escenario para soplar estas velas imaginarias con ella.
Desde luego, a la malagueña se le notaba más que especial, eufórica, en este reencuentro con su gente que el público recibió de la misma forma: «¡Vecina!» se escuchaba entre el albero de la plaza de toros de la Malagueta, comentario que hacía sonreír a La Mari para dejar entrever la familiaridad del evento. Sin duda, un concierto tan emocional debía comenzar con un tema de las mismas características: 'Corazón valiente' es la canción que la artista le dedicó a Pablo Ráez, y mientras entonaba el 'siempre fuerte' levantaba el brazo y el puño para homenajear al malagueño.
Como detalle, llenó todo el pie de micro de recuerdos: fotos de sus primeros conciertos, de otros más recientes, atrapasueños, imágenes de amigos e incluso carnés de identidad: «Estoy grabando esto para que en un futuro nos veamos en la pantalla. Y hoy me he colgado de todo, hasta fotos de colegas. Si queréis que os cuelgue por aquí dadme una foto de carnet, total si ya estamos todos colgados», comentaba riéndose.
Avisando de sus intenciones, en una noche para «dar gloria» no podían faltar temas míticos de Chambao: 'Playas de Barbate', 'Los muchachos de mi barrio' o 'Parque de Triana', un tema de El Bicho que entonaron juntos en alguna ocasión. Tuvo, incluso, un guiño a modo de versión homenaje a otros temas que han hecho historia: 'No dudaría', de Antonio Flores o 'Amor de San Juan', de Niña Pastori.
Mientras tanto, el albero volvía a una imagen similar a la de comienzos de la pandemia: cientos de sillas se disponían frente al escenario para crear una velada íntima y familiar. El tendido, de igual forma, estaba al completo y sentado. Sin embargo, poco duró la formalidad y el cansancio cuando La Mari animó a los suyos a levantarse sin miedo: «El que se quiera levantar de la silla que lo haga, ya no estamos en pandemia», gritó festejando la ansiada normalidad en los conciertos.
A sus espaldas, un acompañamiento de lujo convertía este cumpleaños íntimo en una fiesta que se fue animando cuando salieron sus invitadas: guitarra flamenca, flauta travesera, trompeta, batería, guitarra eléctrica, bajo e incluso hang, que tocaba la Mari en algunos temas. La primera de esas amigas en 'echarse un cante' fue Nay de la Rubia, con quien interpretó cómplice el pegadizo 'Cómeme'. Rosario la Tremendita no tardó mucho en salir para explayar su flamenco fusión y romper los esquemas del género: 'Al mal tiempo', un tema de la sevillana que hizo bailar a los más tímidos.
Juan Heredia al cajón amenizó el momento mientras la Mari se cambiaba de vestuario. A su vuelta, se formó medio círculo para continuar el concierto en formato acústico mucho más cerca del público, que no se desvinculó en ningún momento de las buenas vibras que flotaban más allá del escenario. Algunos, incluso, prefirieron quedarse de pie tras las sillas del albero para improvisar pasos de flamenco.
Estuvo también en escena, llena de abalorios y muy colorida, Maui de Utrera, cantando 'Los sueños', un tema que anima a perseguir los deseos más profundos, por muy imposibles que parezcan. El momento más especial de esta cita llegó en los bises, cuando el '¡otra, otra!' trajo al escenario a Vanesa Martín y a la Mari juntas, de la mano, para cantar un tema lleno de sentimiento. 'La quiero a morir' con sus dos voces y una guitarra flamenca mantuvo con el aliento contenido a toda la plaza. La energía que crearon y el cariño que transmitían sus miradas se notó en la interpretación del tema: «Para mí es una pedazo de tía increíble. Era muy amable conmigo cuando no nos conocíamos, cuando yo comenzaba. Tener a su familia aquí delante, que pase el tiempo y que cuando hablemos sea como si fuese ayer es un regalo del cielo», comentó Martín abrazándose a su amiga.
Ambas se quedaron un tema más en el escenario, con 'Déjame vivir' de Jarabe de Palo, que sonó a despedida de un show tan sentimental como agradecido. Sin embargo, para el adiós de este cumpleaños había algo más grande preparado: las gaditanas las Mónicas salieron para recitar un poema con mucho humor dedicado a la Mari, que contaba con rima toda su vida de forma cronológica. En este momento el concierto tornó en monólogo y entre el público sólo se escuchaban carcajadas, e incluso, un 'cumpleaños feliz' flamenco para seguir festejando muchos años más.
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